13 de diciembre
Una semana exactamente, desde la noche en el mirador, no he ido, me he estado haciendo el habito de caminar alrededor de un estadio todas los días por la mañana al principio se me hizo difícil, daba dos vueltas y me agotaba rápido, se me es fácil ir temprano en la mañana, no suelo dormir bien, me decido levantar de mi cama, Oriana seguía durmiendo, como ama dormir esa mujer, son las 6:30am.
— ¡Buenos días hija! Despierta tan temprano hoy, te felicito.
No dormí nada, si un poco, pero no lo necesario.
— ¿Caminaras hoy de nue…? Lo siento—hizo a preguntar. Cubrió su boca con su mano derecha, luego la bajo para decir algo más.
—Nada de preguntas, pero te quiero decir que me alegra que tomes la iniciativa de ir a caminar en las mañanas, te hace bien a ti.
—Lo sé, señora mamá—asentí, con una sonrisa de boca cerrada.
Termino mi taza de café y la dejo en la encimera de la cocina, me levante de la mesa de la cocina para ir a su habitación, para usar su baño, antes de llegar a este me tuve frente al espejo oculto en la puerta de su viejo armario, mis ojos estaban en vueltos con ojeras notables, estaba algo baja de peso, normalmente soy alguien te compostura gruesa, no he estado comiendo bien, no he dormido bien, no estoy bien, agradezco que desde que desperté no me han presionado para ir al instituto de nuevo. Mi cabello esta largo, la última vez lo tenía corto.
— ¿Qué te paso Sofía Clark?
¡Esa pregunta de nuevo! cuando me detengo para ver como estoy, como me veo, dejo mi mente en silencio y esa pregunta siempre resuena en mi mente, —No tengo puta idea. ¡Mierda!
Golpee el borde de madera del espejo con mi mano completamente abierta. —Deja de preguntar, no entiendes que no sé qué me paso. Tú debes saberlo, mejor que yo.
Siempre era una voz diferente a la que suelo usar en mi mente, una voz clara, como si alguien me hablara muy cerca al oído. Es una sensación extraña.
— ¿Qué te paso Sofía Clark?, ¿Qué te paso Sofía Clark?, ¿Qué te paso Sofía Clark?
Esta vez la escuchaba más seguido, la escucha una y otra vez, ¿acaso nadie más la escucha? Esto parece una eterna tortura.
— ¿Qué te paso Sofía Clark?
Seguía mirando el espejo, mi vista se nublo. Envolví mis manos en puños, sentía como las uñas molestaban en la palma de mi mano por la presión que tenía en mis manos. Ese fue el último golpe que le di al espejo.
— ¡Ya!
Esta vez no fue el borde, fue el cristal, un golpe seco hizo eco en la habitación entre el golpe del viejo armario y la pared, trozos de vidrio en el suelo, sentía algo en mi mano derecha, era sangre. Mi vista seguía un poco nublada. Comencé a marearme, no podía ver, mis ojos estaban llenos de lágrimas. Percibí la presencia de alguien más, empecé a dar pasos pequeños hacia atrás todavía mareada y caí al suelo.
— ¡Sofía! Tranquila, cuidado. ¡Oriana! ¡Oriana ven a ayudarme! —. Oía a la voz preocupada de mi madre en la lejanía, estando tan cerca. —Tranquila, todo estará bien.
Oscuridad, es lo que podía ver, sentía la mano de alguien más sosteniendo la mía, no pude ver quien era, note que no estábamos solos, poco a poco pude ver que alguien se acerca, con una luz que lo seguía, estaba lejos de nosotros, tenía puesto un tipo de traje negro, que cubría todo de sí, incluso su rostro, me equivoco no era un traje, era una capa, como…¿caperucita roja?, en este caso no era una simple niña, era una mujer, con una capa negra, pude ver un poco de su cabello negro, estaba frente de mí, la mano que sostenía la mía apretó su agarre al momento de ella acercarse, sus ojos eran negros, como la oscuridad a nuestro alrededor, pude ver un poco de su piel morena, y lo único que se atrevió a decir fue…
— ¿Qué te paso Sofía Clark?
La persona que sostenía mi mano lo hacía con demasiada fuerza, ocasionando que me lastimara, estaba más cerca, sus ojos no paraban de mirar los míos, como si quisiera decirme algo, como si obsérvalos, respondería su irritable pregunta.
Desperté, el sonido del monitor de signos vitales me trajo a la realidad, estaba de nuevo en una habitación de hospital, mi cara estaba del lado contrario de la puerta, lo primero que percibí es que alguien sostenía mi mano, no pude ver quien era, quien más estaba ahí conmigo.
—Maribel, Sofía despertó—. Intente voltear mi cara para ver quién era por fin, no lo logre. Su voz era la de un chico, la de uno que no conocía, creo que ha de ser otro enfermero. Se fue por la misma puerta en la que entro mamá.
—Dios mío Sofía, no sabes el susto que me diste, agradezco que estés bien—me dio un beso en la frente, era algo nuevo de mamá.
—Estoy bien—me limito a decir.
—Creo que no se va a poder Jovencita. Se en que estás pensando, no te iras de aquí todavía.
Era el Dr. H, prefería decirle así su apellido es difícil de pronunciar y no se imaginan al escribirlo (Harguindey), él fue quien me atendió el día del accidente, tomo mi caso, cada que me pasa algo, él siempre está dispuesto a ayudar, se conoce en mi familia como el Dr. H, antes trataban de pronunciar bien su apellido pero no lo lograban y por eso sugerí decirle así.