Años atrás
Me encontraba caminando, dando vueltas por el instituto antes de entrar a la última clase.
—Sofíaaa…—Escucho mi nombre en forma de un cantarín y un poco la voz dolida o temerosa. Un poco teatral de su parte.
Volteo a verlo, para preguntar que necesita. — ¿Que tienes Elliot?
—Tengo miedo.
— ¿Miedo de que? —pregunto sin tener idea de lo que está ocurriendo.
—De la profesora, Sofía.
Hoy teníamos una evaluación con la profesora de geografía, materia en la cual no me iba muy bien, aparte la profesora no me agrada. Por otro lado, Elliot podía estar tranquilo, pues en la clase pasada él y un compañero no paraban de participar. Empezamos a bajar las escaleras y caminar por una parte del planten.
Cerca de las gradas podía ver a Adán sentado muy cerca de una compañera de su clase con vista a su teléfono se ve que son amigos muy cercanos.
—No es por desearle mal a la profesora, pero ojala se enferme...—. Confiesa Elliot de pronto.
—No una muerte, no seamos tan malos, pero sí que le pase algo como que… ¿se le rompa una pierna?—. Solo le seguía la corriente, no gano nada deseándoles el mal a las personas. Mucho menos a una profesora.
En eso me fije que la profe iba con la llave del salón y ya se acerca a las escaleras.
—Sofía protégeme. —era un Elliot con cara de borreguito, que tierno, no paraba de mirarlo. A veces este chico me resulta interesante y unos cuantos insoportable.
—Está bien—acaricie sus rizos—, yo te protejo, pero ¿quién me protege a mí?
Me cruce de brazos, fingiendo enfado. Empezamos a caminar para subir las escaleras que nos daban entrada al pasillo en donde se encontraba nuestro salón. En donde estaba esperándonos la temible profesora de geografía.
—Hagamos esto, yo te protejo, si tú me proteges Sofía. —extendió su mano, para sellar el trato.
—Si Elliot. —alce mi mano derecha, con la palma abierta.
—Yo Sofía Noé Clark Parcet, prometo que protegeré a este noble chico Elliot Joel Johnson Zelaya, de cual mal se presente, hoy, mañana y siempre. Seré su refugio, seré su amigo, seré su aliado, Es una promesa. —finalice, hasta incluso creo que exagere, esto era divertido.
Empezamos a reírnos, nos sentamos en nuestros lugares, que por cierto no son asignados. Siempre quedábamos igual, él en el puesto de adelante y yo en el puesto de atrás. En donde tenía vista de todo lo que sucedía en el salón. Quiero aclarar que ninguno de estos idiotas me agrada.
No supe el poder que tenía esa promesa.
Hasta ahora.
Febrero 2023 - Actualidad
Elliot Johnson
Hablábamos de nuestras cosas favoritas, me queda muy en claro que a Sofía le gustan las estrellas, observarlas, no sabe mucho de ellas, hablando teóricamente, pero disfruta verlas.
—Me gustan las estrellas porque pronto me convertiré en una de ellas. —Me confeso una noche.
El mapamundi se le hace más fácil hacerlo que hacer el mapa de nuestro país, le gusta escuchar música, no tiene un género especifico, no tiene un cantante especifico favorito, le gusta de todo un poco de canciones de los 60s hasta uno que otra de la actualidad, libros eso también se puede aplicar en los libros, películas de comedia a una de ciencia ficción.
Una de ellas me llamo la atención, afirmo que le gustan mucho los juegos de mesa, y lo triste de esto es que nunca tenía con quien jugar. —No tengo amigos. Finalizo ella.
Cruzamos miradas, nos mantenemos así por un rato, mirada con mirada, creo que soy algo lento.
Desde hace más de tres años Sofía me llama la atención, he estado cuidando de ella, desde estar sentado en un puesto adelante en el salón de clases, a ir todos los días a leerle poesía en una habitación de hospital ver como pasaban los días, estaba al tanto de ella durante ese tiempo, esperando que despertara, abriera los ojos y pedir perdón, es algo que ella no sabe. Y no creo jamás decirle por qué iba todos los días…es un secreto…la culpa me comía vivo…y me dolía verla así.
Se sienta, empieza a buscar en su bolsillo algo y me lo ofrece. —Toma. Es para ti. Es una pulsera tejida.
No podía ver bien de qué color era, estamos en el mirador, la única luz aquí es la luna y las estrellas; y hay nubes cubriéndolas. Aun así estamos aquí, iba a llover o eso parece. Qué raro era el clima por aquí.
—No sabía qué hacías pulseras, me sorprendes pequeña.
—Después del accidente, he tenido algo de tiempo libre, cuando me siento bien busco cosas interesantes que hacer, me dio curiosidad se me hizo fácil al hacerlo—. Hizo una pequeña pausa, miro por varios segundos el cielo, hice lo mismo—, así que fui a una tienda en donde venden hilo chino, compré ese hilo rojo, fui a casa y la hice…
—Especialmente para mí, no sabía que era especial para ti Sofía. Me halagas. —Por un momento, me sentí especial. Y lo digo, solo por un momento.