Llevaba una semana en Madrid. Natt y yo vivíamos en un apartamento hacia las afueras del centro, bastante cerca de la casa de mis tíos. Durante estos días Dani me ha estado ayudando a reformar la casa, hemos pintado la pared de las habitaciones, colocado los muebles,… Y hoy por fin ya puedo decir que es un hogar, mi casa, nuestra casa.
Durante esta semana nadie salvo mi primo sabía que estaba viviendo en Madrid, le había hecho prometer que no se lo diría a nadie. Aún no estoy preparada para todos ellos.
La primera semana en el nuevo colegio de prácticas me iba genial, estar con los niños me ayuda a evadirme de mis problemas. Además, en ese cole también estaba Natt. Y estaba muy contenta. Creo que a ambas nos ha venido bien este cambio de aires.
Hoy era un día importante, hoy era el día en el que se decidiría todo, y como había prometido, tenía que asistir.
Os estaréis preguntando porque es un día importante, la respuesta la tendréis en cuanto cruce la puerta de los juzgados. Sí los juzgados. Hoy es el día del juicio de Sofía con el impresentable de su novio. Y como bien sabéis prometí ayudarla en todo el proceso, así que aquí estoy.
Cruzo las puertas y me dirijo a la sala 5, donde se va a producir el juicio. En cuanto llego me encuentro la sala bastante llena pero me ando en dirección a Sofía. En cuanto llego hasta ella la doy un abrazo, intentando enfundarla ánimos.
- Gracias por venir – Me dice Sofía.
- No las des, te prometí que iba a asistir y aquí estoy – le contesto.
Estamos un rato hablando sobre lo que puede pasar o no durante el juicio, hasta que la puerta se abre y por ella aparecen varios chicos. Me fijo mejor y puedo distinguir a Isco, Dani, Marcos… En definitiva a casi al completo la plantilla del Real Madrid. Y al final del grupo a Marco.
Entra con la cabeza gacha por lo que no me ve en cuanto llega. Todos los chicos se callan al verme y posan su mirada en uno y en el otro.
Ante tal silencio incómodo Marco levanta la cabeza y su mirada se posa sobre mí. Me mira sorprendido. Y no sé si es porque no me esperaba aquí o por el hecho de que físicamente estoy algo cambiada. Pero no me importa.
La verdad es que había pensado en la posibilidad de que me encontrara con Marco, aunque para ser sincera esperaba que no fuese así o puede que sí. No lo sé, realmente estoy confusa. Lo único que sé a ciencia cierta es lo que estoy sintiendo ahora. Un cosquilleo en el estómago y unas ganas de abrazarle que no os podéis ni imaginar.
Se acercan todos a saludarme y veo la intención que tiene de decirme algo pero me doy la vuelta y me siento en una silla, ya que dentro de nada el juicio va a dar comienzo.
El juicio dura una hora y media, una hora y media que han dado para hablar mucho. Pero al final la justicia ha ganado. El novio de Sofía irá a la cárcel por maltrato y Sofía podrá tener una vida tranquila, una vida para intentar borrar todas esas huellas que ha dejado sobre su piel.
¿Y la custodia de Isco Jr? Será compartida como hasta ahora. Isco podrá disfrutar de su hijo siempre que quiera. A fin de cuentas Sofía quiere que su hijo tenga un padre.
A la salida del juzgado Isco y Sofía propusieron que fuéramos todos a comer. Pero yo no tenía muchas ganas.
- Lo siento chicos, pero estoy muy cansada – les digo.
- ¿Segura que no quieres venir? – me pregunta Sofía.
- Sí, gracias pero tengo que ir a cuidar de Natt – le contesto.
- Está bien – me dice.
- ¿Vendrás al entrenamiento de mañana? – me pregunta Isco.
- No lo sé, no prometo nada – le contesto mientras le abrazo – Adiós chicos, nos vemos pronto – les digo al resto mientras me despido con la mano.
Me doy la vuelta y comienzo a caminar en dirección al coche, cuando de repente una mano coge la mía y me obliga a girarme para enfrentarme a la persona dueña de esa mano.
Levanto la mirada y me encuentro con sus ojos.
- Espera María, por favor – me dice Marco.
- Marco no – le contesto mientras intento zafarme de su agarre pero me es imposible porque esta vez me agarra de la cintura.
- Escúchame, por favor, solo necesito que hablemos – me suplica.
- No puedo Marco porque si lo hago caeré rendida otra vez – le digo mientras unas lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas.