Mil Estrellas Por Ti

Stefano

1 hora del secuestro temporal

Mi madre había estado insistiendo muchas veces con que fuera a visitarla, que la tenía muy abandonada, y que un hijo nunca le haría eso a su madre, y bla bla bla.

Mi madre era una tremenda manipuladora, no lo había notado antes, porque ¿Cómo una madre quería hacerle un mal a su hijo? Nadie, claro, aunque toda regla tiene su excepción.

Era la vigésima vez que llama y no aguante.

—¿Alo? Espero que lo tengas que decir sea importante

—Cariño, necesitamos hablar. He estado muy enferma y quisiera verte —dijo mientras tosía escandalosamente.

Me estaba manipulando, lo sabía, sabía cuándo mi madre lo hacía, pero igual dije

—¿Qué tienes? —a pesar de todo era mi madre y no quería verla mal ni sufriendo, no soy como ella.

—Ven a visitarme. Necesito que estés aquí conmigo, tu padre nunca está y nunca le he importado, por eso, quiero que mi hijo me acompañe en estos momentos.

Suspire, no sabía si ir, había quedado con Anastasia en ir almorzar, las cosas entre nosotros estaban muy bien, me sentía dichoso de que aceptará ser mi novia, tanto tiempo valió la pena.

—Okey, madre. Dame 10 minutos y te iré a visitar.

—Gracias, hijo —y cortó.

Todo esto me sonaba extraño, mi mamá nunca había necesitado ayuda mía, ya que, siempre decía que para eso se le paga a la gente que trabaja en la casa, para poder cuidar de su bienestar.

Si seguía pensando así no terminaría de ir, por lo que agarré mis cosas y me fui.

Solo esperaba poder volver a tiempo para almorzar con Anastasia, pero presentía que mis planes serían frustrados.

Secuestro temporal

Llegue a la casa de mi madre, y desde el momento

que entre presentí que todo estaba mal, por el simple hecho, de que mi madre estaba en el centro de la casa con su semblante más alegre y junto a ella estaba Carla.

No quería tener que charlar con esas locas, disculpa dios, pero mi madre estaba loca y lo única que quería hacerme era daño, no sabía si daño era intencional o no, pero no me quedaría a descubrirlo.

Retrocedí para irme, pero la voz de mi madre me detuvo

—¿A dónde vas?

—¿A dónde crees que iré? —pregunte de vuelta de forma irónica.

—Carla y yo hemos estado pensado que...

—¿Carla y tú? Son un grupo increíble no tengo dudas de ello, pero no importa lo que tengan que decir —refuto molesto.

Observo un movimiento por el rabillo del ojo, y veo a los guardias, pensé que mi madre no quería que nadie se inmiscuyera en sus asuntos.

—Hijo, no te vayas. Esto es lo mejor para ti —dijo con el rostro comprimido con dolor, no podía evitar sentir tristeza por mi madre.

—¿Por qué me haces esto? —unos brazos me agarraron desde atrás.

Ella se acercó a mí, y me acaricio la cara, mientras yo solo podía pedir ayuda, aunque sea en vano.

—Te quedarás aquí hasta que entiendas que esto es lo correcto. Carla es tu mejor opción, ella viene de una buena familia, es amable, cariñosa y sobretodo te ama.

—¿Acaso no importa lo que yo sienta? —grite.

—Soy tu madre y es mi deber guiarte, cuando te salgas del camino que te lleve a tu felicidad.

—¿Felicidad? Yo no la amo. Amo a Anastasia.

Sentí mi mejilla escocer por una cachetada, pensé que era mi madre, pero era Carla.

—Hazte la idea de que te quedarás aquí conmigo, y formaremos una familia.

—Déjame ir, perra.

Me estaba moviendo para revolverme de los brazos de los guardias, pero era inútil, ellos eran más fuertes que yo y muchos más.

—He pensado en el nombre de nuestra hija, ¿Te gusta Andreina? O ¿Sofía?

No puedo terminar de decir nada porque sentí un golpe en mi cabeza.

Solo rogaba que pudiera salir de está para estar con el amor de mi vida, Anastasia



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En el texto hay: romance risa amistad amor

Editado: 23.12.2023

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