Mil razones para dejarte ir.

17. No soy tuya.

Como cada mañana, Zach se encuentra esperándome en mi casillero cuando llego a la escuela. Su cabello esta como siempre, desordenado lo que lo hace lucir bastante guapo.

Las chicas que pasan a su lado lo observan y se ríen con bobería, pero él no las determina. Tiene su vista clavada en mí desde que comencé a acercarme y ahora que estoy a unos cuantos pasos de llegar hacia él, puedo ver que sus ojos azules no destilan diversión como de costumbre.

—Finalmente llega mi chica con gafas favorita —dice sin sonreír.

Mi ceño se frunce y me detengo frente a él.

—¿Está todo bien?

—No lo sé ¿debería estar mal?

Su actitud me confunde, sin embargo, no pregunto nada más. Me vuelvo hacia mi casillero y lo abro.

—La verdad es que si, algo está mal—habla de nuevo a mi lado.

—¿Qué? —indago mirándolo a los ojos.

—Anoche te llame varias veces y no respondiste

Mis ojos se abren.

Por supuesto que no respondí. Dejé mi teléfono cuando me fui con Sebastian, y cuando llegue, tuve que pasar por un pequeño interrogatorio con papá. Mamá lo convenció de que podíamos tener esa conversación luego tras unos minutos, pero para cuando llegue a mi habitación, seguía un poco extasiada gracias a todo lo que había sucedido.

En realidad no vi mi teléfono hasta hoy en la mañana.

—Así que decidí llamar a Alina —prosigue Zach cruzándose de brazos—. ¿Te imaginas cual fue mi sorpresa cuando me dijo que estabas con el chico que horas antes habías abofeteado?

Cierro mi casillero, preparándome para contarle lo ocurrido. Por la cara que tiene, estoy segura de que no le agradará. No estoy segura de que a mí me agrade del todo haber perdonado con tanta facilidad a Sebastian.

—Tenía varias preguntas que hacer y él era el único que podía darme respuestas —digo con determinación.

Esa fue la principal razón por la que decidí ir con él, el resto solo... sucedió.

—¿No podía responder esas preguntas frente a tu casa? —pregunta Zach cruzándose de brazos.

Hago una mueca.

—No tenía ganas de que mi papá escuchara nuestra conversación

La ceja de Zach se alza.

—No te entiendo Alice, ayer me dijiste que no querías volver a verlo

Lamo mis labios.

—Zach, ni yo misma me entiendo, a decir verdad —confieso—. Estaba decidida a eso, pero él... Es alguien difícil de ignorar

Zach va a decir algo cuando su mirada se posa en algo detrás de mí. No me da tiempo de girar a ver de quien se trata, pues antes de poder hacerlo siento como un brazo rodea mi cintura.

—Lewis —saluda Sebastian con el mismo tono de siempre.

—Lane —responde Zach, esta vez imitando su tono.

La tensión puede palparse con facilidad y de nuevo, somos el centro de atención de los que están en el pasillo. Estoy segura de que se preguntan cómo permito que me abrace el chico a quien abofetee ayer y es por eso mismo que le pedí a Sebastian que tratara de no acercarse a mi hoy y el accedió, a regañadientes pero accedió.

Y ahora está abrazándome.

—Alice —me susurra al odio.

Suspiro antes de voltear mi rostro para verlo.

—Sebastian —siseo.

Él sonríe.

—¿Puedo acompañarte hasta tu clase?

Me giro hacia Zach quién ha estado observándonos en silencio y le suplico con la mirada que me ayude. No quiero que continúen mirándonos como animales en una celda de zoológico.

—Zach y yo...

—Te veré en clase —espeta Zach antes de irse.

Jadeo sorprendida mientras lo veo marcharse. No puedo creer que me haya dejado, no cuando lo necesito.

Sebastian sigue a mi lado, sin embargo y los demás continúan mirándonos.

—Creí que habíamos llegado a un acuerdo —musito volviendo a mirarlo.

—Y tenía toda la intensión de cumplirlo, hasta que te vi y no me pude resistir a volver a besarte

Mi ceño se frunce.

—No me has... —Sebastian me interrumpe presionando sus labios contra los míos.

Dejo caer los libros que estaba sosteniendo y el estruendo nos hace separarnos. Sebastian luce divertido cuando se inclina a recogerlos mientras yo siento como mis mejillas arden. Sobre todo cuando veo que todos los miran sorprendidos, susurran y nos señalan.

—Ignóralos —habla Sebastian volviendo a entrar en mi campo de visión.

—Precisamente por eso te pedí que no te acercaras a mi hoy —espeto arrebatándole mis libros.

—Te lo dije, hasta que te vi pensaba hacerlo —me recuerda—. Sobre todo cuando te vi con Lewis

Mis ojos se entrecierran.

—Eso es todo ¿cierto? Querías que me viese contigo —afirmo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.