Mil razones para dejarte ir.

13. Primera vez.

Me ha besado.

Sebastian Lane me ha besado y yo le he correspondido el beso. Lo he besado con la misma intensidad con la que me ha besado él, demostrándole que no soy tan ajena a sus atenciones después de todo.

Y me maldigo por eso.

¿Qué va a pensar de mí? 

Qué lo beso como si mi vida dependiera de ello cuando se supone que tengo novio. Que le permito besarme cuando apenas lo estoy conociendo. Que le correspondo el beso cuando me canse de ignorar sus contantes “me gustas” alegando cualquier tontería.

¿Qué va a pensar de mí?

Me deslizo contra el estante donde Sebastian me ha acorralado y me dejo caer hasta el suelo, donde me quedo sentada con la vista puesta en el libro que antes estaba él leyendo.

La probabilidad estadística del amor a primera vista. Curiosa elección para alguien como él. No lo creí lector del género romántico, como tampoco creí que ese libro estuviese en la biblioteca de la escuela. 

Leí ese libro hace un año y me pareció muy fantasioso pues nadie se enamora a primera vista. Nadie.

Aparto mi vista del libro para centrarme en la bolsa que continúo sujetando con fuerza. El beso me ha quitado el apetito por completo, pero si no como el sándwich de mamá se preocupara y pensará que algo pasó que me impidió comer mi almuerzo. 

Y si, algo paso, pero ella no tiene porque saberlo.

Con un suspiro, saco mi sándwich de ensalada de atún del envase y le doy un mordisco tras otro. Este delicioso, como todo lo que mamá hace, pero no lo disfruto por completo. Mi mente viaja una y otra vez al recuerdo del beso y mi estomago se hace un nudo a causa de ello, mis labios hormiguean y mis moléculas parecen estar en una zona feliz donde nada las preocupa. 

Me rindo con el sándwich cuando voy por la mitad y decido dejarlo hasta allí. Ya encontraré la manera de deshacerme de él para que mamá no se preocupe.

Es inútil forzar algo que simplemente no va a pasar.

Sonrío ante la ironía.

Me esforcé tanto por ignorar mi atracción inminente hacia Sebastian que no me di cuenta que estaba allí hasta que fue demasiado tarde, y exploto con ese ardiente beso.

—Sabía que estarías aquí 

La voz de Zach me sobresalta. 

Alzo la cabeza para verlo dar unos cuantos pasos hacia mí y sentarse en el suelo a mi lado.

—Supuse que no soportarías estar en la cafetería 

—Supones bien —respondo sin ganas.

—¿Ese es un sándwich de atún? —pregunta curioso.

Bingo.

—Todo tuyo —exclamo tendiéndoselo.

Zach lo toma con entusiasmo y le da un mordisco para luego gemir con placer.

—Te juro por Dios que estaría feliz con sándwiches como estos cada día —asegura tomando otro bocado.

—Se lo diré a mamá, estará encantada de hacer uno extra para ti

Me quedo en silencio mientras Zach devora por completo el sándwich.

—Muy bien —sonríe cuando acaba—. Ya que tengo el estomago lleno ¿vas a decirme que sucede?

—¿Respecto a qué? —finjo no saber nada.

—Sé que no fuiste a la cafetería por lo sucedido con Sebastian en Instagram 

La mención del nombre de Sebastian me hace temblar, pero continúo fingiendo demencia.

—Pero tu falta de apetito se debe a otra cosa —continúa Zach— y ya que no vas a decírmelo por iniciativa propia, te lo estoy preguntando directamente

A veces odio que me conozca tan bien, sin embargo, si no me desahogo con él ¿con quién voy a hacerlo?

—Sebastian me beso —susurro.

Decirlo en voz alta cambia por completo las cosas.

Hace unos minutos se sentía como algo irreal. Algo sacado de un libro, una escena ficticia y un tanto cliché dado el lugar donde estamos, podría haber sido producto de mi imaginación, una muy vivida, pero se habría quedado allí como un bonito recuerdo.

Decírselo a Zach vuelve reales, muy reales las cosas.

—Te beso —comenta Zach.

Asiento con lentitud.

—Y a ti te gustó —afirma.

—Mucho —las palabras salen de mis labios sin que pueda controlarlas.

Miro a Zach con los ojos y la boca abiertos.

—¿Dije eso en voz alta?

Zach asiente, sonriendo.

—Y me alegra, ya era hora de que lo admitieras

—Oh mi Dios —cubro mi rostro con mis manos—. Debe estar pensando lo peor de mí en este momento

Zach suspira.

—Déjame adivinar, ¿aun cree que somos novios?

—No tuve la oportunidad de decírselo —me defiendo de inmediato—. En un minuto hablábamos de cómo él está muy seguro de que me gusta y al siguiente me estaba besando 




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