Mil Estrellas Por Ti

Capítulo 6

Habían pasado 6 días, desde la “confesión amorosa” de Stefano, y no tenía ninguna llamada, mensaje o señal de humo, que me diera a entender que sus palabras no eran vacías, y que no trataba de jugar conmigo.

No sé ni porque estoy pensando esto, exclamé mentalmente mientras realizaba el informe sobre las ventas del nuevo champú que salió al mercado el pasado mes.

Hubiese, querido, que fuese verdad todo lo que me dijo; pensé que…

Ya deja de lado a este tipo, me regañe, pero simplemente no podía, por un extraño motivo no podía parar de darle vueltas a la idea, de que se me pasará la idea, de aceptar algo con ese tipo, podrá estar como Dios manda, pero su lista de mujeres era larga, por no decir infinita, que se había acostado con Carla varias veces, y ella nunca aceptaba dos veces.

No sé porque sigo pensado esto.

Claro que sí, me recriminó mi mente, a ella no le podía mentir, pero a los demás sí.

—¿Tienes los informes listos? —dijo la presumida de Nathalia, la secretaria/amante de Lorenzo, el padre de Stefano; y aunque lo último estaba por verificarse, pondría mis manos al fuego que de ellos tenían una relación y no de sentimental.

—Te los acabo de enviar —dije con voz vacía.

—Gracias —dijo mientras me miraba de forma ¿desafiante?

Esperé unos momentos para ver si se iba, pero se me quedo mirando como… ¿si la hubiese sorprendido?, no sé cómo entender su expresión.

—No lo entiendo.

No dije nada, no sabía qué pensar, ella me estaba analizando, ahora no tenía dudas de eso, pero ¿por qué lo haría?, se sentiría ¿amenazada?, no entiendo.

—Le dije que podría obtener mucho más placer conmigo, que con su novia del extranjero —exclamó muy indignada, mientras se acercaba de forma amenazante a mi escritorio —pero eso ni siquiera lo perturbo, su actitud me estaba pareciendo un poco rara, muy de “chico bueno” diría yo, para terminar, diciendo que le gustaba alguien más, y ese alguien se llama Anastasia Collins.

No cabía dudas está tipa esta tremendamente loca.

—¿Qué quieres que te diga? Soy una caja de sorpresas —dije de forma sarcástica —y muchas gracias por estar pendiente de mí —sus ojos se abrieron como huevos fritos y su boca en una gran O—si no necesitas algo más, te digo que te vayas —dije de la forma más amable y arisca posible.

—Te estaré vigilando —dijo mientras azotaba la puerta.

¿Qué me estaría vigilando?, por dios, ni que fuese Terminator, ¿o sí?

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Mi día fue mucho mejor después de ese pequeño altercado, como lo llame hoy, que después de agarrar el bus, no lo dude dos veces, a ir nuevamente al departamento de Carla, después de que Stefano fuera, no quise irme a mi departamento, ara encerarme en mi soledad, así que podríamos decir, que mi instancia a pesar de qué Carla hacia fiestas (hizo el sábado una), era mi lugar seguro para pensar; además, de que pensar en solitario era muy agobiante.

Carla, ya debería haber llegado, ya que ella hoy salió temprano, una hora antes para ser exactos, por lo que ruego, espero y aspiro que haya preparado el almuerzo porque tengo un hambre, que pareciese que nunca he probado un bocado de comida.

Llegué al edificio, saludé al guardia de seguridad, al señor de limpienza, y subí las escaleras mortales para llegar al departamento, y para no tener que sacar mis llaves, toque la puerta, repetidamente, hasta que Carla me abrió.

—Hola, que bueno que llegaste —y me arrastró de un jalón hacia adentro —te estábamos esperando.

—¿Estábamos?

—Sí, invite a Stefano a almorzar con nosotras —susurró inocentemente.

Y, a dios, buen día.

—¿Qué hiciste qué? —grité de forma baja.

Me encontraba enojada, mejor dicho, indignada. ¿Cómo mi mejor amiga se le ocurría llevar al enemigo a tu zona segura?, a nadie, no esperen, a Carla sí.

—¿Qué hacen chicas? —dijo una tercera voz de forma repentina, que hizo que Carla y yo nos sobresaltáramos.

—La próxima vez haz ruido —le dijo Carla, mientras sonreía —bueno, yo los dejo, necesito terminar de cocinar —y se fue.

—Hola —dije de forma cortante, para pasar a su lado.

—Oye, oye —dijo mientras me agarraba del brazo —estuve un poco ocupado, la semana pasada, pero…

Lo detuve antes que siguiera, no quería oír ninguna de sus excusos, tal vez sí, me lo hubiese encontrado antes de lo que Nathalia me dijera lo que me dijo y me amenazará, lo hubiese escuchado, pero ahora, no quiero saber nada de él, aunque después me arrepienta.

—Tranquilo, no tienes que darme explicaciones —y antes de que dijera algo: —no debes nada, ni yo te debo nada a ti, así que ¿por qué te das las molestias de disculparte? —y me marche, no lo vi a la cara mientras le soltaba mi odio, sí estaba molesta, porque sentía que…AHHH no quería y punto.

Sí lo hubieses visto, te hubieses quedado embobada, y le hubieses dicho sí a todo, me remarco mi mente.



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En el texto hay: romance risa amistad amor

Editado: 23.12.2023

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