Mil razones para dejarte ir.

25. Cena apresurada.

No sé que te habrá dicho sobre nosotros pero te aseguro que pronto volveré a ser su chica. Tu solo eres un ligue pasajero

Las palabras de Blaire continúan repitiéndose en mi mente por minutos, por horas, incluso por días. 

Conseguí evitar a Sebastian y lograr que no lo notase alegando que tenia que estudiar y ayudar a mamá con una cena, pero la verdad es que no quería verlo a la cara, preguntarle al respecto y que me dijera que si. Que todo lo que dijo Blaire es cierto.

Pero mi tiempo libre de él se acaba en pocos minutos, cuando llegue a casa a cenar con mis padres.

—¿Aún no estas lista? —la voz de Alina irrumpe mis pensamientos.

Le doy un vistazo sobre mi hombro antes de volver a concentrarme en la tarea que debo terminar: elegir que usar.

—Tomaste una ducha hace más de media hora, crei que ya estarías lista

—No sé qué ponerme —explico volviendo a buscar entre mi ropa.

No suelo ser indecisa a la hora de vestir, pero luego de ver a Blaire tan perfectamente vestida y arreglada, junto a sus palabras, me ha dado mucho que pensar.

—¿Necesitas ayuda?

Asiento a la propuesta de Alina mientras ella se planta a mí lado. La veo buscar entre mi ropa mientras veo que ella ya va vestida con un jean negro y una blusa negra de manga larga que le queda un tanto holgada. Lleva su cabello recogido en una coleta y no lleva ni una gota de maquillaje.

—Sé que estas un poco nerviosa por la cena, ya que es obvio que papá lo va a atiborrar de preguntas —señala Alina mientras me tiene un jean blanco.

—Lo sé —concuerdo. 

—Y también sé que aún te sientes nerviosa por todo este asunto con Sebastian —continúa ella mientras me tiene varias de mis blusas—. Pero creo que le gustas de verdad, teniendo en cuenta que estará aquí esta noche

Me concentro en ver las blusas que Alina me ha pasado para evitar mirarla a los ojos y demostrar lo que me carcome por dentro. 

—Creo que esta —explico decidiendome por la blusa sin mangas color durazno.

Alina alza su ceja ante mi obvia desviación del tema, pero no dice nada. Solo asiente y espera a que me vista sentada en mi cama.

Me siento un poco mal de ver como no presiona por más información de mi parte cuando ella es abierta hacia mi con respecto a todo. Así que decido contarle lo que me ha estado carcomiendo las últimas cuarenta y ocho horas. 

—Blaire me enfrento el lunes en la escuela —le digo mientras comienzo a peinar mi cabello— y no he dejado de pensar en ello desde entonces

—¿Le dijiste a Sebastian?

Sacudo mi cabeza y ella resopla.

—Una vez te dije que Sebastian no tenía novias y es la verdad. Blaire no es la excepción a esa norma y tu...

—Tampoco lo soy —me apresuro a decir.

Sus cejas se alzan.

—¿En serio? Creí que estaba aquí porque estaba dispuesto a dar ese paso contigo

Mis ojos se abren ante el racionamiento de Alina, porque es algo que no se me había ocurrido hasta ahora. Pero enseguida, ignoro la sensación en mi estómago de aleteos, porque nuestro acuerdo fue que no seríamos novios. No sólo él no quiere una novia, yo tampoco quiero un novio. 

—Solo está aquí porque me castigaron por su culpa —explico mientras recojo mi cabello en un moño—. Y quiere que papá se tranquilice un poco, se altero mucho esa noche cuando lo consiguió aquí

Alina se carcajea.

—Es la cosa más normal —asegura entre risas—. Igual que mamá te quisiera dar la charla

—Mamá no tiene porque preocuparse por eso

—¿Realmente crees que eso perdure por mucho tiempo? Es con Sebastian que estas saliendo

Su comentario me confunde, pero no puedo preguntar a qué se refiere porque mamá llega a la habitación.

—Tu invitado llegó —anuncia sonriendo— y trajo algo para ti

Tomo una profunda respiración, tomo mis gafas y salgo detrás de Alina que va delante de mi con mamá, susurrando algo que no logro escuchar.

Continúo escuchando sus susurros delante de mí a medida que bajamos las escaleras, todavía más cuando llegamos al final de estas y papá está allí hablando con Sebastian, quien sostiene una rosa roja entre sus manos.

Me detengo en el último peldaño de la escalera para darle un vistazo de pies a cabeza, sintiendo mis mejillas calentarse cuando al volver a mirarlo a la cara, sus ojos oscuros están sobre mi.

—Hola —saludo acercándome a él.

Por el rabillo del ojo veo como mamá tira de la mano de papá y se lo lleva a la cocina, dejándonos relativamente solos.

—Hola —me saluda él tocando la punta de mi nariz con la rosa antes de tendermela. 

La sostengo y la acerco a mi, sintiendo su cálido aroma entrando por mis fosas nasales. 

—Está hermosa —susurro—. Aunque no debiste traerla 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.