03 Enero 2023
En la casa antes de salir al mirador, me asegure de revisar si habría tiempo de lluvia, me estaba preparando para cualquier cosa que pasara en el mirador, estuve pendiente de la señorita del clima en las noticias y según ella no abra lluvias hoy en la noche, en mis audífonos podrías escuchar la canción Un bacio mezzanotte de Quartetto Cetra.
Qué curioso hoy hay luna llena. Llegue al mirador había alguien más ahí. Vi como movía los labios, no escuchaba nada de lo que decía. Me los quite, después escucharía mi canción italiana favorita. Ahora quiero solo escuchar la voz de este chico.
— ¿Qué acabas de decir?
—Te estaba esperando Sofía, sé que no somos cercanos, pero me ofrezco…—. No entendía lo que pasaba, este chico de la nada me habla de esa forma, se está arrodillando.
¡Se arrodillo!
¿Alguien que me explique?
Me puse nerviosa ¡¿qué rayos estaba haciendo?!
¿A caso me propondría matrimonio? Le diré que no, es muy pronto,
¿Qué estoy diciendo? Ni lo conozco.
Se me ocurrió lo más Sofía Noé Clark Parcet que se me pudo ocurrir.
Correr en círculos, y gritar. — ¡Ayudaaaa!
Algo inútil porque no había nadie alrededor. A excepción de este chico arrodillado y yo corriendo en círculos como una tonta, como si eso hiciera la diferencia en algo. No hacia diferencia en nada, claro está, pero era divertido.
—Sofía no es lo que piensas…también estoy nervioso, tranquila. No es nada malo, jamás te haría daño…
Él se había quedado arrodillado en el pasto, cuando solo corría, ahora está te pie.
— ¡Ayuda, ayuda, ayuda!
—Sofía te puedes calmar, no te hare nada malo. Yo decía que...
— ¡Ayuda, ayuda, Ayudaaaa!
—Sofía, deja de correr no te hare nada malo, sé que te extrañaba mucho, pero se me había olvidado lo estresante que podías llegar a ser a veces.
Ahí me detuve, deje de correr en círculos
¡¿Qué acaba de decir?!
— ¡¿Disculpa?!
Me voltee, quedando frente a frente, mis manos a los lados como puños.
— ¡Ay no! No me pegues, por favor. ¡Ayudaaaa!
Como mi personaje favorito de televisión, coloque dos de mis dedos el índice y el medio en mi cabeza, lo miraba fijamente. Desde mi lugar. El quita sus manos que tenía alrededor de su cara con las que se protegía de mí.
—Sofía—. Estaba confundido—, ¿Qué estás haciendo?
—Si uno fuerzas lograre explotar tu cabeza, por la estupidez que acabas de decir, ¡pequeño Elliot Joel Johnson Zelaya!
— ¿Pequeño? No puedes hablar de tamaño aquí, soy más alto que tu enana. Que por cierto, recuerdas mi nombre completo, eso es lindo.
—Fuerzas, fuerzas. —Seguía en lo mismo.
Coloco sus manos en mis muñecas, y empezó a bajar mis manos poco a poco.
—Ya basta, lo que te quería decir es que me ofrezco a cuidar de ti, estando tú aquí en el mirador o donde sea, si te fijas bien, no hay más personas por todo esto, todas en sus casas, probablemente durmiendo y no quiero que te pase nada. Me preocupo por ti Sofía Noé. Como amigo, claro.
Soltó mis muñecas al finalizar, se alejó un poco de mí, está demasiado cerca.
Con lo último note que se puso rojo, que tierno se ve así.
¿Qué estoy diciendo?
—Está bien, ¿te la quieres dar de guardián?
—Si tú lo quieres tomar así. Si, te puedo acompañar, si quieres no digo nada. Solo te haría compañía, para que nada malo te pase. Solo quiero cuidar de ti. ¿Hay algo por lo que no pueda hacerlo? Ya lo hice…nada, nada. ¿Qué estoy diciendo? Perdón, estoy algo nervioso por lo que dirás y a veces digo cosas locas. ¿Si me entiendes?
La voz: No puede ser ¿alguien te iba a contar todo antes yo?
La voz: Cállate mejor.
—Sabes, te propongo algo. Si te soy sincera, no sé quién es “Elliot Johnson”, solo sé que es el chico que se sentaba en el puesto frente a mí. O cerca, siempre te sentabas cerca, ¿acaso te gustaba?
—Yo…Ehm…NO.
— ¿Nervioso Elliot Johnson?
Me acerque más a él, abrí mis brazos, y le di un abrazo. El correspondió el mismo. Hasta incluso empezó apretarme.
—Gracias, es la forma más rara, que he iniciado una amistad, y te agradezco que quieras serlo. Ser mi amigo—. Coloque mis manos en su cintura, para alejarlo y tratar de terminar dicho abrazo.
—No hay de que, pequeña…
Dejando un espacio entre nosotros, lo golpee en el pecho.
—Auch, no me pegues Sofía.
Volvió hacer mi maniobra de antes.
—No Sofía no, ¡Ayudaaaa!
Empezamos a correr en círculos, el adelante gritando por su vida y yo no para de reír. Tanto que ahora me duele la barriga.