Me observo en el espejo incapaz de creer que realmente voy a hacer esto.
Voy a ir a una estúpida fiesta por culpa de Alina y porque no fui capaz de decirle que no a la mirada de cachorro que me envió por encima de la mesa en la cena con Zach del jueves.
Pasó todo el viernes suplicándome que no me fuese a retractar y de nuevo, todo el día de hoy, impidiéndome concentrarme en cosas más importantes lo que en el fondo, agradecí en silencio. Aunque creo que el no haberlo visto el viernes en la escuela había hecho que mi imaginación dejara de crear escenarios donde Sebastian y yo pudiésemos estar juntos.
—¿Aun no estas listas?
Miro a Alina a través del espejo y no puedo evitar sonreír a pesar de mi mal humor.
Se ve hermosa usando un bonito vestido verde menta, de mangas largas, con unas botas de muerte y un maquillaje sensacional.
—Sí, ya lo estoy —respondo girándome para mirarla.
Ella me repasa de pies a cabeza, con el ceño fruncido lo que me desagrada, porque muy a mi pesar me arregle para la estúpida fiesta.
Llevo un jean ajustado, un top sin tirantes color blanco que se ajusta a mis curvas con un bonito escote en forma de corazón que muestra el nacimiento de mis pechos, unos botines de tacón y el cabello suelto en ondas. No voy tan maquillada como ella, pero definitivamente llevo maquillaje.
Que no quiera ir a un lugar no significa que no voy a arreglarme.
—¿Qué pasa? —pregunto cruzándome de brazos.
—La ropa está bien —dice entrando del todo a la habitación—, pero estos no —asegura deshaciéndose de mis gafas—. Tienes lentes de contacto, úsalos
Resoplo, molesta.
—Sí, los tengo, pero no soy fan de ellos
—Alice, sé que te encanta tener el look de una bibliotecaria sexy, pero hoy podemos dejarlo en solo sexy ¿de acuerdo?
Resoplo e ignoro su estúpido comentario mientras voy al baño a colocarme los lentes de contacto. Cuando salgo, Alina asiente con aprobación.
—Ahora sí que estas lista —exclama tomando mi mano y tirando de ésta para salir de la habitación.
Resoplo mientras me guía escaleras abajo.
—No actúes como si fuera un martirio para ti salir, el año pasado lo hacías —musita Alina.
Si, lo hacía, pero tras muchos intentos descubrí que un lugar cerrado, con un puñado de adolescentes tomados y con la música a tan alto volumen que es imposible hablar decentemente no es mi estilo. Siempre terminaba peleando con Zach ya que debía llevarme temprano a casa, cuando me cansaba de verlo bailar y besar a su ligue de turno.
—Tú lo has dicho, lo hacía
Llegamos al final de la escalera donde vemos a papá sentado en el sofá, con mamá recostada sobre su pecho. Están viendo algún programa en la televisión, que dejan de ver cuando papá repara en nuestra presencia y silba antes de sonreír.
—Soy el padre de dos hermosas chicas —comenta riendo.
Alina y yo nos acercamos y nos sentamos con ellos. Yo junto a mamá y ella junto a papá.
—¿Segura que necesitas ir a esa fiesta? —pregunto cerrando mis ojos—. Estaría más que feliz de quedarnos aquí viendo una película con ustedes
—No puedes echarte para atrás ahora —refunfuña Alina.
—No puedes pasar todo tu tiempo libre en casa —murmura mamá antes de besar mi cabeza—. Necesitas salir y estar con chicos de tu edad
—Y Barbará y yo necesitamos tiempo juntos, aprovechando que tenemos la casa para nosotros solos
—Iugh —gruñe Alina mientras yo me río.
No hay que ser adivinos para saber que van a hacer apenas salgamos por esa puerta, pero que lo digan en voz alta sigue sonando extraño y probablemente jamás me acostumbre, aunque ya no demuestro mi desagrado en voz alta, para eso está Alina quien continua quejándose de cómo no deberían decir esa clase de cosas frente a nosotras.
Vuelvo a sonreír mientras me acurruco contra mamá.
No bromeaba cuando decía que preferiría quedarme a ver una película con ellos, de hecho, hace tiempo que no hacemos algo como familia y quizás deberíamos retomarlos. Antes de que yo me vaya a la universidad y solo tengan a Alina por un año más antes de que ella se marche.
—Alice, despierta. Zach está afuera
Abro mis ojos mientras mi hermana teclea algo en su IPhone. Me parece extraño que le escriba a ella y no a mí.
—De acuerdo, supongo que es hora de irnos
Me levanto sin ganas y tomo mi chaqueta de jean en las manos siguiendo a Alina hacia la puerta de casa tras despedirnos de mamá y papá.
—¿Debo darles la charla del sexo seguro de nuevo?
—¡Papá! —gritamos Alina y yo al unisonó.
Él se encoge de hombros mientras mamá lo golpea con suavidad en el pecho conteniendo la risa.
Salimos antes de que realmente comience con la charla.