Me encontraba en la cocina con mi madre, tomando un té verde, no es de mis favoritos, pero tengo que, ya que la otra noche me enferme, el trato es tomármelo hasta que me cure y se me quite el malestar.
Regresando a ese día, recuerdo a Elliot Johnson, es increíble en como lo recuerdo, al despertar constantemente me preguntaban si recordaba a estas personas: Victoria, Isabela, Luca, pero por el que más preguntaban era por un chico llamado Adán Cooper, es a quien menos recuerdo, a los demás a los pocos días los recordé, pero ellos se olvidaron de mí.
—Mamá, ¿Conmigo estudiaba un tal Elliot Johnson?
Se tensa por un momento. Ella se encontraba de espaldas, esta cocinando. —Sí, creo que si ¿Por qué preguntas?
—Lo vi ayer. Por eso pregunto, él me dijo eso, tiene un perro, de raza Golden muy lindo, se llama Amigo.
Mi madre no voltea a verme, algo me está escondiendo, no quiere que la mire a los ojos. — ¿Dónde me dijiste que lo viste?
—En el mirador. Ayer en la noche. —le dije la verdad, quiero que sepa que en las noches iré a ese lugar para que no se preocupe.
—Tiene sentido te bañaste en la lluvia, y agarraste un resfriado, sabes lo que pienso de ello Sofía. Y es raro este tipo de clima, en estas fechas, aun así eso no es excusa.
—Lo sé—tome un poco más de mi té—, pero aun así te digo que todas las noches iré para allá. Te estoy avisando.
Para este momento voltea a mirarme. —Me alegro porque quieras salir de esas cuatro paredes. ¿Pero tienes que ir tan lejos? Por lo menos deja que Oriana de lleve y te traiga de regreso, ¿Si?
—No. Esto es algo que quiero hacer sola, y aparte Oriana está pendiente es sobre de la boda.
—Ni tan pendiente. Le he dicho que va hacer y me responde con sus no sé, no se…
—Ya sabes cómo es ella. —Di otro sorbo de mi té, ya lo acabe.
Nos empezamos a reír. Ya faltaba pocos días para que finalice el año, solo estuve despierta de este año pocos meses, de octubre, hasta ahora diciembre. Lo único que he hecho es buscar respuestas, estoy cansada de ellas, quiero vivir un poco, pero a mi manera.
Si tan solo tuviera una esperanza.
Una razón para seguir.
¿Qué me prepara el próximo año?
La voz: Una esperanza, no hay ninguna, una razón, tampoco lo hay
***
31 de diciembre 2022
Llevo puesto un vestido azul oscuro que me llega hasta las rodillas, mis convers negras, cabello suelto, un poco de maquillaje por petición de mi mamá, accesorios dos simples pulseras, una roja y una negra. Aparte el reloj que mi hermana mayor me regalo cuando desperté.
Llego la hora de la cena, sentía una presión tan grande, sentía que me estaba ahogando, como si me faltara la respiración, de tan solo pensar que al cruzar ese pasillo estaría mi familia esperando la hora para cenar, sentados juntos en familia, su atención dirigida a mí, a quien quedo en estado de coma y no recuerda nada, a quien tenía muchas metas por cumplir y todas se vieron pausadas por ese accidente. Si tan solo supiera porque estaba en ese lugar, que decía esa carta.
La voz: Deja de pensar en eso, tengo hambre.
Me encontraba en la habitación de mi madre, de pie frente al espejo que rompí, esa voz de nuevo, creo que también tengo que evitar espejos.
— ¿Sofía estas aquí?
La voz: No pasa nada, tomate tú tiempo.
Salgo de la habitación, llego a la puerta vaivén y las empiezo a escuchar.
—Mamá, mamá, Sofía está loca, loca, como tú siempre dices, fui a ver si estaba en la habitación de tía y así fue, solo que le hablaba y ella no decía nada, solo se quedaba viéndose al espejo, su mirada era de una…
No soporte más y abrí la puerta con todas mis fuerzas, haciendo que esta al chocar con la pared hiciera un fuerte sonido, asustando a todos. Camine directo a mi lugar en la mesa. Me senté al lado de mi madre, a desgracia mia, quedando de frente a mi tía. Su hija sentada a su lado, y de ella Alejandro. Ella se acerca a su madre para susurrarle algo al oído.
—Ves está loca, mira su mirada…
Desvía su mirada a otro lado, empiezo a comer, y ella cree que no noto como evalúa mi comer, mi caminar, mi hablar.
Sé que piensas sin entrar en tu mente, te he estado estudiando, no eres quien yo creía que eras, eres mala. Siempre lo has sido.
Hace varios años atrás
—Mami Ari, llévame a donde Alejandro quiero jugar con él.
—No cruces sola, están pasando muchos autos por esta calle, debido a que están arreglando algo de la avenida principal.
Espere un rato, mirando por las ventanas de la puerta hacia la casa de Alejandro, me entusiasma mucho jugar con él, tiene tantos juguetes.
—Vamos, toma mi mano.
Ya estaba adentro de la casa, en la pequeña habitación de mi primito, ya pronto empezaríamos a jugar. Buscamos una silla, Alejandro se subió en ella y bajo todas las cajas, cada una correspondía a una serie de juguetes. Los sacamos todos, la pequeña habitación se había llenado de ellas, mientras que los tenía ordenados, Alejandro no le tomaba importancia tenerlos en cualquier lugar de la habitación, ocasionando que esta se viera muy desordenada.