Mil razones para dejarte ir.

20. Por ti.

—Buenos días dormilona —anuncia mamá mientras entra a mi habitación.

Parpadeo un par de veces intentando salir de la somnolencia mientras la veo caminar hacia mí. Estornudo a modo de saludo cuando está más cerca, haciendo que sonría.

—Veo que fue buena idea no despertarte para ir a la escuela hoy

—¿Qué hora es? —pregunto con la voz más grave de lo habitual.

—Son más de las doce cariño. Decidí dejarte descansar para ver si había mejoría —explica mientras se sienta en el borde de mi cama y toca mi frente—. Y fue una buena decisión ya que la fiebre ha disminuido

Vuelvo a estornudar, sintiéndome fatal por haberla hecho faltar dos días al trabajo por estar cuidándome.

—No debiste dejarme dormir tanto —comento recibiendo la caja de pañuelos que ella me tiende.

—Por supuesto que si, hacía mucho tiempo que no te malcriada —comenta alegre—. Ahora, ¿Quieres que te traiga la comida a la cama o quieres bajar a almorzar a la cocina? —pregunta.

—Bajaré —respondo antes de sonar mi nariz—. Debo salir de aquí

Ella sonríe antes de besar mi frente y levantarse para salir de mi habitación.

Me quedo tumbada en la cama sintiéndome fatal.

No sé si llamar a mi resfriado mala suerte o lo mejor que me ocurrió en años.

Justo cuando todo se vuelve una mierda con Sebastian, me pierdo dos días de escuela. No ayudará con mis calificaciones ni mi asistencia, pero me dará tiempo lejos del drama y la intensidad que conlleva estar cerca de él, quien no ha intentado llamar ni ha enviado algún WhatsApp. Y no lo culpo, luego de lo que pasó.

Sin embargo, reviso mi IPhone, buscando una nueva señal de vida de su parte, llevándome una bofetada de decepción al no encontrar nada. A pesar de saber que lo que le dije lo tenía bien merecido, sentir como eso vuelve en nada lo poco que compartimos me hace sentir triste.

Dejo mi celular a un lado y salgo de la cama hacia el baño. Mi reflejo de ojos y nariz rojiza, labios resecos y cabello hecho un desastre me mira de manera cansada.

Lavo mis dientes y me desnudo para tomar una ducha rápida. Lavo mi cabello y el agua caliente de algún modo me hace sentir un poco mejor físicamente.

Salgo de la ducha y peino mi cabello antes de salir de nuevo a mi habitación y buscar algo cómodo que usar.

Minutos después bajo las escaleras utilizando un legging negro y una sudadera blanca.

—No debiste lavarte el cabello —me regaña mamá cuando entro a la cocina.

—De algún modo me ha hecho sentir mejor —me defiendo tomando asiento en la barra del desayuno.

Mamá deja frente a mí un aromático tazón de sopa de pollo, que invade mis fosas nasales de inmediato con su exquisito aroma. La cómo junto a ella mientras el sonido de la lluvia cayendo afuera nos acompaña.

—¿Te sientes mejor? —pregunta mamá cuando termino.

Asiento, aunque en realidad sólo es a medias.

Me sigue sentando mal que Sebastian ni siquiera se haya preguntado porque estoy faltando a la escuela.

—Pues me alegra saber eso, aunque tu padre y yo probablemente cancelemos nuestra cena de hoy

—No mamá —estornudo antes de continuar—. Llevan esperando esa cena durante mucho tiempo. Si la cancelan, tendrán que esperar de nuevo una eternidad para poder comer en ese restaurante

—Lo sé cariño, pero tú eres más importante que eso

—Yo ya me siento mejor y creo que con dieciocho años puedo cuidarme un poco de mi misma ¿no crees?

Ella suspira mientras recoge nuestras tazas.

—Mamá, de verdad —insisto—. Es solo un resfriado, no es para tanto

Ella se voltea hacia mía tras lavar nuestras tazas y se acerca para abrazarme.

—De acuerdo cariño. Si estás segura...

—Sí, lo estoy —afirmo—. Papá y tú merecen tener citas

—De acuerdo —asiente sonriendo—. Le diré a tu padre que no cancele la reservación, pero, regresaremos a casa y no nos iremos a un hotel como habíamos previsto

Me separo de ella de inmediato, haciéndola reír.

—Realmente no necesitaba saber eso —espeto caminando hacia la sala.

—Yo también te amo —exclama entre risas.

Sacudo la cabeza, incapaz de creer la clase de madre que me ha tocado.

La amo, más que a nada pero a veces me siento tan fuera de lugar dentro de esta familia. Alina tiene tanto de ambos que si no fuese por mi parecido físico tan parecido al de mamá, creería que soy adoptada.

Me dejo caer en el sofá y enciendo el televisor.

Mi malestar físico general unido a mi malestar sentimental tienen mi ánimo por el suelo. Zach envió mis deberes de ayer con Alina y probablemente hoy también lo haga, pero pospondré todo hasta mañana. Hoy me haré un ovillo en el sofá el resto de la tarde y ya luego, me iré a la cama.




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