Me encontraba desayunando con mi madre y de sorpresa con Oriana también, se había levantado temprano porque tenía que hacerse unos exámenes de rutina.
—Oriana, parece que dentro de poco puede nacer tu hija, ¿no es así? —pregunto mamá tratando de romper el silencio que había en la cocina.
—Sí, del 11 al 19 de Junio, puede ser, esas son las fechas que me dio el doctor—respondió Oriana, con su vaso de agua en la mano.
—Salí bien en el examen, ahora soy bachiller, y no estudiare la carrera que quieres para mi mamá.
Oriana dejo su vaso a un lado mamá dejo de comer.
—Esto…esto es genial Sofía, estoy orgullosa de ti, estamos orgullosas de ti—. Dijo sosteniendo la mano de Oriana.
—Gracias, también quería decir que Elliot se quedó a dormir anoche, no pasó nada malo, solo que un chico como se llama…—pensé tratando de recordar su nombre—Adán Cooper, así se llama, es un tanto extraño.
Sus caras cambiaron, se soltaron de las manos, mamá, tenía abierta la boca de la impresión, Oriana respiraba de forma agitada, no entendía ese comportamiento, porque les parecía tan impactante hablarles de ese chico, ¿acaso era un ex que rompió de una forma horrible mi corazón, y por eso a nadie le agradaba su presencia?
—Sucede algo malo, ¿Verdad? O ¿Por qué rayos cada que el aparece todos se comportan de forma extraña? Ayer fue Elliot, hoy ustedes, algo más paso y nadie me quiere decir.
Un fuerte dolor de cabeza, me invadió, tanto que asimilar me atormentaba. Deje mi plato en la mesa, me fui con mi taza de café, me senté en la acera dándome el sol de espaldas, en eso escucho que la puerta de enfrente donde viven mis otros familiares se abrió, mi prima y su hermano iban en dirección a la escuela, él siempre la acompaña o eso es lo que imagino.
—Hola, ¿estás bien?— era Alejandro, había vuelto—es que te veo llorar, desde que me fui y ya vine y todavía sigues aquí.
No lo pensé dos veces y le pregunte porque quien es la razón de mis lágrimas.
— ¿Sabes quién es Adán Cooper? —dije entre lágrimas. Su cara fue igual, de sorprendida, sin entender nada de lo que estaba pasando.
—Ok, creo que no estoy autorizado hablar sobre eso. Adiós—y con eso entro a su casa dejándome con más dudas de las que ya tengo.
***
Habían pasado varios días, Elliot sin falta luego de nuestra conversación me enviaba los buenos días, este fin de semana me encontraría con Elliot en su casa, me estaba terminando de vestir, cuando alguien me estaba llamando, tome mi teléfono era un número desconocido de nuevo.
— ¿Quién es? —Pregunte—Creo que se equivocó de número.
No recibí respuesta, colgué de inmediato, nadie suele llamarme a excepción de señora mamá y Oriana. Elliot ya no lo hace, dijo que sabe que estoy y que por eso no es necesario llamarme aparte tampoco tiene mucho tiempo libre.
—Mamá, iré a la casa de Elliot, volveré temprano—grite desde la puerta, no obtuve respuesta de ella.
Empecé a caminar, a su casa, como solía hacer para ir al mirador, ya no había vuelto a ese lugar desde la semana pasada. Por alguna razón Elliot me deje una copia de llave el otro día que se quedó.
—Ya llegue—. Dije cerrando la puerta detrás de mí—Elliot, cariño ya llegue, lo siento fue muy gracioso decir eso.
Estaba algo nerviosa había llegado y parecía que no había nadie, me adentre al pasillo en donde se encontraba su habitación, todo estaba oscuro ninguna luz estaba encendida, entre a su habitación, igual de oscura, “creí que ya había llegado, hoy llegaba temprano, que raro”.
—Elliot—Lo llame por si estaba en el baño, ahí fue cuando me fije en un pequeño bulto en su cama, era Elliot dormido. Se levanta y lo que puede ver es a un Elliot de pie casi desnudo, con cara de sueño, que lo único que cobre su piel blanca es su ropa interior y la pulsera roja que le regale en su brazo izquierdo.
— ¡Sofía!
Da un brinco a su cama y se cubre con las sabanas.
— ¿Qué haces aquí? —pregunto, estaba muy nervioso.
—Elliot no es para tanto, relájate—trataba de sonar tranquilizadora, aun así eso no funcionaba—vine porque hoy nos reuniríamos aquí.
Podía notar lo nervioso que estaba, su cara estaba todo roja, parecía un tomate en vuelto en esas sabanas
— ¿De qué te ríes?
—Tu cara esta toda roja—lo que quedaba de su cara, se la termino de cubrir con las sabanas. —Sofía, no te burles de mí—. Dijo entre las sabanas.
—No tienes nada de qué avergonzarte—. Solté de pronto.
— ¿Puedes salir un momento, por favor?
—Sí, claro—. Cerré la puerta detrás de mí, iba a la cocina cuando escuche la puerta del frente abrirse, mierda, los padres de Elliot habían llegado, regrese como pude a la habitación, Elliot ya se había puesto unos pantalones.
—Sofía, te pedí que salieras un momento.
—Tus padres están aquí.
—Eso es imposible, tenían un viaje de trabajo todo este fin de semana. Saldré a ver.
Con eso dicho salió me senté en su cama, tal vez no lo mencione la otra vez, pero sus sabanas son muy cómodas, hacen que te relajes de inmediato, y sin más me quede dormida, a pesar que es algo que me cuesta mucho. Me desperté, asustada no sabía qué hora era.
—Hola dormilona, no quise despertarte se lo cuanto que te cuesta conciliar el sueño—Era Elliot, sentado en la otra orilla de la cama, luego se acostó a mi lado—No eran mis padres, era el ayudante de papá, le pidió que le diera un vistazo a la casa, por si no había llegado.