Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 14 - Comenzando

Habían pasado un par de días desde aquella noche, aquella noche donde todo termino y mi corazón se partió en mil pedazos. Todos los días recibía un par de llamadas de Marco y miles de mensajes. Pero no respondí a ninguno de ellos. Con los únicos con los que hable fueron Isco y mi primo. Al primero para tranquilizarle de que estaba bien y al segundo para desahogarme. Dani siempre ha estado ahí cuando más lo he necesitado, no recuerdo que haya sido al contrario. Es un lazo bastante fuerte el que nos une, un hermano mayor para mí. Porque claro si tenemos en cuenta a mi hermano, a mi hermano verdadero… Desde la muerte de Alex la verdad es que no ejerce ese papel, y no le culpo, yo tampoco he estado ahí para él, me he dedicado en exclusivo a Natt.

 

¿Y cómo estaba yo? La verdad es que bastante mal aunque intentaba aparentar delante de mi familia que todo iba bien. Por el día lucía una sonrisa y por la noche lloraba desconsoladamente en mi cama. Dolía mucho, era como si me faltará el aire para respirar. Y me estaba ahogando. Pero sabía que tenía que ser fuerte, una vez más. Sabía que tenía que seguir adelante por Natt y por mí misma. Así que he decidido comenzar otra vez, empezar de cero.

 

Para comenzar de nuevo lo primero que hice fue dejar de seguir a Marco en todas las redes sociales. Cambiar mis fotos de perfil, ya que en todas estaba con la camiseta de Marco. Y por supuesto guardar la camiseta en una caja en el fondo del armario. Me había incluso planteado borrar las fotos en el móvil y quemar aquellas que tenían en los marcos, pero me parecía demasiado cruel. Así que lo guarde en otra caja más pequeña. Os preguntaréis porque lo guardo, es simple, en un futuro, cuando vuelva a mirar estas fotos, la camiseta, me acordare de los buenos momentos vividos con él y no de los malos, porque en ese momento, cuando lo consiga sin que me haga daño verlo, querrá decir que le he olvidado, que llegue a la meta y cumplí mi objetivo.

 

De repente oigo el móvil sonar, la verdad es que se ha vuelto costumbre, cada dos por tres me suena. Y culpable de ese sonido es sin duda la misma persona que siempre me manda mensajes.

 

“¿Me has dejado de seguir en las redes sociales?” – pregunta Marco y creo que no se cree que lo haya hecho.

“María” – me sigue diciendo.

“Sé que me estás leyendo” – me dice.

“¿Qué está pasando?” – Me vuelve a preguntar – “¿Por qué lo has hecho?

“María, por favor” – me suplica.

“¿Peque?” – me llama.

 

Y ya no aguanto más, no puedo seguir leyendo más mensajes, ni ver todos los que me manda al día. Por lo que decido hacer algo al respecto, algo que no quería llegar a hacer, porque me parece cruel, pero necesito hacerlo, para poder empezar a olvidarme de él. Así que le bloqueo. Le bloqueo para no recibir ningún mensaje más. Cortar de raíz todas las posibles vías de comunicación. Un paso difícil, drástico pero crucial para poder seguir adelante.

 

 

Al día siguiente me levanto tarde, es lo bueno de estar de vacaciones ya, que no me tengo que preocupar por levantarme pronto ni por estudiar. Salgo de mi habitación y voy a la cocina a prepararme el desayuno y el de Natt, que aun sigue dormida. Cuando voy a por la leche al frigorífico veo una nota de mis padres.

 

“Hemos ido a hacer la compra. Te ha llegado una carta, la tienes en el salón. Te quiere, mamá”.

 

Intrigada voy al salón para coger la carta. Al verla veo escrito en grande: “María Ceballos”. Busco el remitente pero no hay, así que no sé quien me ha enviado la carta. Ahora incluso más que antes la curiosidad me mata y abro la carta. Y empiezo a leer.

 

 

“Antes que nada quiero decir lo siento, lo siento mucho pequeña.

 

Siento tanto lo que hice… que por ese motivo te estoy escribiendo esta carta, porque por palabras no sabría cómo expresarme aunque me cogieras el teléfono, aunque no te culpo porque no lo hagas, te entiendo. Y por eso mi carta. Al principio no sabía que decirte ni que poner, me aterraba el hecho de no saber que decirte y dejar en blanco este papel. Pero  creo firmemente que con esta hoja, con este papel mis disculpas van a estar mejor, al menos sé que todo lo que quiero decirte está escrito y puedas llegar a entenderme, pero sobre todo leerlo todas la veces que necesites y sean necesarias.

 

Siento mucho haberte decepcionado, porque sí lo he hecho, yo mismo me siento decepcionado con mi actitud, soy un completo idiota. La verdad es que no sé muy bien como darte las explicaciones necesarias, ni si quiera como pedirte perdón.

 

Por el contrario, sé perfectamente que me equivoqué, que traicioné la confianza mutua que habíamos conseguido, y que por ende, tú habías depositado en mí, en nuestra relación aunque al principio no vieses futuro y que al final rompí todos los sueños e ilusiones que teníamos en ella. Porque sí, lo rompí, pero aun sigo creyendo que esto puede funcionar. Y por eso te pido perdón. Y quiero que sepas los motivos que me llevaron a esto, bueno el motivo, el único motivo que me llevo a decepcionarte. Fue por miedo.




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