Mil años más

Capítulo XI

Capítulo XI:

                                      Donde la primera pista abre el camino:        

Día uno.  11:45pm. (164 horas y 15 minutos para el juicio final)

Nicolas encontró a Sara dormida sobre un montón de papeles repartidos sobre la cama. Le habría parecido adorable en cualquier otro momento, de no ser porque recordaba haberle oído decir que se había levantado más temprano ese día.

Conociéndola, eso probablemente significaba que no había dormido en lo absoluto. Pensó en dejarla dormir (quizás apartar los papeles, ya que no debía de ser muy cómodo dormir así, y todavía los necesitaban), pero recordó que no había bebido nada tampoco, y sintiéndose como su madre, dejó la bolsa que había traído en el suelo, apartó los papeles para sentarse a un lado de la cama y sacudió su hombro con suavidad.

Aunque habría dado lo mismo que gritara, porque ella abrió los ojos de golpe, incorporándose rápidamente.

-Wau, calma.

-¿Qué hora es? –Sara parpadeó, frotándose los ojos con una mano y apoyándose en la otra para mantenerse sentada.

-Casi medianoche –respondió, luego de mirar su reloj. La vampira pareció sorprendida un momento, y luego lo miró con el ceño fruncido.

-¿Acabas de llegar? –Nicolas asintió- ¿Dónde estabas?

-Investigando –respondió simplemente, y se encogió de hombros, señalando los papeles con la cabeza- Tú lees, yo voy al campo, donde está la acción.

-Claro, porque eres todo un hombre de acción –se acomodó la ropa, arrugada por la posición, cruzó ambas piernas y buscó el papel sobre el que había estado durmiendo, acomodándolo con otros en una pila.

-Antes de que sigas leyendo –levantó la bolsa de papel, pasándosela a ella-. Toma, servicio a domicilio.

Ella miró la bolsa sin comprender.

-¿Qué es eso?

-No es una de esas asquerosas hamburguesas, eso te lo puedo asegurar. Y si es el tipo lo que estás preguntando, sabes que jamás miro esas cosas.

Sara sonrió.

-Sangre en una bolsa. Lo último en romance.

-La próxima si quieres le pongo un lazo -replicó él.

-Siempre que no sea rojo...

-Arruinaste la sorpresa.

La vampira se encogió de hombros, sacando la compresa de la bolsa y abriendo una de las esquinas.

-Nunca me gustaron las sorpresas -dijo, antes de llevarse la sangre a la boca.

-Ya lo sé, pero igual es divertido- Nicolas miró los papeles, prestando atención a lo que decían por primera vez- ¿Conseguiste algo?

Sara tragó antes de responder, limpiándose la boca con el dorso de la mano.

-Una dirección, aunque podría no ser nada. Es algo lejos, pero muchos de los vampiros fueron encontrados allí -explicó, abriendo un poco más el agujero por donde bebía- ¿Y tú?

-Nada. No es secreto que no me llevo bien con el resto de los vampiros, pero parecen incluso más reacios a hablar que antes.

-Quizás oyeron lo de la Corte también -planteó ella, vaciando lo que quedaba de la compresa y metiéndola nuevamente en la bolsa-. Eso podría ser un problema, porque si no quieren hablar con nosotros, no veo cómo vamos a conseguir alguna pista.

-Ya pensaremos en algo -Nicolas frunció el ceño- ¿Quién sabe que nos llevaron a la Corte?

Sara ladeó la cabeza ligeramente.

-¿Qué?

-Dijiste también.

-Sí, por— ¡Cierto! Lo olvidé -releía las hojas mientras hablaba, buscando algo- Seth vino hoy, está preocupado por nosotros. Fue quien me dio la idea de ir a la policía.

-Dudo que esté preocupado por nosotros -consideró brevemente la posibilidad de que su voz sonara más molesta de lo que había querido, pero lo cierto era que aun para la fecha, algo en el demonio no le cuadraba. Empezando por el hecho de que literalmente era un demonio.

Sara parpadeó.

-¿Estás molesto porque no te lo dije?




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