Capítulo 19

No tenía palabras para describir como me sentía, me sentía feliz y muy plena, pero sobretodo con un dolor en mi centro, pero valió la pena, claro que sí, sentí el estómago las "mariposas" al pensar en lo que hablamos hecho ayer.

Stefano estaba haciendo el desayuno y yo estaba bañando.

Nunca pensé que podría estar así con alguien, digo estar desnuda, a pesar de mi personalidad tosca y seca, muy tímida y mucho más en cuanto a mi cuerpo, sé que no tengo un cuerpo perfecto, pero no sabía si a Stefano le gustaría, y sé que pesar así estaba mal, pero quería que me aceptará y eso no significaba que cambiaría mi cuerpo por él, no, sino que alejaría cualquier tipo de evento o suceso que nos llevará a hacer el amor, porque yo lo sentí así, que hicimos al amor, que no simplemente fue un acto carnal, sino que había cariño, entrega y confianza entre nosotros, que se traducía en ese hermoso acto.

¡Dios!, soy muy romántica, yo lo sabía, pero nunca quise admitirlo, creo que a veces pensaba, que el sentimiento de amor era algo que no era útil, tal vez haya sido porque mi padre se fue después de que cumpliría 18 años, había pensado y pienso que después de todo el amor que le había dado, él no me quiso, y por eso, mi pensar que el amor no servía de nada.

Vuelvo en mí, y termino de quitarme el champú de la cabeza y salir, agarro la toalla y me fundó en ella, solo pensaba que no quería que Stefano me viera desnuda, aunque viendo los acontecimientos de ayer, era un pensamiento

estúpido.

Salí de cuarto del baño, y me asomé para ver sino había muros en la costa, se oía el correr del agua en la cocina, lo que significa que Stefano estaría allí, y puede que se tardará, o era mejor pensar así, acomode mi ropa, y coloque mi toalla en mi cabello que estaba chorreando como morichal, y en eso la puerta es abierta, y entra Stefano, y grito y trato de utilizar mis manos para taparme y con ese movimiento se me cae la toalla, si no tuviese en esta situación, me reiría.

Mientras me agachaba para agarrar la toalla, oí una serie de carcajadas.

Me levanté, ya tapada

—Jaja, que gracioso ¿No? —dije de forma irónica

—Cariño, ¿porque te escondes? No sé si te acuerdas, pero...

Me acerco rápidamente a él y coloco un dedo entre sus labios, y vuelve a reírse.

—Ya te he visto desnuda Anastasia, ¿Acaso no recuerdas? —dijo serio mientras quitaba mi dedo de sus labios, después bajo toda su mirada escaneándome y su mira volvió a la mía, sus hermosos ojos se habían oscurecido, y sus ojos me invitaban a seguir lo que habíamos terminado en la noche, pero la pregunta de ayer llegó otra vez a mi mente ¿Stefano se casaría con Carla?, sabía que no podía creer esas estupideces, porque yo confiaba en Stefano, pero la duda, ya estaba tan adentro de mí, que no podría sacarla, no tan fácilmente.

Retrocedí y me giré

—Stefano, necesitamos hablar.

Me sentí nerviosa por lo que podría decirme, tanto así que tenía ganas de vomitar lo que no tenía en el estómago.

—Amor, dime ¿Qué pasa? —susurro mientras se acercaba a mí, denote miedo en su voz ¿Tal vez ya sabía lo que le preguntaría?

—Mi madre me llamo ayer, mientras te bañabas —trague grueso—ella me dijo que te casarías con Carla, ¿Es verdad?

Cerré los ojos, porque no quería ver las expresiones de su cara, no quería ver si me mentía, era algo tonto, me sentía una chiquilla débil, pero no quería saber, simplemente no.

—Anastasia, yo quería hablar de eso contigo.

Abrí mis ojos de repente y me quitó el aliento lo que vi en sus ojos, era arrepentimiento.

—¿Es verdad? —pregunte con lágrimas en los ojos.

—Se lo prometí para que me dejara ir, pero no lo haré, no lo haré Anastasia porque yo te amo.

Me tapé la cara con las manos, y seguí llorando, sentí unos brazos abrazarme, y comencé a llorar más fuerte.

No sabía cuánto tiempo pasado desde eso, pero todavía me encontraba en los brazos de Stefano.

Me deshice de su abrazo y lo miré a la cara

—No te casarás con ella, ¿verdad?

—Claro que no, amor —y me beso las mejillas.

—Promételo, Stefano, no quiero perderte.

—Lo prometo —dijo mirándome a los ojos, y le creí, le creo.

—Ojalá que Carla no nos fastidie más, necesitamos irnos —le recordé esto último.

—Sí, amor, nos iremos, no quiero que te preocupes por eso.

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Despues de esa conversación, habia ido a buscar mi teléfono porque se me habia olvido avisar a mi madre, que no iria para alla, espero que no se haya preocupado, pero al encender la pantalla, veo. 24 llamadas perdidas y 12 mensajes de texto, ni molesté en leer los mensajes porque me imaginaba que todos eran de mi madre, pero de repente entra otro mensaje de texto de un “Número desconocido”, no entendía porque no podía ver el número de teléfono, pero con el corazón en la garganta abrí el mensaje, había dos y eran muy claros:

Aléjate de él zorra, o lamentaras haber nacido.

El otro decía:

Si ya sabes quién soy, ¿Por qué me retas? acaso, ¿quieres morir?

Por el amor a Cristo, ¿esa loca quiere matarme? No hay dudas, no tengo dudas de que es Carla, tanta calma me parecía muy rara, tenía ganas de arrojar el teléfono, pero me tranquilice, lo deje en la mesa, he hice lo mejor que podía para ese instante: caminar de un lugar a otro, ¿debería decirle a Stefano? Claro que sí, no podía dejar de decirle esto; además, de que era algo que nos involucraba a los dos tanto por ser pareja como por ser los implicados, no quería decirle, tenía miedo, pero tenía que decirle, sí o sí.

Me tuve que parar, porque me sentía un poco mareada, tal vez la caminata repetitiva fue mala idea, pero no pude llegar a dar otro paso, hasta que me encontraba en el piso.

Me sentía mal con muchas ganas de dormir y vomitar, querer levantarme, es tan rara esta sensación pensé, me quede observando la puerta esperando que Stefano haya oído el ruido, pero nadie apareció, en cambio la puerta de abrió, con una sonriente Carla.