Mil razones para dejarte ir.

9. Con o sin gafas.

Escucho a mamá antes de abrir los ojos.
Salgo de la cama sin mucho ánimo y voy al baño de inmediato, me lavo los dientes y trato de peinar un poco mi cabello enmarañado el cual es un caso perdido. Lo recojo en un moño alto,  salgo del baño, tomo mis gafas del escritorio y salgo de mi habitación en pijama.
Es domingo, puedo pasar todo el día en pijama si se me antoja. 
Mamá está en la cocina pasando un paño húmedo sobre la barra de desayuno cuando me ve.
—Hola cariño —me sonríe—. ¿Cereal de avena o azucarado?
—Azucarado —respondo mientras me sirvo una taza de café.
Mamá saca el cereal de la alacena y la leche de la nevera. Las deja sobre la barra que anteriormente ha limpiado junto a un cuento y una cuchara para que me sirva a mi gusto. 
Es algo tradicional de los domingos. Mamá no cocina, así que todos desayunamos cereal con leche, en el almuerzo papá, Alina o yo cocinamos, turnándonos uno cada semana y en la noche pedimos comida. Incluso lo tenemos anotado en una pequeña pizarra, que marca que hoy es a mía quien le toca cocinar.
Es una especie de rutina, afianzando que papá tiene razón al decir que las rutinas son las bases de una familia.
Termino de tomar mi café mientras vierto el cereal en el cuenco seguido de la leche.
—¿Cómo la pasaron anoche? —pregunta mamá guardando lo que ya no utilizaré—. Creí que te levantarías más tarde
—Genial —respondo antes de dar un bocado—. Pasé la mayor parte de la noche con jaqueca por la música demasiado fuerte, pero supongo que forma parte de la experiencia adolescente 
Mamá blanquea los ojos.
—De verdad necesitas relajarte un poco cariño 
—Y lo hago, en la tina con las sales que me traes del spa que por cierto, están por terminarse 
—Te traeré más mañana —asegura tras darme un beso en la cabeza.
—Gracias —tomo otro bocado de mi cereal y mastico.
Mamá se aleja de mí y vuelve a acercarse, esta vez con mi teléfono en sus manos.
—Lo conseguí aquí esta mañana —musita dejándolo a mi lado.
Le sonrío.
—Después de llegar, se me antojo un poco de agua antes de subir. Seguramente lo deje olvidado 
—Seguramente —musita mi mamá distraída.
Desbloqueo mi IPhone y veo que hay un WhatsApp de Zach de la madrugada diciéndome que había llegado bien a casa, así como una notificación de Instagram de hace apenas unos minutos. La abro para encontrar una fotografía de la noche anterior de Alina, Zach y yo cuando estábamos en el auto de Zach. Recuerdo que Alina me pidió que la tomara antes de que Zach saliera de casa anoche. 
Zach luce como todo un modelo, Alina no se le queda atrás con el maquillaje tan profesional que se ha hecho y yo… me veo sexy. Apenas sonrío en la foto lo que le agrega algo de misterio a mi mirada que gracias a los lentes de contacto se ve mucho más expresiva. 
Anoche fue una noche loca. Fui un mal tercio para estos dos y terminé despertando hoy en mi cama sin saber cómo llegué aquí. #nobebanalcohol #amosersumaltercioforever #lerobareelnovioamihermanaalgundia
No sé si reírme o llorar ante la descripción de la imagen donde mi hermana me ha etiquetado. Así que decido simplemente darle me gusta sin caer en la constante diatriba de que Zach y yo no somos novios. Ella lo sabe, sin embargo, le encanta bromear al respecto.
—Buenos días —exclama Alina entrando a la cocina.
Su cabello esta mojado por la ducha y que agradezco que haya tenido la brillante idea de tomarse una ducha antes de bajar, ya que anoche apestaba a alcohol cuando Zach la dejo en su cama.
—Buenos días cariño —responde mamá sacando de nuevo la leche, un cuenco, una cuchara y el cereal achocolatado de Alina.
Ella y papá lo comen así, mientras mamá prefiere el dietético. Yo soy la única que mantiene dos opciones siempre.
—¿Has visto la foto? —pregunta Alina mientras se prepara su tazón.
—Sí, acabo de hacerlo —respondo mientras reviso facebook.
—¿Cuál foto? —pregunta mamá.
Se la enseño lo que hace que Alina maldiga entre dientes. 
