Mientras no me olvides, no me habré marchado del todo

Capítulo 31 - Casualidades

Ha pasado una semana desde la última vez que vi Marco, en aquel día lluvioso de invierno y la verdad es que por ahora necesito cada instante y momento de paz que tenga la oportunidad de tener.

 

Los carnavales están a punto de llegar y con ella la fiesta que organiza Dani todos los años en su casa, aunque estos últimos no hemos podido asistir, pero esta vez sí. Necesitamos alegría en nuestras vidas. Por ello, llevo toda la semana ayudando a mi tía a organizar y decorar la casa, porque sí, mi primo no hace nada pero el merito siempre se le acaba llevando él.

 

 

El día señalado llega, después de desayunar cada una coge su respectiva mochila con todo lo necesario para hoy y ponemos rumbo a casa de mi tía. Cuando llegamos Natt se va al jardín a jugar hasta que llegue el momento de decorar los últimos detalles. Le encanta ayudarnos. Mientras yo voy a la cocina a ayudar a mi tía a preparar la cena y todos los aperitivos que vamos a servir. Como compensación del trabajo mi primo les regala una noche en un hotel, donde podrán relajarse todo lo que quieran.

 

Llega la hora de arreglarse y me pongo a vestir a Natt para después tener todo el tiempo para mí. La visto con un vestido azul de princesa, como es ella, una princesa, mi princesa. Cuando acabo con ella comienzo conmigo. Termino justo cuando comienzo a oír música en la planta de abajo y muchas voces por lo que doy por supuesto que la fiesta ha comenzado. Me acomodo la capa roja que llevo, me miro en el espejo y bajo a la planta de abajo.

 

      -       Madre mía, que pivón tenemos aquí – oigo que alguien me dice tras de mí.

      -       Que susto me has dado Isco – le digo al verle - ¿de qué vas? – le pregunto mirando de arriba abajo.

       -       De futbolista ¿o no lo ves? – me pregunta mientras se señala.

       -       Que original eres chico – le contesto con sarcasmo – así vas todos los días.

       -       Pues anda que tú – me dice mientras se ríe me agarra de la capa roja – De Supergirl.

       -       Muy original – le contesto mientras le saco la lengua.

       -       Sí, ya claro – me dice mientras se ríe y se marcha.

 

Llego al salón donde está todo el mundo y voy hasta la mesa para comer algo porque me muero de hambre y me dirijo hasta el jardín, que es donde están las mesas. Durante el camino me encuentro con varios jugadores y los saludos animadamente. Al llegar todo el mundo se gira a verme llegar. Y en el centro del grupo está Marco.

 

Y ahora entiendo la risa de Isco cuando le dije que mi disfraz era original, porque Marco iba disfrazado de Superman.

 

No sé si es el destino o la casualidad la que ha querido que hoy viniéramos disfrazados iguales o con un disfraz de pareja. Pero así es. Marco me mira de arriba abajo y se le escapa una sonrisilla ladeada. La verdad es que es una situación bastante graciosa, para que vamos a mentir, pero guardo la compostura. Me siento entre Pilar, sí las novias de los chicos estaban aquí, y Nacho.

 

 

La cena pasa tranquilamente, sin ningún acontecimiento que merezca la pena mencionar, salvo que Marco no ha dejado ni un segundo de mirarme. Ahora toca momento de fiesta y música. Los niños andan correteando por toda la sala jugando mientras los mayores nos dividimos en varios grupos para charla y a la vez bailar. Y como no, yo siempre alejándome de los problemas.

 

     -       Por cierto María ¿qué tal te sientes al vivir aquí? Te resultará todo nuevo – me dice Marcos.

 

Me quedo sorprendida por su pregunta, al igual que todos en la sala. Miro enfadada a Dani.

 

     -       ¿Se lo has contado? – le pregunto enfadada – Te dije que no quería que supieran que estaba viviendo Madrid. ¡Eres un bocazas Dani!

    -       ¿Estás viviendo aquí? – pregunta Marco de repente mientras me mira con los ojos abiertos de la sorpresa.

 

Y no es solo sorpresa lo que veo en ellos, sino también decepción. Y eso me mata, aún hoy en día me mata.

 

Como la otra vez, vuelvo a huir y me encierro en el baño. Cuando salgo la fiesta sigue y les veo bailar. Creo que han dejado pasar el tema y me alegro por ello. Dejo atrás todo lo que ha pasado y me uno a las chicas para bailar.

 

Suena por los altavoces una canción lenta y siento unas manos en mis caderas. En cuanto las siento sé inmediatamente quien es la persona que tengo tras de mí. Lo sé por el simple hecho que conozco su olor, su tacto, su manera de tocarme. Y me estremezco. Me giro lentamente hasta que nuestros ojos se conectan, le miro y veo que me invitan a bailar. Pero no puedo resistirme y comienzo un leve vaivén, un vaivén que nos envuelve a ambos y que nos transporta a otro lado, como si nadie más estuviera en el salón.




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