—Sebastian —susurro apenas audible.
Adiós a mi pequeño lapso de calma.
Verlo es querer huir y al mismo tiempo, querer brincar sobre él a besarlo. Querer gritarle que se vaya y sonreírle para que se quede. Pedirle un millón de explicaciones y simplemente abrazarlo. Pero sobre todo, mandar al demonio las mil razones que tengo para dejarlo ir, porque lo que extrañado.
No sabía que lo había extrañado hasta que lo he vuelto a ver, sonriéndome, como si estuviese esperando que yo salte sobre él porque sabe que lo he extrañado.
Dios, como me muero por estar en sus brazos.
—¿Quién es el nuevo miembro de la barbacoa? —la voz de la Samantha me recuerda que no estamos solos.
Retrocedo un par de pasos, viendo como la mayoría posa sus ojos en mí, sobre todo mamá que me mira tratando de no sonreír.
—Sebastian, el novio de Alice —responde papá.
Abro mis ojos en demasía y quiero, no, necesito que me trague la tierra en este momento.
—¿De Alice? —gruñe Walter—. ¿Cómo demonios dejaste que eso pasara, muchacho? —interroga a Zach.
Él solo blanquea los ojos.
—Les he dicho mil veces que Alice y yo solo somos amigos
—Igual no finjas que no te perturba que Sebastian este aquí —espeta Alina.
—¿Ahora si vas a hablarme? —la cuestiona Zach.
—¿Alina y tú no se hablan? —pregunta Samantha contrariada.
Busco con la mirada a mamá y ella de inmediato entiende su significado.
—De acuerdo, se calman todos —exclama atrayendo toda la atención sobre ella—. Si van a discutir, lo harán afuera porque Alice y el invitado especial tienen algo de qué hablar así que, ¡el patio los espera!
Mamá se cruza de brazos esperando que todos se marchen y cuando lo han hecho, la mayoría a regañadientes por supuesto, se voltea hacia Sebastian y le sonríe.
—Un placer verte Sebastian. Puedes quedarte si así lo deseas
—Mamá...
—Ya me voy, ya me voy —exclama alejándose.
La veo desaparecer por la puerta corrediza que va al patio y es solo allí cuando me volteo hacia Sebastian.
—¿Por qué estás aquí?
Su ceño se frunce.
—Me pediste que viniera
—¿Qué?
—Me enviaste un WhatsApp diciéndome que tenías que hablar conmigo, que por favor viniera a tu casa y... Estoy aquí
—Pero yo no te envié... —mis ojos se entrecierran—. ¡Alina! —grito lo más fuerte que puedo, logrando que Sebastian de un respingo.
Unos segundos después, Alina aparece pero no se acerca a mí.
—¿Me necesitas?
—No te hagas la inocente ahora ¡sé que fuiste tú!
Ella blanquea los ojos y saca su IPhone de su bolsillo, le quita el pequeño forro que lleva y me lo muestra, evidenciando que es el mío. Todo este tiempo, estuvo usando el mío.
—Y tú no te hagas la indignada y mejor agradéceme por lo que hice —deja el teléfono sobre la encimera de la cocina y sale corriendo de vuelta hacia el patio trasero.
Cierro mis ojos, tomo una profunda respiración para calmarme un poco y vuelvo a abrirlos para dirigirlos hacia Sebastian, quien me observa de manera divertida.
—¿Qué?
—Gritas cómo los mil demonios, se lo agregaré a la lista
Niego, aunque muy a mi pesar, una sonrisa se me escapa. Sonrisa que se borra cuando todo lo sucedido ayer me abofetea de golpe, recordándome lo que actualmente sucede entre ambos.
—¿Por qué estás aquí? —repito.
—Acabo de decírtelo
—Sí, pero esa no fue una invitación, al menos no una real. Fue Alina y aunque sé que tú no estabas al tanto, creí que habíamos quedado en que no hablaríamos hasta que... —no puedo continuar.
Después de todo, su presencia aquí hace tambalear todo lo que pienso.
—Hasta que decidieras terminar o no, lo sé —él suspira—. Lo sé Alice, pero la cuestión es, que a pesar de que te dije que no te escribiría ni te llamaría, desde anoche estoy esperando alguna señal de tu parte y apenas la vi no me tarde demasiado a pensar en que podría ser tu hermana diabólica teniéndonos una trampa, y por eso estoy aquí
Mi corazón se acelera.
Alina tenía razón.
—¿Esperabas por mí?
Él asiente.
—Fui honesto cuando te dije anoche que no me importa no merecerte, me gustas demasiado como para alejarme así de fácil y menos ahora que al parecer, ascendí a la categoría de novio sin siquiera saberlo
Voy a matar a papá.
—No tengo idea de porqué ha dicho eso —le aseguro de inmediato— y créeme cuando te digo que cuando esas palabras salieron de su boca, me quería morir