—Te amo, Anastasia.
—Yo también te amo, Stefano.
Fue un beso que empezó inocente pero que fue subiendo hasta que Stefano se separó de mí, y me empujó hacia atrás, y caí un vacío infinito, gritando su nombre innumerables veces.
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Me levanté rápidamente del suelo llorando por esa pesadilla, él no merecía mis lágrimas, así que me las limpié.
Me calme y trate de escuchar lo que pasaba a mi alrededor, y al no oír nada, trate de levantarme, me mareé un poco al principio, pero me recompuse y seguí caminado así la puerta.
Pero me pare en mitad del cuarto, al oír un ruido que venía hacia acá, me quedé paralizada tratando de saber si fue mi imaginación esos sonidos, pero no, retrocedí y me acomode rápidamente, y trate de hacerme la dormida, y digo "trate" porque mi corazón estaba que se salía de mi caja torácica.
Se oyó el chasquido del cerrojo, y la puerta se abrió, sentí pisadas, serían ¿Una? O ¿Dos personas?
Pareciera que estaban buscando algo porque las pisadas duraron un rato, hasta que alguien susurro
—No está aquí
—Lo sé, idiota
—¿Qué hace Anastasia aquí?
Y después todo se quedó en silencio porque se oyeron otras pisadas.
—Escóndete.
No abrí ninguno de mis ojos, pero sé que estaban buscando un lugar para esconderse hasta que se lo hicieron.
Se oyó un jadeo, y un insulto
—¿Quién carajos entro? —grito la voz chillona de Carla.
Por lo visto, los "ladrones" dejaron la puerta abierta, joder, ¿Acaso no vieron nunca Csi o La ley y el orden?
Oí los pasos hasta llegar a mí, y sentí un dolor horrible explotar en mi costado y no pude evitar colocarme en posición fetal y jadear como loca
—¿Qué te pasa? —susurro
—¿Crees que soy estúpida? —pregunto mientras me agarraba del cabello y se colocaba encima de mí, puede que estuviese en desventaja, pero nunca me dejaría golpear por nadie ni mucho menos por ella sin luchar, así que la cachetee, golpee en unos de los ojos, pero ella me coloco unas de sus manos en mi garganta mientras apretaba.
¿Moriría ahogada por esta sucia perra?
—Si no existes Stefano podrá amarme —susurro en una forma que pareciese que hablaba consigo, abrió sus ojos y lo que dijo a continuación lo dijo con odio —Espero que te pudras en el infierno perra.
Casi sentía que no me lleva el aire, y de repente pude respirar, me gire y tosí, y respire y así estuve un rato.
—Oye, ¿Estás bien? —me pregunto una voz femenina.
Volví mi cara y era una chama que me miraba con preocupación, seguro era una de las personas que entró en la
habitación antes de que Carla llegara.
—Sí, muchas gracias —no sabía cuáles eran sus intenciones, pero igual les daba las gracias.
Busque con la mirada a Carla, y tenía un charco de sangre en la cabeza.
—Esa perra siempre estuvo loca —dijo una segunda voz y agrego —Vamos, chica. Necesitamos irnos de aquí, está
familia está loca
Asentí y me pare.
Antes de irnos no pude evitar preguntar
—¿Quiénes son?
—Digas que somos tus milagros —dijeron ambos y se fueron.
—Joder, no se vayan chicos —grité mientras iba detrás de ellos.
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Toda la casa estaba en silencio, y no había ningún guardia, lo que me parecía raro.
Nos encontrábamos en la planta baja, los chicos habían ido en busca de algo, así que yo me quedé aquí, estaba tratando de pensar en cualquier otra cosa que no sea Stefano, ¿Cómo pudo dejarme con esa loca? ¿Cómo? si seguía pensando así comenzaría a llorar, es que no lo entendía, no puedo creer que tuvo que fingir todo ese tiempo conmigo, pero ¿Cuál era su plan? El que fuese, debía valer la pena como para haberme aguantado, y no conforme con eso, me quito la virginidad, cosa que a mí no me importaba, pero joder, tampoco que quería perderla con cualquier ni mucho menos con alguien que tenía intenciones nada buenas conmigo, por lo que ahora, me concentraría a admirar el palacio que tenía la madre de Stefano.
La decoración era muy elegante, con diversas pinturas y una que otra pintura decorando casi todas las esquinas de la sala, no me había querido mover de la sala, y tomando en cuenta, que no tenía ningún plan de huida, pero si la preciosa corazonada que ese par, no eran malas personas, sino que ellos me protegerían, ¿Cómo es eso? Ni idea, tal vez, esa droga que me dieron, me hacía susceptible o qué sé yo, me quedaría quietecita hasta que nos fuéramos.
Oí ruidos en la cocina, así que me dirigí hacia allá, a ver que estaban haciendo los “ladrones”, pero el bullicioso se debía a que se estaba preparando un sándwich, en ese momento mi estómago rugió
—¿Quieres un poco? —y me señalo un sándwich —estar secuestrada debe haberte agotado las fuerzas.
—Confirmo eso —dijo el chico, aunque creo que era su hermano, porque el parecido era espectacular.
Me acerque, y tome el sándwich
—Tu madre estaba preocupada por ti, pequeña —jadee mientras comía ese sabroso sándwich, y abrí mis ojos al percatarme de lo que escuche.
—¿Mi madre los envió a buscarme? —pregunté un poco emotiva.
—Si —respondieron ambos al unísono.
—Pero, ¿Cómo entraron aquí? —esa pregunta me estaba rondando la cabeza hace tiempo, pero lo que realmente quería preguntar era por Stefano ¿lo habrían visto?
—Tenemos nuestros trucos —dijo el chico —por cierto, me llamo Gary.
—¿Gary? —repetí mientras me reía —¿Cómo el caracol de Bob esponja?
—Jajaja, muy graciosa, no sabía que Esmeralda tuviera una hija tan simpática como tú
Y me seguí riendo.
—No, pero hablando enserio, tenemos que irnos, antes de que alguien se dé cuenta de lo que paso aquí —dijo la chica mientras su dedo giraba de forma circular, intentando de decir el desmadre que paso.
Los dos ya habían terminado de comer sus sándwiches, y yo mire hacia abajo mirando para ver cuánto me faltaba, y el sándwich ya no estaba.