Capítulo Final:
Donde nos vamos pensando en volver:
Martes, 5 de marzo de 1996.
DESPUÉS DEL JUICIO.
El mundo se detuvo, congelándose en el instante menos oportuno para dejar grabada en su mente la imagen en llamas de Sofía, sus gritos resonando en su cabeza incluso después de que ella ya había desaparecido.
Alguien sacudía su hombro, y al girar la cabeza, vio que Nicolas estaba hablando. Lentamente, el sonido volvió, los gritos de su hermana pasando a otro rincón de su mente, de donde sabía que saldrían luego.
-¿…me, Sara? –preguntó, bastante preocupado. Lo miró, perdida, y sintió que se desmayaría- Despierta…
“Me iré a las estrellas.”
Sus cenizas habían volado, movidas por la misma brisa invisible que siempre se llevaba a los vampiros luego de morir (y a los demonios, al parecer). Pero esta vez no se perderían en el horizonte. Subirían al cielo, con las estrellas, eran polvo de estrella…
-¡SARA!
¿Cuándo se había arrodillado? Fue consciente por primera vez de que ya no estaba de pie, y alzó la mirada, encontrándose con los ojos azules ligeramente turquesas de Nicolas, su brillo sobrenatural apenas visible bajo los lentes de contacto…
-¿Puedes oírme? –preguntó él, sacándola de su trance.
Asintió, y allí fue cuando empezaron los temblores. Sacudieron todo su cuerpo como si se tratara de una hoja. Su visión se nubló, los sollozos le estrangularon la garganta, y se lanzó a sus brazos cuando todo el dolor se le vino encima, incapaz de contenerlo por más tiempo.
-Chist, tranquila –escuchó que le susurraba al oído-. Vas a estar bien, lo prometo…
Cuando el llanto cedió, escuchó por primera vez las otras voces.
-No pueden hacerlo, no era parte del trato –Seth.
-Pero fueron cómplices en ello, -Dorian- y está el crimen de Nicolas…
-Revisar los archivos de registro no es un crimen.
-Modificarlos si lo es –Agatha.
-Saben que no hizo nada de eso.
-¿Puedes probar esa afirmación, Lysandro? –Adastos.
-De la misma manera que ustedes. Muestren los archivos que modificó.
-¿Qué pasa ahora? –su voz era apenas un susurro, más por la impresión que por miedo a que la oyeran. Nicolas la soltó, girando la cabeza hacia los reinantes antes de encogerse de hombros.
-Creo que siguen buscando una manera de asesinarnos.
Parpadeó, sorprendida, y un cambio tuvo lugar dentro de ella, como si el dolor girara sobre sí mismo en un torbellino que, en pocas vueltas, pasó a ser rabia.
-¿No les basta con lo que hicieron? –exclamó, tan fuerte que todos giraron la cabeza hacia ella.
-Sara… -la llamó Nicolas, advirtiéndole. Ella lo ignoró, acercándose nuevamente a los escalones.
-¡Acabo de perder a mi hermana! ¡Nos obligaron a verlo! ¿No les parece que eso es suficiente castigo por cualquier cosa que Nicolas haya hecho?
-Sara, es suficiente –insistió Seth.
Pero estaba demasiado cansada de todo, de tener que permanecer en silencio, de no poder hacer nada, de que La Corte siempre se saliera con la suya.
-¿No les parece que ya pagamos suficiente? -Habló despacio, ahogándose en sus propias lágrimas. No esperaba una respuesta, y no la tuvo. Los reinantes sólo la miraron, tan fríos como siempre, y le pareció ver un brillo de complacencia en sus ojos, por haber conseguido quebrarla finalmente después de tantos años.
-No modifiqué nada –dijo Nicolas, sujetándola, como si temiera que fuera a caerse de nuevo-. Busqué en los archivos, sí, y estuvo mal, pero no modifiqué nada.
-¿Qué estabas buscando? –preguntó Agatha, su voz volviendo a adquirir el tono inocente de niña que no rompe un plato. Nicolas vaciló, pero respondió de todas formas, consciente de que probablemente ya lo habían leído en su mente.
-A mi hermana.
…
Los gritos habían dejado de molestarla hace tiempo. Había aprendido a bloquearlos, mezclarlos con el ruido del viento, de manera que sus lamentos eternos y repetitivos no eran más que la discordante música de fondo de su también repetitivo panorama.
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Editado: 07.11.2019