—¡Mamá! ¡Mamá! ¿Dónde estás? —grite mientras baja las escaleras había decidido hablar con mi mamá antes de irme.
Llegué hasta la cocina, y allí estaba mi mami haciendo los panqueques que tanto adoraba.
—Hola hija ¿qué paso?
—¿Gary se encuentra en casa? —pregunte ignorando su pregunta
—Se acaba de ir, ¿puedes decirme qué pasa? —pregunto preocupada acercándose hacia donde estaba.
—Gary quiere entregarme a Stefano, madre —dije con lagrimas en los ojos
—¿Qué? ¿acaso se volvió loco tu primo? —exclamó mientras me arrastraba a sentarme una silla —Todos sabemos que tu primo no es una buena persona, pero ¿porqué querría hacerte ello? —pregunto confundida
—Quiere deshacerse de mí mamá ¿no lo entiendes? —grité, esta situación me estaba desesperando —me odia, quiere enviarme con Stefano para qué me haga no sé que cosas, tienes que ayudarme a escapar —le supliqué.
Se me quedo mirando y cuando iba a hablar la cocina se lleno de humo, el panqueque que estaba cocinado se quemo.
Me aleje rápidamente, subí las escaleras y fui por mi bolsa, quería confiar en mi madre, me su actitud me dejaba un poco renuente a pensar que quería ayudar.
—Hija, no te vaya —grito mientras me seguía a la puerta principal de la casa —me iré contigo, tu eres lo más preciado que tengo, y aunque no entienda nada de lo que está pasando, confió en ti, déjame buscar las llaves del auto, y algunos papeles para irnos.
—Gracias mamá.
La vi subir las escaleras he irse a su cuarto.
Había un silencio sepulcral en la casa que daba miedo, se sentía como la calma antes de la tormenta, había ido a la habitación de Clarissa y no estaba, y no sabía si alegrarme o entrar en desesperación ¿se habrá ido con Gary? ¿Habrá huido? Tal vez me había equivocado pensando que era una víctima cuando no lo era.
Mi mamá no había bajado, el sonido del reloj me estaba atormentando pero me alertaba que habían pasado 10 minutos y no había oído nada, absolutamente nada hasta que oí un ruido seco que me estremeció y salí volando hacia donde mi mamá.
—¡Mamá! ¡Mamá! ¿Dónde estás? —esto parecia una película de terror, entre a su habitación y me encontré con su cuerpo tirado en el piso con sangre, me acerque rápidamente —mamá ¿qué paso? Mamá —repetí varias veces sin contener mis lágrimas, ¿quién le había hecho esto a mi madre? ¿Gary? ¿Clarissa? ¿Stefano?
Oí un ruido en la parte de abajo, seguro era el asesino de mi madre, no quería dejarla aquí tirada como una basura, pero vendría por ella, cueste lo que me cueste, bese su frente y me despedí de ella.
—Volveré por ti mami —susurre mientras me levantaba y busca un arma con que defenderme, me quede estática sin saber que hacer hasta que recordé que mi madre tenía un arma que escondía debajo de su colchón, mi padre se la había regalado para que pudiera defenderse, y aunque ella no le gustaba la violencia entendió su preocupación, esperaba que estuviera allí.
Arroje el colchón, y vi que en una esquina estaba el arma, me lance hacia ella, y la tome en mis manos, oí que los pasos estaban subiendo las escaleras, sea quien sea, alguien iba a morir hoy y no sería yo, hubiese querido dejar todo como estaba antes pero no tenía tiempo, así que me escondí detrás de la puerta y espere que viniera hacia acá, después de eliminar a mi madre, seguro que querían deshacerse de mí ¿Por qué? No lo sabía, pero rogaba salir viva de esto para poder pensar con claridad.
Alguien entro, y supe quién era, era Carla, con el cabello lleno de sangre y una gasa que se había empapado toda por el golpe que Clarissa le había dado ¿qué carajos? ¿Todavía seguía viva? Tenía razón el dicho de que hierba mala nunca muere.
—Alto allí —grite saliendo de mi escondite, ella no se giro —gírate —le ordene mientras le apuntaba con el arma.
—Querida amiga, ¿Cómo estás? —pregunto con esa sonrisa cínica que odiaba tanto.
—¿Qué haces aquí? —pregunte, quería ponerme a llorar, reclamarle todo lo que me había hecho, pero no era el momento, me tranquilice y le dije —¿Acaso Stefano se canso de ti y por eso viniste a visitarme? —quería provocarla, y claro que lo conseguí, sus facciones sarcásticas cambiaron por una cara de odio y desprecio.
—No creo que debas hablarme así, niña imbécil, y para tu información tenia curiosidad de saber donde estaba mi mejor amiga, me dejaste sola para que muriera pero Stefano me rescato —dijo con calma como si le estuviera explicando a un niño pequeño algo tan complicado, sabía que odiaba que me hablarán así, ¡dios! Como la odio.
—¿Porqué mataste a mi madre? ¿Qué te hizo ella?
Ví a mi madre de reojo, y se carcajeo, parecía una bruja mientras se reía.
—¿No es obvio? Daño colateral —se acerco a ella y le acarició su cabello.
—Aléjate de ella —grite.
—Por dios, baja esa arma podrías hacerte daño.
—A la única que voy a hacer daño es a ti, si no te largas de aquí.
Levanto sus manos mientras se alejaba de mi madre, y volteo los ojos.
—Odio que te pongas de esta manera conmigo, pensé que éramos mejores amigas.