Mientras vemos el Atardecer - Libro 01

Capítulo 15

Me encontraba en la tienda, esta casa antes era de un tío que tenía una pequeña tienda, muchas personas compraban antes aquí, pero ahora no, creo que eso se debe a que antes el vendía cerveza tenia siempre un equipo de sonido que tenía la música a todo volumen, eran canciones que a él le gustaba o que los clientes le pedían. Ahora los más frecuentes son unos niños, que con lo mínimo que tienen lo compran en comida. 

A veces vienen personas a comprar cosas mínimas, o vienen amigos de mi tío el —marido de mi tía—a comprar, se quedan solo conversando y comen galletas saladas con refresco. 

Cuando no tenía nada que hacer me quedaba en esta tienda, veía que llegaba dinero, pero aun así, no me dieron nada. 

Estando ahí, solo veía personas pasar, carros, motos, personas en bicicleta. Era demasiado aburrido aquí, es campo así que lo he emocionante era ver como mis primos de misma edad corrían detrás de una culebra para matarla, fue cómico ver como una  culebra se burlaba de ellos dos, tranquilos no les paso nada. 

Lo único que pude tener de este logar fue un sacapuntas, que tiene forma de astronauta o algo así, que se lo pedí a mi tío días antes de irme. Ese día me sentía bien, me gustaba venir a la tienda porque quedándome ahí nadie me diría que hiciera otra cosa, solo por estar pendiente en la tienda. 

***

Hoy era un día soleado mi hermana y yo habías decidido hacerle compañía a mi abuela, unos días antes de irnos de regreso a casa. Mi abuela es una persona que no descansa, siempre tiene que hacer algo así que la ayudamos a limpiar la casa, cocinar y cortar verduras. 

Ya habíamos almorzado así que nos encontrábamos reposando la comida, mi hermana y mi abuela se encontraban todavía en la mesa en donde habíamos almorzado al parecer estaban conversando de algo, no les preste mucha atención, yo me encontraba sentada en el mismo lugar del otro día, admirando el paisaje esta vez no había tiempo de lluvia, habían nubes blancas soplando aire fresco que bueno porque o si no hubiera mucha calor, estaba tan tranquila viendo el paisaje sin pensar en nada cuando a mi mente llega el día en que Adán fue a la casa por primera vez, los nervios que sentía el día en que lo vi detrás de la ventana de la puerta vaivén, también el día en que vimos el atardecer, escuchando la música que al parecer pedía según Adán,  que vergüenza ese día tenía la marca de la cobija en la cara. 

Me reí por lo bajo, ese fue un lindo día. Día en que vimos el atardecer por primera vez. Espero que cuando regrese, él no me pregunte por lo que le iba a decir el otro día.

— ¿Sofía, que me ibas a decir el otro día?

—Ohm…de que estoy enamorada de ti

— ¿En serio? Porque yo también lo estoy de ti

Se casan, compran su primera casa y viven felices juntos, con muchos gatitos.

Ok, deja de pensar en esas cosas, no te ilusiones Sofía Clark, cálmate un poco.

En serio, sentarme aquí me hace pensar en cosas locas. 

— ¿En qué piensas? —salte de la impresión —Ay chica me asustaste.

— ¿Qué? Por lo fea

Por lo fea 

—Sí, ¿cómo sabes? 

— ¡Estúpida! Ya en serio en que piensas.

—En nada, solo miro el paisaje.

—Aja, el paisaje. Sofía acaso crees que nací ayer, se perfectamente que te pasa algo, soy tu hermana te vi nacer.

—Sabes, es que este dolor de cabeza…—no termine de hablar porque mi hermana me interrumpió, que grosera. 

—Para eso hay pastillas o te tomas una taza de café y listo, pero yo sé que a ti te pasa algo más, así que dime, cuéntalo, escúpelo niña —Escupe—Cuando te dije que escupieras no te dije en forma literal. 

—Ay, perdón entonces.

—Ya en serio que te pasa, te veo mal.

—Pues sabes el otro día que fuimos al café. —Sí, lo recuerdo como si hubiera sido el año pasado. 

—Ya Oriana en serio.

—Está bien, cuéntame.

—Pues ese día digamos que estaba a punto de decirle a ya sabes…

—No, no sé, por eso creo que me estas contado.

—Entonces déjame contarte, ese día estaba que le decía a Adán de que el me gusta —le confesé en voz baja.

— ¡¿Qué?! —le tapó la boca para que no siga hablando

— ¿Qué paso?

—Nada abuela, tranquila. —Esta bien, no se anden molestando, porque eso no es de jovencitas como ustedes.

— ¿Por qué gritaste?

—Porque me estabas contando el casi el error de tu vida. —me impresiono en la formo en que lo dijo, lo dijo en forma algo apenada. —Porque lo dices así.

—Una vez, le envié a un chico que él me gustaba y sabes lo que paso, pues él me mando a la zona de amigos, fue algo que me dolió mucho, porque en serio me gustaba ese chico.

—Oh, no sabía de eso. 

—Qué bueno, que no le enviaste eso Adán, ¿no le enviaste eso Adán verdad?

—No, no se lo envié, mira te muestro la conversación.




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