Mil años más

Capítulo XVII

¡Hola! Les traigo nuevos capítulos, espero les gusten :) ¿Qué les ha parecido la historia hasta ahora?

Muchas gracias a todos por leer. ¡Hasta pronto!

Love,

NG

Capítulo XVII:

Donde el cielo se puede esperar:

Domingo, 3 de marzo de 1996. Día tres, 11:40 pm (116 horas y 20 minutos para el Juicio Final).

Le había tomado dos mapas de la ciudad y una visita a una empresa de tours turísticos, pero poco antes de la medianoche, Sara vislumbró a la distancia el Tower Hamlets Cemetery. Había sido convertido en un parque, y mientras se acercaba a la entrada, se preguntó qué clase de mente enferma toma un cementerio con ese propósito.

Cruzó el portal de hierro y siguió adelante. Los árboles que bordeaban el camino a las tumbas le recordaron al bosque de Clun, el silencio del ambiente inquietándola en lugar de calmarla como el anterior hacía. Cubrían el cielo, convirtiendo el camino en un túnel oscuro de hojas que caían y una brisa que parecía no venir de ninguna parte. Sus tacones crujían bajo el cojín multicolor de distintos tonos de verde, y a excepción del viento, era el único ruido en todo el lugar.

La primera A quiere morir, pensó. Espero que eso ayude a reducir las tumbas, y espero que el siguiente mensaje no sea a hora y media de distancia…

Los árboles se hicieron más y más escasos, y el viento aumentó, el ruido semejándose a un silbido, tan fuerte que incluso parecía que hablaba.

-La amaba…

Dio un salto, deteniéndose de golpe, y examinó el sendero en busca del dueño de la voz.

-La amaba –una figura a su izquierda salió de la nada, y Sara retrocedió del susto, hasta que el tronco del árbol más cercano le golpeó la espalda- La amé con todo mi corazón, pero ella lo escogió a él…

Un hombre adulto, de unos cuarenta años, la miraba fijamente con ojos nublados. Vestía con un traje de principios de siglo, y llevaba el cabello corto y peinado hacia atrás.

Aunque quizás el detalle que más le llamó la atención a Sara, y por el que aun contemplaba paralizada al hombre frente a sí, era que podía ver el árbol detrás de él, a través de la neblina azulada de su contextura.

-¿S-s-señor? ¿Q-qué está haciendo aquí?

-Podría haberle dado cualquier cosa, tenía el dinero. Podría haber dejado mi carrera por ella, podría haberla seguido a donde quisiera…-miró más allá de ella con sus ojos nostálgicos, y luego, sorprendido, reparó en la vampira con aire ausente- Creo que está llamándome, ¿crees que debería seguirla?

-¿Qué? –luchó por calmarse, asimilando finalmente que el fantasma no iba a prestarle la menor atención a lo que le dijera- Oh, ella. Entiendo.

-¿Crees que debería buscarla, después de lo que me hizo?

-Aun la ama –Estoy hablando con un fantasma. Debería estar buscando la pista de mi hermana demonio, y estoy aquí, hablando con un fantasma despechado…

El hombre asintió.

-Iré a buscarla.

-Buena suerte –musitó, y abrió los ojos desmesuradamente cuando caminó hacia ella, a tal velocidad que no tuvo tiempo de moverse antes de que la atravesara. Tosió, la neblina helándole los pulmones y haciéndola titiritar como un chorro de agua fría.

Miró hacia atrás, comprobando que el hombre ya había desaparecido.

-Algo me dice que no va a ser el único…

Y no se equivocaba. Mientras andaba, se encontró con fantasmas que resurgían de entre los árboles, que aguardaban en el medio del sendero, que salían de la tierra y flotaban en el aire, mirándola sin verla, y compartían con ella las frases delirantes de sus últimos instantes de vida. Hombres, mujeres, niños y ancianos, de este siglo, del anterior, de las dos guerras, ricos y pobres.

-Murió media hora antes de que la encontraran. Una masacre, es sorprendente que no haya casi sangre ¡Apenas y alcanza para llenar dos copas de vino!

-¿Has visto a mi mamá? Es un poco más alta que yo, de cabello rubio y ojos azules…

-¡Tengo calor! ¡No puedo respirar!

-Mi barco era hermoso, lo construí yo mismo. Es una pena que se lo haya llevado la marea…




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