Mil razones para dejarte ir.

28. Incomoda.

—¿Qué harás hoy después de clase? —pregunta Sebastian una vez que hemos llegado a la escuela.

Caminamos uno junto al otro mientras nos dirigimos a mi casillero. Las personas al parecer ya se han acostumbrado a vernos juntos, ya que ya no se quedan observandonos como antes, lo cual agradezco. 

—Me iré con Zach a casa, hoy es nuestra cena semanal

Sebastian me da un vistazo antes de mirar al frente de nuevo. No sé si se ha molestado o no, pero él está al tanto de que los jueves ceno con Zach. 

—La cena es a las siete —murmura de pronto—. Y salimos mucho antes de la escuela

—Si, pero Zach siempre me lleva porque usamos la tarde para estudiar. Forma parte de la tradición

—¿Zach también quiere ir a Harvard?

—No —había olvidado todo ese asunto de Harvard y su plaza asegurada— al igual que tu

Una media sonrisa aparece en la comisura de sus labios.

—Me preguntaba cuanto tardarías en sacar el tema

—Contigo es fácil olvidarse de las cosas

—Y eso que no he vuelto a besarte —me sonríe guiñandome un ojo.

Blanqueo los ojos mientras siento mis mejillas calentarse.

—Pero hablando en serio, Sebastian ¿por qué no quieres ir a Harvard?

—Porque es lo que mi papá quiere, no lo que yo quiero

—¿Y qué es lo que tu quieres? —cuestiono.

Sebastian lo medita unos segundos antes de encogerse de hombros.

—No lo sé

Lo miro sin poder creérmelo.

—¿De verdad nunca has pensado en tu futuro y en lo que te gustaría hacer cuando nos graduemos?

Él sacude su cabeza.

—Te he dicho que los planes no son lo mío. Por más que te empeñes en que salgan como tu deseas, siempre hay algo que sale mal

Sus palabras tienen un tono de amargura que me sorprende y que intuyo, no se debe solo al hecho de hacer planes en sí mismo. Es algo más profundo, pero no me atrevo a preguntar qué es.

—Entonces, ¿no te veré después de la escuela? —pregunta de nuevo Sebastian.

Parece muy interesado en que nos veamos, lo que me intriga.

—Como te he dicho, ya tengo planes. Pero mañana estoy libre —le regalo mi mejor sonrisa al terminar la frase. 

Logro que su semblante cambie, pero solo unos segundos. Cuando vuelve a mirar al frente, su ceño se frunce. Desvío mi mirada en su dirección para ver a Zach un par de metros más adelante apoyado en mi casillero, observandonos.

—No sé porque ustedes no se dan una oportunidad, son más parecidos de lo que crees —murmuro deteniendome cuando Sebastian lo hace.

—No me insultes —me pide blanqueando los ojos—. Yo no te acoso de esa manera

—Zach tampoco —lo defiendo—. Sólo me espera en mi casillero como casi todas las mañanas desde que tengo memoria. Es casi una especia de tradición 

—¿Cuántas tradiciones más tienen ustedes? Comienza a ser molesto verlo hasta en la sopa

—Es mi mejor amigo, tendrás que acostumbrarte ¿no? 

Sebastian me mira fijamente unos segundos, antes de asentir. 

—Supongo. Pero ahora, justo ahora, no quiero 

Blanqueo los ojos y Sebastian sonríe. 

—Me gustas cuando haces eso

Sus dedos van a mi mentón y me hacen mirar su sonrisa de prepotencia. Sé que mis mejillas están rojas en este momento gracias a su frase anterior y eso solo hace que su sonrisa se ensanche.

—También me gustas cuando te sonrojas

—Ya me lo habías dicho

—Y tú no has vuelto a decirme que te gusto

—Ni te lo volveré a decir —le aseguro.

Una de las cejas de Sebastian se alza mientras se inclina más cerca.

—¿Estas segura de eso?

Asiento, con lentitud. Su rostro está tan cerca del mío que puedo admirar más a profundidad sus bonitos ojos color chocolate, que parecen tener unas diminutas motas doradas.

—Parece como una especie de reto para mí y eso me gusta —susurra Sebastian antes de darme un casto beso y alejarse.

Me guiña un ojo mientras se aleja caminando de espalda un par de pasos y luego se voltea para seguir caminando en dirección opuesta a donde está mi casillero mientras yo reanudo mi marcha hacia éste, donde Zach me espera, con una mirada inquisitiva.

—Veo que la cena fue bien —murmura Zach cuando estoy lo suficientemente cerca. 

—Sé podría decir —musito mientras abro mi casillero y dejo la rosa que Sebastian me dio sobre todo lo demás—. Mamá está encantada con él, papá por otro lado...

—Creo que ahora me agrada más tu papá que tu mamá

Entrecierro mis ojos hacia Zach.

—Le diré eso cuando estemos en casa




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.