El martes 24 de enero del 2023, no lo sabía, pero ocurrió mi primer encuentro, con el hombre con el menos imaginé que terminaría siendo mi pareja, esposo y padre de mis hijos.
La regla era simple, nada de música después de las doce de la noche, por lo que, en un nuevo día, con un ánimo entusiasta (no fake), pero sintiendo que mil camiones me arroyaron, comencé mi trabajo autoimpuesto: limpiar el departamento.
Pero, obviamente, antes de realizar está ardua tarea sin ayuda cof cof, era necesario comer, yo siempre decía: “la comida es lo más importante”, claro, después de una buena siesta de 9 horas, la cual no tuve, pero bueno.
Desayunada, y con vaso de agua, agarre la escoba y una pala para recoger la basura y comencé, aunque no llegue muy lejos, ya que me falto algo o muchas cosas, a decir verdad: mi café; para terminar de despabilarme, tomarme una pastilla; para evitar morir en el transcurso de la semana, y…mi música, mi preciada música, no podría soportar limpiar este chiquero sin poder distraerme, no, no y no.
Ahora sí, bebida y con una pastilla haciendo efecto en mi estomago, coloque mi música, un poco baja, bueno, ¿a quién quiero mentirle?, suena alta y comenze a limpiar.
—Joder, pero quién vino a esta fiesta, ¿el camión de la basura?.
Tenía una hora limpiando, no fake, 100% y sentía que no habia hecho nada. El piso se encontraba limpio, haciendo referencia a todo lo que tenia sobre el: cabellos, comida, bolsas plásticas, trozos de papel higienicos, y para tú de contar que más habia allí; además, de añadir varios líquidos de procedencia dudosa que quería pretender reconocer como cerveza, ajá, dijo mi conciencia.
Si tú no vuelves de Miguel Bosé, esta sonando, y no puede evitar parar todo lo que hacia, para poder prestar atención a la letra.
Si tú no vuelves, se secarán los desiertos
Dios, como la amo, en mitad de la canción, sonó la puerta. ¿quién me interrumpirá en este momento tan especial?, ¿quién?, no puede evitar decir en voz alta.
Abrí la puerta, con un deje de molestia, y me quedé un poco en shock, por quedar frente a frente con la persona quien tocaba: Stefano.
—Hola, dulzura. ¿Puedo pasar?
¿quéeeeeeeeee?
—Hola, y no, no puedes pasar. ¿Qué paso? —pregunté para no ser maleducada, aunque al carajo con los modales, tenía planeado cerrarle la puerta en la cara.
Sin esperar una respuesta, comenze a cerrar la puerta, tal vez se le haya olvidado porque vino, no seas ignorante, respondio mi cerebro a mi comentario.
—Oye, tranquila peque. He venido hablar contigo.
¿Conmigo?, no es por nada, pero está pregunta se está haciendo repetitiva y no me gusta.
—mmm — gruñi pensando que podía decirle.
—Oye, no puedes pasar, si no… —para que seguir la oración si ya entro, como perro a su amo, por dios, no sé ni de donde saco esos pensamientos.
Se sentó en el mueble, y solo puede pensar en mandarle una plegaria a Dios: «Gracias por darme fuerzas para levantarme y no morir en el intento de limpiar. Amén».
—Y ¿qué quieres hablar conmigo? —pregunté un poco nerviosa, y cerca de la puerta, joder, se me había olvido cerrarla.
—¿Acaso me tienes miedo? — y agregó —solo quiero hablar contigo, no busca nada más.
Ajá, y esté cree que soy pendeja.
—Okey —dije, entre más rápido tengamos está “charla” mejor para mí.
Con un suspiro largo y tendido dije:
—Bueno, dime.
—Ven, y sientaté —y me señalo, el sofá en el que estaba sentado, que cabe decir, que solo entraba una persona, es decir, él.
Lo miré con ojos entrecerrados
—Me quedo aquí. Muchas gracias por tu ofrecimiento —dije de forma sarcástica.
Y oí su risa, era tan varonil y tan…no sé como describirla, me ponía nerviosa, pero no le demostraría nada, no y no.
—Me encanta cuando te pones a la defensiva, tus ojos brillan mucho más —dijo con una sonrisa, baja estrellas.
Discúlpame Dios, pero aquí me morí, y no resucito más.
¿Que él dijo que?, ¿Que él dijo que?, AHHHHHHHHHHHHH
—Discuslpa, ¿qué djiste?, no sé a qué estás jugando, pero yo no
Joder, cuando se acerco tanto, mi corazón está a millón, parece que se me va a salir, ¿acaso se le puede salir a uno el corazón?, todas estas estupideces pasan por mi mente, hasta que él dijo:
—Desde que te ví, no he podido dejar de mirarte —agarró un mechon de cabello y lo coloco detrás de mi oreja, y siguió hablando —siempre que trataba acercarme a ti, me sentía nervioso, y retrocedía al instante —¿qué mierda está pasando aquí, pensé?
—Yo…
—No digas nada —y pego su frente a la mía —quiero que comencemos a salir —y dijo, relamiéndose los labios.
¿ay, dios?, ¿qué es esto?, ¿una propuesta trampa?, HELP MEEEE.
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