Mil años más

Capítulo III

Capítulo III:

Donde algunas cosas cambian y otras siguen igual:

Al llevar menos de un día como vampiro, no era de sorprenderse que Nicolas todavía no se hubiera adaptado a su nueva rutina. Cuando abrió los ojos aun era pleno día, y los rayos inclementes del sol entraban a través de la delgada cortina.

Como salir estaba descartado, y bajar sólo implicaría explicaciones tediosas y arriesgarse a accidentes inesperados, optó por esperar al anochecer.

Y dada su situación, no le molestaba para nada tener que hacerlo.

Sara se removió en sus brazos, comenzando a despertarse, y levantó la cabeza hacia él, mirándolo a través de sus ojos hinchados y entrecerrados.

-Deberías estar dormido- murmuró, su voz ronca por el sueño.

-Tú también.

-Tu mente me despierta. No estoy acostumbrada a que alguien piense tanto.

No sabía si era una queja o un cumplido, pero debía de seguir dormida.

-¿No vas a dormir?- preguntó Sara.

-No creo. Aun no me acostumbro a hacerlo de día.

-Hay varias cosas a las que los dos tenemos que habituarnos –comentó, y antes de que él pudiera responder, añadió- Debería moverme, para que puedas...

-No, está bien- la sujetó con más fuerza cuando hizo ademan de apartarse, y ante su confusión, señaló la ventana con la cabeza. Ella miró hacia atrás, hacia el sol, y luego hacia él, seria.

-¿Vas a quedarte?

Se dio cuenta que no sólo se refería a esperar a que se hiciera de noche. Parecía nerviosa, y algo en sus ojos le dijo que ya se preparaba mentalmente para una negativa.

-Sí, voy a quedarme.

Su expresión se relajó sólo un momento, como si creyera que era demasiado pronto para eso.

-Bien- musitó, carraspeando para encontrar su voz-¿Cuántos años tienes?

Sorprendido, Nicolas frunció el ceño.

-Quiero decir, -explicó Sara, acomodándose- si vamos a pasar toda la eternidad juntos, al menos debería saber algunas cosas sobre ti. Ya sabes, fecha de nacimiento, color favorito, nombre...

-Ya sabes mi nombre.

-Hablo del nombre completo.

Él rió, sorprendido de lo normal que se sentía la conversación.

-Nicolas Letour. Mi segundo nombre es Gabriel, aunque preferiría que eso quedara entre nosotros. Nací à Marseille, el 8 de julio de 1571.

La expresión de Sara cambió drásticamente, despierta de golpe.

-O sea que ayer...

-Soy una de las pocas personas que pueden jactarse de haber muerto el mismo día de su cumpleaños- fue todo lo que dijo al respecto, y ella se arrepintió de haber preguntado.

-Lo siento, no debí...

-Tranquila, es sólo una fecha- sonrió, encogiéndose de hombros. Algo en la situación hacia que los recuerdos de lo que acababa de ocurrir no dolieran tanto- Eso es todo lo que se me ocurre por el momento, así que te toca.

La vampira calló, pensativa.

-No tengo segundo nombre- comenzó, y Nicolas enarcó las cejas.

-¿Ah no?

-No, tengo tres. Sara Isabel Anamaría Anglesola.

-Eso es... Un nombre bastante largo- alegó, absteniéndose de decir algo más ante su mirada asesina.

-En mi época los nombres largos estaban de moda, así que podría decirse que corrí con suerte. Nací el 15 de agosto de 1272, lo que me hace... -hizo una mueca- Trescientos años exactos mayor que tú. Hablando de asaltar cunas...

-Si quieres ser más exacta, son doscientos noventa y nueve -bromeó-. No pretendo ofenderte, y menos ser machista, pero usualmente en esta época el que le lleva décadas a la pareja es el hombre. No sé si pueda aguantar la presión.

-Entonces nos iremos con que yo tenía dieciocho cuando morí y tú acababas de cumplir veintiuno. Eso te hace tres años mayor.

-¿Ves? Ya me siento mucho mejor- sonrió, haciéndola sonreír también- Entonces, Sara Isabel Anamaría, ¿Cuál es tu color favorito?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.