Mil Estrellas Por Ti

Capítulo 20

—Oye, despierta. Despierta bella durmiente, que es hora del show —murmuró una voz de forma lejana que a veces zona cerca.

Unas palmadas en mi cara, me hicieron reaccionar de mi sueño, abrí los ojos y lo primero que vi fueron los ojos castaños de Carla.

—Ya me veo que despertaste —y se alejó.

—¿Dónde estamos? —pregunté somnolienta, ¿me habrán puesto algo para dormir? Porque sentía que en cualquier momento me quedaría dormida.

—Estamos donde mi adorada suegra, pero tu nunca podrás saber lo que es tener una suegra, porque pagarás el haberme quitado a mi hombre.

—¿Tu hombre? —susurró mientras continuaba mi batalla para mantenerme despierta.

—Si —y se escuchó un ruido horrible —me quitas lo que me pertenecía, él era mío antes de que tú lo vieras, no puedo creer como mi Stefano se pudo fijar en una cualquier como tú.

—Yo nunca te quite a Stefano —necesitaba comenzar a distraerla para pensar en huir, aunque sentía que necesitaría ayuda para ello —te pregunté si tu estabas enamorada de él, y me dijiste que no.

Se acercó a paso rápido a mí, y me agarro de los hombros.

—Mentira —grito una y otra vez —debiste saber que era mentira, ¿Cómo podría dejar a ese hombre perfecto? Y mucho más a alguien como tú.

—¿Cómo yo? —temía que pudiera golpear, tenía los ojos abiertos grotescamente, y su respiración era descontrolada, no podía fiarme de nada con ella.

—Eres una cualquiera —y me tiro al suelo —no eres bonita, tu personalidad es irritante, eres desconfiada, pareces un palo caminante, mírate —y me señalo —ahora mírame a mí, yo soy todo lo que un hombre puede desear y tú —me miro de forma despectiva —nadie te querría ni aunque vendieras tu cuerpo.

Me dolía en el alma el hecho, de que mi mejor amiga me dijera estas cosas, a pesar de todo lo que había pasado, yo no la odia, claro que no, simplemente no podía estar con una persona destructiva, pero no la odiaba, pero por lo visto, ella siempre me odio, ¿Cómo puedo aguantarme tanto tiempo?, es increíble, como me “aguanto” solo para hacerme daño, si no hubiese pasado de esto de Stefano, seguramente hubiese pasado otra cosa que haría distanciarnos y que ella quisiera matarme.

—¿No me dirás nada? —bufó —mejor, así no tengo que oír tu chillante voz, no sé como

—Stefano puedo fijarse en mí —complete yo —lo sé, lo sé Carla.

—Qué bueno que lo entiendes —al verla caminar a una puerta, trate de pararme, pero fue en vano ya que caí.

Se volvió a mí y sonriendo señalo

—Ahora que lo pienso, tal vez te haya inyectado de más —y se fue.

No podía ser, ella estaba en el apartamento, ella estaba, ella estaba.

Yo nunca había salido del cuarto, el único que salió fue Stefano a realizar el desayuno.

Sentía que en cualquier momento me daría un ataque de pánico, así que cerré mis ojos y respire y exhale, respire y exhale, pero nada me tranquilizo, porque al abrir mis ojos me encontré frente a Stefano.

Nadie dijo nada durante un rato, hasta que pregunté

—¿Porqué? ¿Por qué me hiciste esto?

Mi voz salió áspera, rasposa no parecía mi voz, o tal vez mi voz sonaba así por las lágrimas que estaba tratando de no derramar, no se merece mis lágrimas, pero como duele.

Quería pensar que todo fue un error, que Carla lo tenía amenazado o que se yo, algo que lo hiciera inocente, pero su mirada triste y llena de arrepentimiento me indica que sabía que decir, sabía cómo explicarme lo que me había hecho.

Sentí mis lágrimas caer hasta boca, y en mis mejillas y grité

—Maldito, respóndeme. Respóndeme.

Intenté nuevamente levantarme, y caí, por lo visto, la culpa estaba destrozándolo porque se estaba acercando rápidamente a mí “ayudarme”.

–No te acerques, ya has hecho suficiente por mí.

—Anastasia —respondió con lágrimas en los ojos —yo

—No quiero oírte, no quiero —grité, y me tape los oídos, me sentía tan triste, tan destrozada, en las películas cuando esto pasaba, siempre sabias que el dolor era momentáneo porque los protagonistas encontrarían la forma de estar juntos, pero esto, esto es la realidad, y sabía, que esto terminaría mal.

—¿Esto es lo que siempre buscaste? —pregunte mientras baja mis brazos, y lo mire justamente a los ojos para que viera mi sufrimiento, no quería su compasión, pero quería que cargara en su conciencia lo que me había hecho —Te felicito destruiste mi corazón, realmente pensé que me amas —y agregue esto último como si fuera una idea sin importancia.

—Yo te amo, Anastasia

Bufé

—Sí así amas a alguien, mejor ódiame, por favor —supliqué.

Y comenzó a llorar, a pesar de todo lo que me había hecho, no podía dejar de amarlo, su tristeza me daba ganas de llorar.

—Tus lágrimas son tan falsas como tú —le dije —no quiero verte más.

—Por favor, Anastasia. No tenía opción, tenía que

—¿Qué tenías que hacer? No enserio, cuéntame, soy toda oídos —la tristeza estaba yéndose rápidamente, y la ira estaba dándose paso en mí —¿Qué no tenías opción? Por favor, suena igual que a tu madre —sabía cuánto odiaba que lo comparará con su madre.

Lo único que hizo fue mirarme, su cara triste fue reemplazada por una cara de frialdad, así que este era el verdadero Stefano.

—Estás muerto para mí —trago fuerte —haré como si nunca hubieses existido —le dije mientras me reía de él, pero por dentro era otro cuento, me estaba destrozando esas palabras, quería que sufriera igual que yo —Una vez me dijiste que me protegerías de todos lo que querían hacerme daño, pero nunca me dijiste que el que lastimaría serías tú.

Nadie dijo nada, y como vino se fue, comencé a llorar, necesitaba salir de aquí, pero no tenía fuerzas, en estos momentos me encontraba devastada, y lo único que podía aspirar es que alguien notará mi desaparición y viniera a buscarme, pero ese pensamiento fue desechado rápidamente, si alguien me buscara la policía no haría nada, ¿para qué existía el dinero?



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Editado: 23.12.2023

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