Salí rápidamente hacia el cubículo de Carla y ella todavía estaba allí, pero eso no significaba que no hubiese estado con Stefano, muy bien pudo ir y volver, y con lo maliciosa que es seguro que tendrá una coartada, creo que demasiadas series policiacas, están haciendo algo positivo en mí.
Pero, ¿Cómo haré para descubrir donde está Stefano?
Ricky, no me lo dirá, y no conozco a nadie más, esto es tan frustrante, la otra persona a la que podría preguntarle sería
a Carla y es un rotundo no, y Nathalia...no sé si me ayude, tengo que agotar todos los medios, lo más posible es que me mande a la patagonia, pero tengo que intentarlo.
Fui al baño, tenía que estar "presentable", lo tanto que se podía con mis ojos llorosos y mi nariz roja.
Salí con mi frente en alto, y fui a buscar a Nathalia.
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Para mí sorpresa estuvo de acuerdo en ayudarme, me entró la duda con respecto a esa idea de ayudarme a Stefano y a mí, y se lo remarque varias veces
—¿Estás segura que no estás drogada?
—Si
—¿Estás segura que te encuentres bien?
—Si
—¿Estás segura que...
—¿Es enserio? ¿Quieres que te la dirección?
—¿Porque me ayudas?
—¿No es obvio? —suspiro y dijo —prefiero que Stefano este contigo que con Carla, esa perra es peor que yo.
Enarque una ceja
—No creas que te lo dejaré tan fácil, pero es necesario para quitar a esa del juego.
Tomé la dirección que estaba escrita, y fui a la puerta.
—No olvides decirle que fui yo quien te ayudo.
Me giré lentamente y fui hacia donde estaba
—¿Porque no hacerlo tú? ¿Porque tú no vas a rescatarlo? Si es que tanto lo "amas", deberías ser tu su salvadora en vez de yo.
—Solo diré, que soy una mala perdedora, se ve que él está enamorado de ti, y sé que debo alejarme, pero no creas por un segundo que ganaste.
Me reí y me fui.
Está loca, quién la entiende.
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Salí de la empresa, esperé a tomar un taxi, porque mi Stefano no se merecía mi espera, pero un auto negro se paró en la cera frente a la empresa.
Me le quedé mirando, porque ese auto me parecía conocido...chillé silenciosamente, porque era Stefano.
Corrí rápidamente hacia él, y él se giró hacia mí, estaba todo magullado, pero de igual forma nos lanzamos a los brazos de otro, y lloré, estaba tan feliz de tenerlo aquí, pero estaba triste y furiosa por lo que le había hecho su madre.
Me separé de él, y le toqué su carita, su bella carita estaba magullada.
No sabía que decir, pero, no necesitábamos palabras para expresar que lo sentíamos en ese momento: felicidad.
—Anastasia, yo...
—No digas nada —me encontraba llorando como una magdalena —estoy tan feliz de que estés aquí.
Él me miró tiernamente y dijo
—Yo también, cariño. Pensé que no volvería verte —dijo mientras me besaba las manos.
De forma repentina dije
—Vámonos
Me miró con los ojos abiertos
—¿A dónde?
—Lejos de todo. Tu madre nos hará la vida imposible, Carla está más loca de remate y Nathalia.
—¿Nathalia?
—Es una larga historia, pero mejor vayamos y dejemos todo, comencemos de nuevo, solo tú y yo en un lugar en el que
nadie nos conozca.
»Si no nos vamos, nos harán la vida imposible.
—Tienes razón. Pero antes debo arreglar varias cosas.
—Lo sé, sé que es repentino, disculpa mi...
—No, tienes razón. No lo veo como un acto de cobardía, es que simplemente mi madre no entiende y mucho menos Carla con la orden de restricción.
Stefano me había dicho sobre la orden de restricción, pero sabíamos que era inútil, ya que Carla podía sobornar a los oficiales y "borrar" esa orden.
—Dame unos días para resolver todo he irnos —y agrego— además, este lugar ya me estaba hartando.
Reí, y me abracé a él.
Lo único que me