No entiendo a que se debe hasta que recuerdo su descripción, aunque es un poco tarde ya que mamá la lee en voz alta.
Le pido perdón a Alina con los labios mientras me preparo para la reprimenda, pero esta no llega. Mamá simplemente reí negando con la cabeza. 
—Deberías controlarte un poco más antes de que te arrepientas de lo que pueda pasar —musita mamá mirando a Alina—. Suerte que tu padre estaba profundamente dormido, eso es lo que consigue un buen sexo marital
—¡Mamá! —exclamamos Alina y yo al unisonó haciéndola reír.
—Hablo en serio Alina, más control para la próxima ¿de acuerdo? Nada de excesos 
—De acuerdo mamá —asegura Alina antes de centrarse en su cereal.
—Y tu deja de cubrirle la espalda a tu hermana —me habla mamá quitándome el tazón vacío de las manos— o acabarás con algo más que picaduras de avispas 
—De acuerdo mamá —imito a Alina pero concentrándome en m celular.
—Buenos días —anuncia papá besándonos en la mejilla a Alina y a mí antes de acercarse a mamá y darle un beso que como siempre, nos hace voltear—. Buenos días, amor de mi vida
—Buenos días, amor de mi vida —le responde mamá antes de besarlo otra vez.
—Mejor vámonos antes de que decidan continuar con lo de anoche en la barra —propone Alina tomando su tazón.
La sigo sin discusión a la sala donde nos sentamos en el sofá y Alina enciende el televisor.
—¿Disney Channel? —pregunta riendo como niña traviesa.
—Por supuesto —le aseguro riendo.
—Alice —me llama papá.
Lo veo por encima del sofá con mamá aun en brazos.
—Iremos a la tienda por víveres para la semana ¿Quieres algo especial para el almuerzo de hoy? —pregunta mamá.
Lo medito durante unos segundos antes de negar.
—Lo que sea que decidan traer puedo trabajar con ello
—Camarones —exclama Alice con la boca llena—. Tráiganle camarones y crema de leche. Que haga pasta Alfredo con camarones 
Encojo un hombro.
—Me parece bien 
—De acuerdo, no quemen la casa mientras no estamos —anuncia papá mientras sale de la casa con mamá.
Alice se concentra viendo Star y las fuerzas del mal mientras yo continúo hurgando en mi teléfono. Facebook está a rebozar de buenos memes, pero no hay nada que me apetezca compartir así que solo me dedico a mirar hasta que me canso.
De repente, mi teléfono suena con una nueva notificación de seguimiento de Instagram. La reviso para ver de quién se trata, logrando así que lo que no había enviado al fondo de mi mente desde que me fui a dormir resurja como un huracán en mi interior.
@Sebastian_Lane ha comenzado a seguirte.
Estoy a punto de hiperventilar.
—¿Estás bien?
Levanto mi vista hacia Alina.
—¿Qué?
—¿Que si estás bien? Luces como si te fuera a dar una especie de ataque
—Sí, es que… olvide hacer algo para la escuela que es para mañana así que… —me levanto de un salto— mejor lo hago antes de que mamá y papá lleguen
—¡Nerd! —grita Alina mientras corro escaleras arriba.
No me detengo hasta estar en mi habitación.
Con el corazón desbocado gracias a la adrenalina de subir corriendo las escaleras, me dejo caer en la cama con el IPhone contra el pecho. Lo medito unos segundos antes de volver a desbloquearlo, ver la notificación y finalmente darle clic a su usuario para ver si es privado.
¡No lo es!
Se despliegan ante mi centenar de fotografías.
Algunas de Sebastian estilo selfie, otras tomadas por otras personas donde finge que no sabe que se la están tomando o mira serio a la cámara. En algunas se ve con paisajes totalmente geniales a su espalda, y stalkeandolo conozco que ha viajado fuera del país. Reconozco la ópera de Sídney, la torre Eiffel, el coliseo y los arboles de cerezo japonés.
También hay fotos con amigos, en su motocicleta, con sus padres, en su piscina, de fiesta, pero no hay ninguna con una chica. 
Estoy a punto de darle a otra foto cuando una nueva notificación llega, esta vez, un comentario a la fotografía de Alina que posteo minutos antes. 
@AliceP.1 sigo sin decidir si me gustas más con o sin gafas




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