Marco me mira con los ojos como platos, sorprendido por lo que le acabo de decir. Creo que sé por dónde van sus pensamientos. Lo sé porque su mirada es tan trasparente…
- ¿Qué quieres hacer? – pregunta intentando descifrar mis palabras.
- Pues eso, quiero hacerlo – le digo mientras me río.
- No te rías – me dice medio enfadado – no tiene gracia. En serio contéstame – me vuelve a decir.
- Quiero contarte toda la verdad – le digo seria esta vez – toda la verdad – le vuelvo a repetir.
- ¿Estás segura? – me pregunta entendiendo a donde quiero llegar.
- Quiero contarte que es lo que pasó, cómo llegué a esa situación – le digo.
- Está bien, pero si no quieres seguir hablando lo entenderé. No es nada fácil hablar sobre algo o alguien que te ha hecho mucho daño – me dice.
- Lo sé, pero quiero hacerlo – le digo.
Nos acurrucamos bien en la manta sobre la arena de la playa. Estuvimos unos minutos en silencio. Un silencio que me vino muy bien para aclarar mis ideas y para saber por dónde empezar a hablar.
Suspiro, cojo aire y me dispongo a hablar. Marco me mira a los ojos, me coge de las manos y se queda quieto esperando a escuchar mis palabras, unas palabras que sé que no le van a gustar nada.
- Esto empezó cuando mi hermana murió. Estaba destrozada, furiosa con el mundo, no entendía porque el universo me habían quitado a la persona más importante de mi vida. No lo entendía y me sumí en una vida llena de oscuridad – empiezo a decirle – No quería escuchar a nadie así que empecé a salir de fiesta todos los días, volvía a casa a las tantas de la madrugada. Y sí bebía, mucho. En una de esas tantas noches de fiesta conocí a Henry. Era un chico encantador, dulce, alegre, muy simpático. Fue quien me sacó de aquella oscura habitación en la que me había metido. En vez de salir de fiesta me llevaba a cenar, dábamos vueltas por la calle y llegaba a una hora razonable a casa. En ese momento pensé que era mi salvavidas, que había encontrado a esa persona que mi hermana siempre decía que encontraría, a mi otra mitad. Pero lo que no sabía en ese momento era que Henry se me iba a invitar a otra habitación más oscura que la anterior. Una en la que no iba a escapar tan fácilmente y en la que hoy en día aun no he podido salir – sigo contándole a Marco mientras unas lágrimas empiezan a surcar mis mejillas.
No es fácil, no lo es. Nunca había contado toda la historia. Nunca y no tenía ni idea de lo duro que era.
Al verme quedarme en silencio, Marco se acerca más a mí y con sus dedos borra todas las lágrimas traviesas de mi cara.
- María… - me llama Marco y le miro a los ojos – Si no quieres seguir lo entiendo, no quiero verte sufrir – me dice apenado y sufriendo también.
- Quiero hacerlo, necesito hacerlo y quiero que conozcas cada parte de mí, lo bueno y también lo malo – le digo mientras le acaricio la mejilla.
Se acerca más a mí y me besa dulcemente en los labios. Al separarnos vuelvo a coger aire, como si de esta manera me diera más fuerza a mi misma para seguir contando mi historia, esta parte de la historia, gris y negra.
- Después de un par de meses, la cosa empezó a empeorar. Al principio solamente fueron comentarios despectivos como por ejemplo, no te vistas así pareces una puta, no comas mucho te estás poniendo gorda,… Comentarios que no les di importancia pero que con el paso del tiempo me di cuenta de que estaba haciendo lo que él quería, quería que fuera cayendo poco a poco en su red, para después hacer lo que quisiera conmigo – sigo explicando a Marco – Sin embargo la cosa no quedó así, pasamos del maltrato psicológico al físico. Y ahí se volvió todo negro. Podía soportar sus comentarios pero lo que vino después no. Empezaron siendo empujones, agarrones de mano más fuertes de lo normal, pero después fue más agresivo, paso a golpearme en la cara, agarrarme del pelo.
Me detengo esperando una reacción por su parte, pero lo único que veo es que se tensa, sus puños están cerrados y blancos. Su mirada está oscura y puedo ver furia en ella.
- Lo peor de todo fue un día. Nos habíamos mudado a un pequeño piso a las afueras de Santander. Al principio no quería pero acabó convenciéndome. Ese día sus amigos habían venido a su casa a jugar una partida de póker. Quiso que les fuera su camarera y me negué. En ese momento apareció Natt por el salón. Y entonces vi su mirada, vi su mirada loca y entonces accedí a ser su camarera – seguí explicándole – estaban borrachos al terminar la noche. Henry me pidió que les hiciera un baile sensual pero me negué rotundamente. Henry se cabreo mucho, fue hasta la habitación de Natt y detrás yo. Suplicándole que no le hiciera nada a Natt. Me amenazó con pegarla si no hacía lo que él que quería. Y por miedo a que le pudiera hacer algo accedí. Al volver al salón les hice un baile sensual. Me daba asco a mí misma, parecía una puta - guarde silencio recordando todo lo que había pasado – Después del baile, Henry se acercó a mí y empezó a quitarme la ropa. Como podía intentaba taparme, estaban delante sus amigos y nadie me había visto desnuda. Forcejeé con él y al final acabó pegándome. De lo fuerte que fue el golpe caí al suelo y allí empezó a darme paradas por todas partes. Al final estaba tan dolorida que no podía oponer resistencia y acabó consiguiendo lo que quería. Me violó allí mismo, en el salón de la casa y delante de todos sus amigos, amigos que ni siquiera se inmutaron por lo que estaba pasando y que sin embargo disfrutaron viendo el panorama.