— ¡Amigo! ¡Amigo! ¡Amigo!
—Creo que ese es tu dueño, quien grita tu nombre, creo que es el momento de despedirnos. Tú quédate aquí, yo volveré a casa. Un gusto volver a verte Amigo.
Me doy la vuelva y empecé a caminar para regresar por el camino en donde había llegado, en eso escucho que alguien habla. Era la voz de un chico.
—Ay dios, estas bien, que susto me hiciste pasar, perro baboso. Ven a aquí, sabes que te quiero mucho. No vuelvas a irte tan lejos de mí. —sonaba preocupado.
Me detengo, mi piel se eriza, esa voz me suena conocida.
—Maribel, Sofía despertó…
El dueño de Amigo no se dio cuenta de mí. O eso creí.
—Oh disculpa, muchas gracias por tener a mi perro, perdón si causo problemas… ¿Sofía eres tú?
—Disculpe no lo conozco, ya me voy—. Dios mío, es alguien que me conoce, o a mis padres, tal vez vendrá con esas preguntas, odio aquí. A veces quiero escaparme e ir a algún lugar en donde nadie me conoce. Siento que viene hacia a mí a pesar de estar de espaldas, ahí es cuando correr.
—Mierda, Mierda…
—Amigo, ve por ella—. Habla el chico de voz conocida.
Me alcanza y se detiene enfrente de mí, también me detengo.
—Por un momento me agradabas, ya no. Ve para allá, ve, ve…—vuelvo a retomar el camino, confiando que su dueño se olvide de mí, hasta que siento una mano en mi hombro, lo único que se me ocurre es empezar a correr de nuevo. No lo hago, me quedo inmóvil.
—Sofía soy yo, ¿No me recuerdas, verdad?
Fue mala idea venir, no debí venir, me moriré ahora, tal vez por el frio que está haciendo aquí arriba, por correr demasiado. Lo peor es que no hago nada, sigo de espaldas a él. Sin moverme, sin decir nada. Si no me muevo, no me ve.
La voz: ¿Qué estupidez acabas de decir?
La voz: ¡Déjala en paz!
—Sofía, soy yo, ¿no me recuerdas?
Estaba temblando temía por lo que fuera a pasar, mi mano empieza a doler demasiado, respiro, cierro los ojos por un momento. Decido dar la vuelta, mi vista se pasó por sus ojos grises y su cabello castaño con unos rizos que se me hacen hermosos a plena luz de noche.
Me armo de valor y decido enfrentarlo. — ¡Basta! Tengo muchas preguntas en mi cabeza. ¡No sé quién eres, no recuerdo nada! Lo siento. —sin explicación alguna empiezo a llorar.
—No te disculpes, para eso estoy aquí, te ayudo a responderlas, soy tu amigo, acabas de conocer a mi perro que se llama Amigo, se llevan muy bien. Aunque en realidad no es mío, es tu…de alguien más, de alguien más…
—No. Elliot. No necesito ayuda…espera, ¿te llamas Elliot?
¿Cómo se su nombre?
La voz: Es una persona importante para ti, Sofía Clark…
¡Es Elliot Johnson!
—Sí, me recuerdas. —dijo en un susurro. Había un cierto brillo es sus ojos al mencionar su nombre.
— ¿Cómo se tu nombre? ¿Quién eres tú? —. Estaba a punto de darme un ataque de pánico. Me aleje un poco del extraño llamado Elliot. Un dolor de cabeza de nuevo.
—Creo que se debe a que hemos estudiado juntos, por eso recuerdas mi nombre, me sentaba siempre en el puesto delante de ti. —se acercó más a mí y coloco sus manos en mis hombros.
Un trueno de nuevo, empiezan a caer pequeñas gotas de lluvia, estaba lejos de casa con este chico que al parecer conozco.
¡Es Elliot Johnson!
—Me iré a casa—. Empecé a correr. Sin contar los minutos termine de bajar, ahora solo era ir derecho a casa por esta avenida tan solitaria. Me daría un resfriado, porque entre más corría, más llegaba la lluvia. Mi respiración no ayudaba del todo, aun así seguía corriendo. No me fije bien en el camino y me resbale con un charco de lodo.
—Mierda, mierda.
Otro trueno, me levanto y me quedo de pie, pensando que hacer. En eso escucho un auto a cercarse. Se detiene a mi lado.
—Señorita Clark, ¿qué hace por aquí a estas horas?
La lluvia empezaba a cesar, la mire. Preocupación en sus ojos, era la enfermera de turno de noche.
—Estoy bien. —me seguía manteniendo de pie, pensando que hacer.
—Tranquila, no le diré nada a su madre que salió. Suba por favor. —abre la puerta del copiloto para que me suba. Le obedezco subo al auto empapando todo el asiento, sin contar que también lo estoy llenando de barro.
—Señorita...
—Dime Sofía, por favor. Eso de señorita no me gusta mucho.
—Está bien, debo decir que seño…Sofía, no es bueno salir de noche sola y menos con un tiempo de lluvia. Aunque es raro, el clima en estas fechas es frio, no tan lluvioso normalmente, eso es lo quiero decir. —empezó a conducir de camino a casa, viendo el camino por la ventana se notaba como dejaba de llover. Era extraño, todo es tan extraño ahora.
—Lo sé, lo que pasa es que…quiero ver las estrellas y en el único lugar en donde las puedo ver bien, apreciar es allá. En mi casa no se aprecian tanto.