Mil razones para dejarte ir.

31. Lo razonas todo.

—Eso fue...

—Genial —termino la frase de Sebastian con una sonrisa.

Él me observa como si estuviera loca, logrando que suelte una carcajada.

—No pensé que te molestaran las sillas voladoras

—No me molestan, me perturban ¿como puede divertirte girar y girar sin sentido alguno?

Vuelvo a reírme, pues la expresión de Sebastian es de terror contenido.

—Me hubieses dicho que no te gustaban y no nos subimos

—¿Y borrar esa expresión de niña de cinco años al ver un dulce de tu rostro? Ni hablar

Sonrío, acercándome a él. Me pongo de puntillas y lo beso en la mejilla.

—Si venimos una próxima vez, descartaremos las sillas voladoras —le prometo.

Él también sonríe, rodeando mi cintura con sus brazos. Es el primer contacto tan cercano que tenemos desde que nos bajamos desde la rueda de la fortuna.

—¿Quieres regresar?

—Ha sido una tarde muy entretenida —le aseguro.

Sebastian se inclina para besarme pero alguien choca contra su espalda, logrando que por poco caigamos en bruces en el suelo. Nos volteamos para ver quien ha sido cuando vemos a un par de niños jugando con una pelota.

—No estoy tan seguro de querer regresar —replica soltandome.

—¿Por qué? —pregunto confusa. 

—Demasiadas personas

—Es agradable —admito—. No venía a una desde que era una niña. Papá y mamá solían comprarnos a Alina y a mi mucho algodón de azúcar y palomitas de maíz. Una vez, hice que todos subiesemos a las sillas voladoras y Alina terminó vomitando

—Suena asqueroso

—Lo fue —me río al recordarlo—. Creo que luego de eso dijo que no regresaría a ninguna feria y por eso no volvimos. Pero fueron excelentes días

—Se nota. Tus ojos brillan cuando hablas de tu familia

Miro a otro lado, sintiéndome cohibida de pronto. Mi vista para sobre una sección de banquillos y de pronto recuerdo que desde que llegamos, no hemos parado ni un segundo. 

—¿Quieres que nos sentemos? —propongo señalando en dirección a los banquillos.

Sebastian asiente y caminamos hacia allí. Sentandonos uno junto al otro, mientras el atardecer comienza a teñir el cielo de color naranja. 

—¿Quieres algo de comer? —pregunta Sebastian de pronto.

Asiento, sin pensármelo dos veces. Con casi las siete de la noche y mi estómago no ha recibido nada desde el medio día. 

—¿Palomitas de maíz o algodón de azúcar? —bromea.

Río, sacudiendo mi cabeza.

—Eso no hará nada contra mí apetito —desvío mi mirada hasta los puestos de comida y señalo un carrito de hoy dogs—. Eso sí que lo hará

Sebastian sonríe, levantándose.

—Esperame aquí, ya voy yo por ellos

Mientras Sebastian no esta, aprovecho para revisar mi IPhone. No tengo WhatsApps de mamá ni de papá, tampoco de Zach.

Levanto mi vista para ver si Sebastian ya esta de regreso, pero aún lo veo a lo lejos en la fila para comprar hot dogs. Desvío mi mirada hacia el resto de la feria y la imagen es bastante bonita. Un sin fin de colores contrastando con el cielo que pasa de azul a naranja es un bonito panorama.

Sostengo mi IPhone en alto y trato de cuadrar muy bien la imagen. Tomo la fotografía y decido publicarla en mi instagram. Pienso un momento una buena descripción para la imagen pero al final simplemente decido decir, lo que estoy sintiendo. 

Felicidad.

Quizás sea muy vago, pero es todo en lo que mi cerebro pueden pensar ahora.

Dejo mi IPhone a un lado, para volver a tomarlo cuando vibra. Reviso la notificación de Instagram.

@Sebastian_Lane le ha dado me gusta a tu foto.

Mis cejas se alzan al ver lo rápido que ha reaccionado a mi fotografía. Alzo la vista para ver si logro ubicarlo y segundos después aparece en mi campo de visión, caminando hacia mi con sus manos ocupadas por los hoy dogs.

—Había cola —comenta cuando ya está lo suficientemente cerca de mí—. Por eso me tarde

—No hay problema —sostengo el hot dog que me tiene y espero a que se siente junto a mi para comenzar a comerlo.

Sebastian también ha traído un par de Coca-Colas para acompañar los hot dogs que comemos en un silencio bastante cómodo.

—Había olvidado que la comida sabe mejor cuando es un desconocido quien la prepara —musito tras masticar mi último bocado.

Sebastian asiente mientras toma un sorbo de su Coca-Cola.

—La foto que subiste —murmura—. Es una buena foto

Asiento.

—Y al parecer no has perdido el tiempo para darle me gusta

Sebastian sonríe.

—Tengo activadas tus notificaciones en instagram. Lo que sea que postees soy el primero en saberlo

Mis ojos se abren y casi me ahogo con la Coca-Cola. Toso un poco para no hacerlo y Sebastian me golpea suavemente en la espalda, sin dejar de reír.

—Al final Alina tenía razón, realmente eres un acosador

La sonrisa de Sebastian se ensancha, pero niega. 

—Estaba bromeando Alice. La verdad es que Gabriel me escribió para decirme que haría una fiesta en su casa, aprovechando que sus padres estarán hasta tarde aquí en la feria —explica—. Después de responderle, revise Instagram y en la sección de noticias estabas de primera

—Eso tiene mucho más sentido 

—¿Y qué habría pasado si lo que te dije antes es cierto? —cuestiona. 

Lo medito unos segundos antes de encogerme de hombros.

—No lo sé

—¿Habría cambiado la opinión que tienes de mí?

—Creo que solo me habría expuesto una faceta de ti a la que le gusta el control, aunque me habría preocupado un poco saber que quieres tener control sobre mí

Él asiente, dándome la razón.

—Me parece una respuesta muy razonable, cosa que no me sorprende de ti

—Lo razono todo

—Lo razonas todo —concuerda Sebastian.

—Pero ahora, no tengo que razonar que seas un acosador, porque no lo eres




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.