Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 20 - Lo que daría

Había pasado una semana. El Madrid ganó la supercopa de España. La liga había empezado, ganando el primer partido. Hoy nos toca jugar el segundo, aquí en el Bernabéu. Y sí aquí, porque después de lo que nos contó Isco decidí quedarme hasta el día de la reunión.

 

A pesar de que fuera por un motivo de estas características, Marco estaba muy contento por tenerme con él más tiempo. Tiempo para pasarlo juntos, teniendo citas, cosas de pareja… Y la otra parte del tiempo estábamos con Isco, intentando animarle, porque la verdad estaba jodido, muy jodido.  Si le quitan a su hijo no sé de lo que sería capaz de hacer. Tengo mucho miedo.

 

 

El partido contra el Valencia iba de mal en peor, Marco lo daba todo en el campo, eso no cabía duda pero Isco… No se concentraba. Igual que el resto del equipo. Y lo entiendo. Mañana tiene Isco la reunión con los abogados y con Sofía. Lo que salga de esa reunión será la sentencia final, se decidirá la custodia de Isco Jr.

 

Después del descanso Isco no salió, no se encontraba muy bien, ya no solo mentalmente sino físicamente. Y entiendo que este así, con lo poco que ha comido desde que se enteró de la noticia…

 

El Madrid quedó empate dos a dos, con dos goles de Marco. No estaba muy contento aunque le  anime y le dije que había hecho un gran trabajo. Que el día no era muy bueno y que en el próximo iban a dar lo mejor.

 

 

Estoy acostada en la cama con Marco rodeándome la cintura y dándome pequeños besos por la clavícula y el hombro. A pesar de sus caricias no puedo evitar pensar en lo que pasará mañana.

 

      -       ¿A qué hora es la reunión? – le pregunto a Marco.

      -       A las 10 – me contesta – así que mínimo nos tenemos que levantar a las 9 si queremos llegar a tiempo.

      -       Lo sé – le digo suspirando – ojalá que todo salga bien.

     -       Ojalá, pero no está en nuestras manos María – me dice mientras me gira para que le mire.

      -       Si tan sólo pudiera… - sigo diciendo.

      -       Pero no puedes peque – me dice mientras me da un beso tierno en la frente – vamos a intentar dormir algo, mañana va a ser un día muy duro.

       -       Está bien, buenas noches – le contesto y le beso.

 

Así abrazados como siempre que dormíamos juntos, conseguimos conciliar el sueño después de estar prácticamente en vela toda la noche, cada uno pensando, cada uno intentando ver lo que ocurrirá, como se desarrollaran los  acontecimientos, pero hasta el día siguiente no lo sabremos.

 

 

Marco y yo nos levantamos a la hora acordada, el silencio reina en la casa, pero no un silencio incomodo, sino un silencio que nos invita a pensar y a reflexionar, a concienciarnos de lo que vamos a hacer y lo que puede pasar.

 

Cuando llegamos a los juzgados, Isco ya está ahí. Lleva puesto un traje con corbata. Está muy serio, pero los ojos rojos y las bolsas que se forman en ellos le delatan. Sé que no ha dormido nada en toda la noche y que ha estado llorando. Y corro hasta sus brazos y le doy un abrazo, porque sé que lo necesita, en este momento sí, y es lo único que puedo ofrecerle, lo único que puedo hacer por é para ayudarle y eso me frustra y me enfurece, porque no se merece esto.

 

Al cabo de unos minutos aparece Sofía acompañada por otras dos chicas más, supongo que sean familiares de ella o amigas. Mira a Isco e Isco la mira a ella. Pero rápidamente aparta la mirada. La veo que se sienta y como no deja de mover su pierna derecha. Está nerviosa, está insegura. Isco por otra parte la sigue mirando como si así ella pudiera recapacitar, porque vamos a ser sinceros, la cara de suplica que tiene ahora mismo Isco no se la quita nadie.

 

Y no puedo verle así, no puedo. Se me parte el alma. Así que decido interceder. Necesito hacerlo y llevo queriendo hacerlo desde que Isco me dijo que ella quería la custodia total.

Me levanto del sillón en el que estaba sentada. Marco me agarra de la mano y en su mirada veo un interrogante como si me dijera que a donde iba.

 

       -       No te preocupes, ahora vengo – le contesto mientras le doy una pequeña sonrisa.

 

Isco también aparta la mirada de Sofía y la posa sobre mí. Le sonrío también mientras le doy una caricia en la mejilla. Y salgo en dirección a Sofía. Me paro justo enfrente de ella y todos los presentes en la sala me miran.

 

       -       ¿Sofía verdad? – le pregunto educada.




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