Mientras vemos el Atardecer - Libro 01

Capítulo 14

Una carta, una chica, una vida.

 

31 de Diciembre

Juntos abrazados, algunos tomados de la mano viendo las agujas del reloj que marquen las 12am y dar el feliz año, otros en video llamadas grupales, o con alguna persona cercana, pero lejos en este día, llorando, recordando los momentos felices de ese año, llorando, recordando aquel ser amado que se fue y no podrán volver a ver. 

Así de seguro estaban varias personas en ese momento mientras me encontraba durmiendo, estaba vez nos encontrábamos en la casa de mi tía, una de mis hermanas viajo con sus hijos y esposo hasta donde vive mi abuela para pasar este 31 de diciembre, debido a que ella vive lejos a donde normalmente nosotros vivimos, pero vive cerca de mi abuela y por eso se le hizo más fácil viajar a donde estábamos. 

***

—Tía Sofía, despierta— me encontraba en la cama, algo a dolorida, porque ese misma noche mi hermana, conjunto con sus hijos durmió en la misma cama, esta cama es lo suficientemente grande para que ella y sus hijos durmieran ahí conjunto conmigo, el problema era que ellos se movían mucho, cuando me acosté estaba en el lado izquierdo, pero mi hermana en la madrugada me hizo moverme al otro lado de la cama, en donde me encontraba mucho más incómoda, porque parecía que me iba a caer en cualquier momento. Gracias a Dios no fue así.

El que me intentaba despertarme era mi sobrino era el mayor de los dos hijos de mi hermana, el nació un día antes que mi cumpleaños, prácticamente es como un regalo de parte de mi hermana para mí, y creo que por eso somos muy unidos.

— ¡Buenos días! —, Si ya me levantare, vete tu mamá te llama. —le respondí entre dormida y despierta.

—Ahorita jugamos Minecraft.

—SII, horita déjame dormir —de ahí se levantó y se fue, me imagino que a donde estaba su mamá.

— ¡Despiertaaaa Flojaaaa! 

Eric, era mi primo de tan solo 6 años, en ese momento era una de las primeras veces de que mi madre lo mando a despertarme, apenas llevamos unos 6 días ahí, era un niño que a principio de bebe me agrada, quieto, tranquilo, sin problema alguno, no más tardo en caminar y hablar y se volví en el niño malcriado que es ahora. Cuando llegue era bien, no me hacía nada, pero apenas hubo confianza él se volvió una de las razones por las que me quería ir de ahí.

Aquí viene este de nuevo, como puede que un niño de tan solo 6 años me empiece a caer tan mal.

Nota mental: No tener hijos.

— ¡Ya voy! Cállate y vete —seguía acostada, solo quería dormir, me dolía la cabeza, vaya, que forma tan linda de iniciar el año.

— ¡Levantateee! ¡Flojaaa! —se subió a la cama y empezó a saltar —¡Levantateee!  

— ¡Ya! Déjame en paz o te acuso con tu mamá —me voltee y me senté en la cama mirándolo con el ceño fruncido, que le costaba llegar y decirme que me despertara y luego irse, NO, él tenía que fastidiar, porque mi madre se lo pedía con tal de que me levantara de una vez.

—No me importa —saco la lengua y seguía en lo mismo gritando que me levantara, la verdad, quería irme.

Estaba en un punto en donde no aguantaba estar aquí por el simple hecho de que habían problemas familiares que no convenían escuchar pero aun así los escuchaba, no por chismosa si no que era obvio que habían, a veces escuchaba ciertos comentarios acerca de estos problemas, y la verdad me hacía sentir incomoda, porque estaba como un mal tercio aquí. Por eso no me gustaba mucho venir aquí, porque en ocasiones pasa algo entre mis tíos, o con mis tíos y terceros. Pero en fin, no hablemos de eso.

—Ya me levantare, puedes irte alarma fastidiosa.

—Boba.

A penas salí pude ver a todos sentados en la mesa de la enramada, ya habían desayunado, en la mesa se encontraban mis padres, mi abuelo, mi dos hermanas y uno de mis sobrinos, mi padre me saludo con los buenos días solo salude con la mano porque me fui directo al baño a cepillarme. 

¿Les dije que estaba enferma? Antes de venir me había dado un resfriado, se me había calmado, pero al llegar aquí me enferme otra vez, el clima de aquí no ayudaba mucho.

Así que por eso en ciertas ocasiones me dolía la cabeza y no tenía ganas de hacer muchas cosas aquí, porque siempre me encontraba cansada. Mi mamá me mandaba a tomar unas pastillas que me ayudarían, aparte me hacía tomar un té que sabía demasiado amargo, aunque le echaras suficiente azúcar seguía amargo. 

Si estuviera en la comodidad de mi casa, ya estarían bien sin ningún problema. Hasta posiblemente seguiría durmiendo.                                                                                       

Ya me encontraba sentada cerca de donde estaban todos en eso de la casa sale mi cuñado, con  todos los cabellos alborotados, con el venia mi sobrino menor igual como él con todos los cabellos alborotados. 

—Buenos días, Feliz año, Feliz año, Feliz año…—apenas llego, saludo a todos y les dio el feliz año.

—Pero como duermes ustedes, todos salieron con el cabello alborotado. 

Al parecer cuando mi hermana se levantó también estaba así, que raros son. 




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