Mil razones para dejarte ir.

39. Sentimientos conflictivos.

Ha pasado casi una semana desde que estuve en casa de Sebastian. 

Y aunque que no hemos vuelto a tener un episodio de intensidad descontrolada, mi mente me dice que eso es lo mejor, pero mi cuerpo está completamente en desacuerdo.

Él no ha tocado el tema de su comentario en el instagram de Alina y yo tampoco lo he sacado a relucir. Cada ves que pienso en ello, mis mejillas se tornan rosas, porque entiendo perfectamente lo que sus palabras significan, la insinuación dentro de ellas. 

No nos vimos mucho fuera de la escuela en los días de escuela. Solo tuvimos nuestra segunda cita: una cena cero romántica que constaba de un par de hamburguesas y malteadas de chocolate en la cafetería más popular de la pequeña ciudad. Fue divertido y simple, y ambos descubrimos que somos amantes del chocolate.

No hubo toque de queda esa noche para mí, pero como era noche de escuela, tuve que llegar temprano a casa. Aunque eso me dio la excusa perfecta para no ir al acantilado y estar a solas con él.

En la escuela, nos veíamos en el almuerzo un par de minutos en la biblioteca, donde comíamos, hablábamos sobre libros e incluso estudiamos un poco. 

—¿En qué piensas? —pregunta Zach apareciendo de pronto.

Me sobresalto, pues no lo he oído llegar en absoluto. Cierro mi casillero y lo encaro.

—En nada

Sus cejas se alzan.

—Ni siquiera te diste cuenta que estaba junto a ti hasta que te hable así que no me mientas

Zach me mira con intensidad a través de sus ojos azules. Sé que intenta descifrarme, es algo que ha hecho desde que somos niños y siempre lograba intimidarme lo suficiente para terminar contándole lo que me sucede. Pero ahora, no estoy segura de querer contarle a mi mejor amigo mis dudas con respecto a si debo o no perder la virginidad con Sebastian, y estoy segura de que él no quiere oírlo tampoco. 

—Nada en especial —suelto de pronto—. Ya sabes que a veces simplemente me quedo en el limbo

Una de sus cejas se alza mientras continúa mirándome. Estoy segura de que no me ha creído una palabra, y me temo que vaya a insistir, sin embargo, sólo asiente mientras rodea mis hombros con su brazo.

—Sabes que no te creo ¿cierto? —murmura en mi oído cuando comenzamos a caminar.

Mi cuerpo se tensa ante sus palabras y él solo sonríe.

—Pero esta bien. Supongo que es algo relacionado con Sebastian y no sé realmente si quiera saberlo, aunque debo confesar que extraño que mi mejor amiga sea más abierta conmigo

Dejo caer mi cabeza contra su hombro, asintiendo.

—Yo también extraño eso

—Soy un libro abierto —asegura él.

—Por supuesto que no —lo contraadigo—. Últimamente estas de mal humor la mayor parte del tiempo, y anoche en la cena, parecía que Alina y tu tenían una guerra de mirada entre ustedes

Zach hace una mueca.

—El tema con Alina se salió de control después de la fiesta en casa de Gabe —espeta—. Después de que estuve cuidando su culo, para que no hiciera algo de lo que luego pudiera arrepentirse, ella se enfada conmigo por contestarte su teléfono ¿puedes creerlo?

Ahora soy yo quien hace una mueca.

—Lo siento Zach, es mi culpa. No debí irme esa noche

Él se encoge de hombros.

—Lo hecho, hecho está. No vale la pena arrepentirse por algo que no tiene solución, pero no lo vuelvas a hacer —me advierte—. Porque no pienso seguir siendo el niñero de una malcriada malagradecida 

Suspiro resignada a que él y Alina simplemente no se arreglaran.

Creí que sólo sería un enojo pasajero, pero cada vez que pienso que las cosas entre ellos se resolverán, es todo lo contrario y cada vez comienza a hacerse más incómodo. La cena de anoche, fue la prueba de ello. La tensión entre ambos podía cortarse con un cuchillo.

Zach no dice nada más mientras caminamos hacia la salida del edificio, donde el cielo que permanece con nubes grises nos recibe. 

No tengo que decir nada para que Zach nos guíe hacia su jeep. Hoy debo regresar con él a casa, ya que fue mamá quien me trajo temprano por la posibilidad de lluvia. Lluvia que aún no termina de caer, pero la amenaza sigue latente.

Damos pasos cortos a través del estacionamiento de la escuela, pero en cuanto estamos cerca del jeep puedo ver a Sebastian cruzado de brazos, a la espera.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono separandome de Zach—. Creí que te irías directo a tu casa

Algo me dijo al respecto mientras estuvimos almorzando. Su madre al parecer quería que fuera a casa de inmediato al salir de la escuela.

—Era el plan pero decidió cambiarlo a último momento, así que me dije ¿por qué no cambió yo los planes de mi chica para esta tarde?

Mi corazón se detiene momentáneamente al escucharlo referirse a mi como su chica y debo convencerme a mi misma de que no estoy sufriendo un infarto para no entrar en pánico. 

Él no debería afectarme de esta manera, pero lo hace y cada vez con más intensidad. 

—¿Alice? —la voz de Zach me atrae de nuevo a la realidad como un fuerte imán. 

—¿Si? —me giro hacia él que se encuentra de brazos cruzados recostado a su jeep. 

—¿Nos vamos o no? 

—Yo me encargo, Lewis —responde Sebastian por mí. 

Zach ni siquiera lo mira mientras espera mi respuesta. También acepte que ellos no se llevarán bien, por más que Sebastian diga que ha superado lo que sucedió en el pasado y por más que Zach diga que respeta mis decisiones. 

—Está bien Zach, me quedo con Sebastian 

Zach asiente y se acerca para abrazarme. Puedo oír a Sebastian gruñir detrás de mí algo que no entiendo, pero le devuelvo el abrazo a Zach y no me volteo hacia Sebastian hasta que Zach ha salido del estacionamiento de la escuela. 

—¿Qué tienes en mente? —cuestiono antes de que pueda decir algo al respecto de lo que acaba de pasar. 

Funciona, pues su ceño fruncido se transforma en una sonrisa. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.