Estando el mirador las estrellas se podían apreciar mucho mejor, no le he vuelto a decir a Oriana que me lleve de nuevo. Últimamente está saliendo demasiado, no sé porque me extraña, si ella ha sido así siempre.
En ese lugar, pude olvidar por un momento mi realidad, mi concentración iba de ver las estrellas y si me quedaba muy quieta podía sentir como se movía el planeta tierra.
Me encanta ver las estrellas, porque pronto sería una de ellas. He pensado en volver a ir sola, irme caminando, no tengo auto, no se manejar bicicleta, mejor dicho no tengo una. Y jamás creo tener una. Tengo una idea. Soy buena con las ideas, haciendo planes, o eso me gusta pensar, porque en mi mente se escuchan alucinantes.
Cerré el libro que fingía leer, lo coloque en mi mesa de noche. Me cambie de ropa, un suéter morado, pantalón, me coloque mis zapatos. Entre a la habitación de mi madre, eran las 10:00pm.
—Señora mamá, saldré—. No entre en detalles a donde iría a esta hora, se encontraba sentada en su cama jugando Candy Crush, jamás entendí ese juego, lo intente jugar, me aburrió, por eso se lo deje a mamá. Su cara era de sorpresa.
—Oh, hija es algo tarde y tu sola por ahí, no creo que sea seguro.
—Le diré a Alejandro que me acompañe—. Tome una copia de llave de la casa que me corresponde, con un llavero de Batman Lego, cerré la puerta detrás de mí. Fije mi mirada en la casa del frente, ahí vive mi primo, confieso que en ocasiones me veo responsable por él, a veces se pasa de tonto.
—Alejandro, Alejandro, Alejandro—. Toque tres veces, nadie salió. Me quede un momento ahí, frente de la puerta, esperando que alguien haya escuchado mis toques, intente llamar de nuevo, en eso momento la puerta se abrió.
— ¿Dónde está tu hermano?
Era mi prima, llevaba puesta su pijama, con el logo de una aplicación de música, en donde suele subir videos bailando pequeños pedazos de canciones, que se han vuelto popular por ello, sin contar que siempre se la pasa bailando, si así se le puede llamar cada que está haciendo pasos extraños, su cara era como si viera al mismísimo fantasma enfrente de ella.
—Sa…salió—. Su voz era claro de alguien nerviosa, asustada, la última vez que la vi era una pequeña, y ahora es casi una adolescente, no ha cambiado mucho su personalidad en parte querer siempre tener la razón, ella y Alejandro son tan distintos.
—Está bien—. Me di la vuelta, mi idea salió mal o eso pensaba. — ¡Sofía!
Era Alejandro, de inmediato se fue hacia mí para darme un abrazo. Como detesto los abrazos. —Como te extrañe, ya no sales de esa casa, bueno si lo haces pero solo como por una hora.
Seguía abrazándome, como me incomodan los abrazos.
—Alejandro, iré a dentro, le diré a mamá que…llegaste—. Hablo su hermana.
—Suéltame, ir a fiesta no quita que aun así no tengas novia, y yo tenga más probabilidades de encontrar pareja primero que tú—. No aguantaba tanta cercanía que me incomodaba. —Suéltame ya.
—Claro la Sofía comediante que conozco—. Me soltó y se volteo a su hermana—Si dile a mamá que llegue y que Sofía está aquí…
—No—. Lo interrumpí.
— ¿No? —pregunto.
—Solo dile que llego y volverá a salir…—. Era yo quien hablaba con ella ahora.
—Sí dile que saldré de nuevo, soy mayor de edad, ya no me puede tenerme aquí por mucho tiempo. Encerrado, enjaulado, prisionero en esas cuatro paredes, sin duda lo que pasó Asterión no es nada comparado con lo mío.
Coloco su mano derecha sobre su frente haciéndose ver más dramático. Todo eso lo dijo en forma exagerada, por lo que escuche llego un primero de Enero a las 11 de la mañana —siendo menor de edad— su madre no sabía dónde estaba, a partir de ahí fue más estricta con él a la hora de salir. En fin, esa es otra historia.
— ¿Y eso que me has buscado? ¿A dónde iremos? Admito que esto es un poco raro Sofía, tenías tiempo sin hablarme—. Estaba entusiasmado, al igual que Oriana le gusta salir a donde sea que la inviten, por mi parte, soy todo lo contrario, invento mil excusas para salir, aunque siendo realistas, nadie me invita a salir.
—Me acompañaras a un lugar, para que señora mamá no se preocupe—. Me limite a decir, no quería explicar a donde iríamos, porque sencillamente no sabía dónde quedaba el lugar, si sabía, solo que tenía unas dudas, que se resolverían durante el camino. Empezamos a caminar. El camino es algo largo, muy largo caminando, si decides ir a pie, aun así estaba dispuesta a ir de nuevo
—No me has dicho a dónde iremos, ¿A caso es un lugar secreto?
—Se puede decir—. Ya empezaron las preguntas. Quería evitar preguntas dirigidas a mí durante el camino. — ¿Qué paso en el instituto durante eso dos años?
Seguíamos caminando, si no me equivoco vamos por la mitad de camino, me detuve por un momento mi corazón latía muy rápido. Me costaba un poco respirar también, solo me pasaba durante el mes de recuperación, fue como si durante esos dos años, me hubiera desconectado de mi cuerpo, vuelvo y no sé cómo controlarlo.
—Estoy cansada—. Mi cuerpo no está acostumbrado hacer el mayor esfuerzo, fue mala idea caminar.
—Ven sentémonos aquí—. Nos sentamos en una vieja parada de auto bus, empecé a controlar mi respiración para relajarme, iré otro día a ese lugar. — ¿Qué hiciste durante esos dos años?