Mil razones para dejarte ir.

41. ¿Qué sientes por mí?

Sebastian continúa sobre mi, observándome como si no pudiera creer lo que le estoy diciendo y no lo culpo.

Llegué hasta este punto solo para darme cuenta de que no estoy tan lista para esto como lo creí en un principio.

—Lo siento —susurro de nuevo.

Él parpadea antes de alejarse.

Me incorporo de manera vertical sobre el sofá para verlo volver a colocarse la camiseta antes de mirarme, y en cuanto lo hace, debo mirar a otro lugar.

—No hagas eso —lo oigo.

—¿Hacer qué?

—Huir de mí —dice—. Creí que no eras una cobarde 

Suspiro, volviéndome a mirarlo.

—No lo soy

—Entonces habla conmigo

Abro mis labios, pero no sé qué decir.

¿Que podría decirle que haga que esta situación sea menos incomoda en realidad?

—No sé... Que decirte —susurro.

Sebastian suspira, frotando su rostro con sus manos.

—Pensé que estábamos en la misma página Alice —dice clavando sus ojos en mí—, o almenos eso fue lo que me hiciste pensar

—No, no fue así. Yo no... —sacudo mi cabeza—. No estoy jugando contigo si es lo que crees. Honestamente, llevo pensando este momento desde hace un tiempo. En sí debería dar ese salto, o si no hacerlo es lo más conveniente —confieso—. Aunque también debo admitir que llegué a pensar que sólo estaba alucinando y tú no querías llegar a ese extremo conmigo 

Sus ojos se abren.

—¿Qué? —jadea sorprendido—. ¿Como puedes pensar que no te deseo?

Deseo...

Siento mis mejillas encenderse ante sus palabras.

—Eres como un jodido sueño húmedo para mi Alice

Ahora siento que todo mi cuerpo está rojo.

Me levanto del sofá de un salto y me alejo de él, caminando hacia el ventanal que da hacia el patio trasero donde la lluvia sigue cayendo.

Puedo oírlo detrás de mí, más no se acerca cosa que agradezco. 

Necesito calmarme, necesito volver a ser la chica que controla todo, necesito dejar de pensar en nuestros besos y caricias, necesito dejar de pensar en mi como su jodido sueño húmedo. 

—Mierda —siseo sin pensar antes de girarme a verlo. 

Sus ojos me observan con cautela mientras yo desvío una y otra vez mi mirada. Es difícil verlo a los ojos y descubrir ese deseo en ellos.

—¿Por qué pensaste que no quería tener sexo contigo, Alice?

Doble mierda.

Si aun quedaba una pequeña duda en mi de sus intenciones, estas están más que aclaradas y ahora es él quien espera por una explicación. 

—Por tu conversación con Blaire —exclamo—. Hablaron de un acuerdo, un acuerdo sexual. Cosa que nunca se mencionó entre nosotros

Una de sus cejas se alza antes de negar con lentitud y comenzar a acercarse a mí. 

—Jamás te habría hecho esa clase de propuesta Alice —musita mientras rodea mi rostro con sus manos—. Mereces más, mucho más de lo que acostumbro a ofrecerle a las chicas, y creo que me he esforzado mucho por darte ese más 

Sebastian desliza la llema de sus dedos por mis mejillas y yo fijo mi vista en sus ojos. El deseo sigue allí, pero no es sólo eso lo que logro ver en ellos, más no logro descifrar que otros sentimientos albergan sus profundidades oscuras. 

—He llevado las cosas con calma para no asustarte, para no hacerte huir de mi cuando apenas comienzo a disfrutar de ti —prosigue él—. Una chica linda, ingeniosa, inteligente y sexy no es una combinación fácil de conseguir, pero si fácil de perder. Por eso no quería presionarte con algo con lo que fantaseo cada noche desde la primera vez que nuestros labios se tocaron 

Cierro mis ojos, jadeando. 

—No me digas esas cosas —imploro—. Se supone que tu no dices palabrería cursi y bonita

—Eso no es palabrería cursi y bonita —espeta Sebastian—. Es la honestidad con la que siempre te hablo haciendo acto de presencia Alice. Soy yo, diciendo exactamente lo que pasa por mi cabeza, aunque no literalmente como pasa en mi mente

—¿Por qué? 

—Porque entonces si que saldrías corriendo 

Abro mis ojos para conseguirlo sonriendo, de esa manera tan característica suya. 

—No puedo salir corriendo, esta lloviendo —bromeo. 

Sebastian blanquea sus ojos, sin dejar de sonreír. 

—Te tengo atrapada —musita antes de que su sonrisa se esfume—. De verdad pensé que estaba haciendo un buen trabajo llevándolas cosas con calma Alice, pero hoy simplemente... no pude controlarme a tiempo. Aunque creí que tu lo estabas disfrutando 

—Si, lo estaba —admito en voz muy baja.

Su ceño se frunce.

—Entonces, ¿por qué tu...?

—¿Qué sientes por mí? —lo interrumpo antes de que me arrepienta de hacerle la pregunta.

Sebastian frunce el ceño, sin comprender.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Nunca he pensado demasiado en sexo, en realidad no he pensado en sexo en absoluto hasta que decidiste aparecer en mi vida —explico mirando a un punto fijo sobre su pecho— y me hiciste sentir cosas que jamás había sentido, me hiciste cuestionarme todo lo que me había repetido por años, incluso el hecho de querer perder mi virginidad con alguien a quien realmente le importe, que sienta algo más que una simple atracción física —tomo una bocanada de aire antes de volver a mirarlo a los ojos—. Hace un rato, casi me entrego a ti sin que eso me importara Sebastian, pero la verdad es, que si lo hace. Por eso te pregunto ¿que sientes por mí?

Me mira con detenimiento unos segundos antes de dejar caer sus manos y alejarse de mí, lo que me hiere, me hiere como no pensé que lo haría.

—¿Tan importante es para ti? —pregunta finalmente—. ¿No es suficiente con lo que ya tenemos?

Hiere, aún más...

—Lo que tenemos es fantástico Sebastian, eso es algo que jamás podría negar porque contigo he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida

—¿Entonces...?

—No quiero ir más allá y que termines rompiendo mi corazón, no quiero ser la próxima Blaire que te pida explicaciones en los pasillos de la escuela, no quiero ser la chica a la que no quieres ver de nuevo luego de... —suspiro—. No quiero tener que extrañarte de una manera que no podré controlar




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.