Mil razones para dejarte ir.

51. Brecha entre nosotros.

La chica que me observa a través del espejo del baño es una completa desconocida. Sus ojos están inyectados en sangre, sus párpados inflamados, sus mejillas están manchadas de lágrimas y su nariz está enrojecida.

Abro el grifo del agua y lavo mis manos. Los pequeños cortes hechos por la gravilla ya no escuecen tanto gracias a las atenciones de mamá anoche, mi rodilla también agradece los analgésicos que me dio, así como también consolarme anoche cuando fui una presa de llanto que no podía ser contenida.

No dijo nada en absoluto, ella sólo me dejó llorar hasta que me quedé dormida y también fue muy gentil y no despertarme hoy para ir a la escuela. Creo que en el fondo sabía que no habría ido allí en absoluto.

Lavo mi rostro, borrando el rastro de las lágrimas, lavo mis dientes y trato de peinar un poco mi cabello hecho un desastre. Salgo del baño a mi habitación y observo mi IPhone descansando sobre la mesa de noche junto a mis gafas.

¿Me habrá escrito anoche?

Mis labios se curvan en una sonrisa triste y mis ojos se llenan de lágrimas. Me siento estúpida de solo pensar en esa posibilidad tan absurda.

¿Por qué habría de pensar en mí cuando estaba con Blaire?

Es estúpido.

Sacudo mi cabeza y salgo de mi habitación sin colocarme las gafas siquiera, para que la tentación de revisar mi teléfono y encontrarme con la decepción de no tener nada en él me haga volver al llanto.

Bajo las escaleras con lentitud a causa de mi rodilla y camino directamente a la cocina, donde mamá me dejó el desayuno listo dentro del microondas, que marca la hora, dejándome saber que son casi las once de la mañana.

Saco el plato con panqueques del microondas y me sirvo una taza de café. Me siento en la barra y observo mi plato, sintiéndome fatal de solo pensar en desperdiciarlo. Sé que están riquísimos, no hay cosa que mamá no haga que quede estupendo, pero no tengo apetito.

En realidad, no tenía ganas de salir de mi habitación, pero no puedo estar allí el resto del día. Yo no soy así, en absoluto y si, por primera vez en la vida tengo el corazón roto, pero eso no va a transformarme en otra persona. Aunque el dolor me consuma y las ganas de llorar quieran tomar el control siempre.

Me niego a que éstos tomen el control de mi vida.

Así que como hasta el último bocado de los panqueques, tomo todo mi café y lavo los platos. Comer sin apetito siempre me deja un sabor amargo en la boca y las náuseas siempre amenazan con llevarme al inodoro, pero espero que esta vez sea diferente.

Estoy secando el plato cuando llaman a la puerta.

Es extraño que alguien esté llamando a esta hora y decido ignorar el llamado y quedarme en silencio para que piensen que nadie está en casa, pero continúan insistiendo como si supieran que hay alguien aquí. Así que lentamente, hago mi camino hasta la puerta y decido abrir, arrepintiéndome de inmediato.

Trato de cerrar la puerta en cuanto lo veo, pero Sebastian es más rápido que yo y lo impide, empuja la puerta y entra del todo a casa.

—Quiero que te vayas ¡ahora! —grito retrocediendo.

El moretón que comienza a formarse en su pómulo izquierdo y su labio roto me indican que Zach cumplió su amenaza, al menos a medias. Lo que no entiendo en absoluto es que demonios hace en mi casa y con una flor en su mano

—No me voy a ir hasta que me escuches

—No tengo nada que escuchar, por favor lárgate —espeto.

Él hace una mueca y se acerca un paso, haciendo que instintivamente retroceda uno, manteniendo la misma distancia entre ambos.

—Por supuesto que tienes que escucharme Alice, hay una explicación para todo y creo que merezco tener una, sobre todo después de que tu amigo decidió molerme a golpes ¿no crees?

—No quieras hacerte la víctima conmigo ahora —espeto enojada.

—No me estoy haciendo la víctima, solo quiero explicarte porque no pude venir anoche y...

—No quiero oírte Sebastian —lo interrumpo—. No quiero oírte, no quiero verte, no quiero ni siquiera saber que existes. Así que por favor, vete de mi casa

Su ceño se frunce.

—¿No te parece ésta una reacción muy extrema solo porque no vine anoche como acordamos?

Parpadeo con incredulidad sin entender porque demonios crees que esto solo se debe a una inasistencia de su parte.

¿Acaso Blaire no le dijo lo patética que me vi anoche en su puerta?

¿Acaso no se percató de qué mi bicicleta amaneció en su jardín?

¿Acaso me cree capaz de hacer un drama solo por no venir a mi casa?

—Esto no se trata de que no viniste anoche —musito al ver que su rostro no demuestra nada—. Esto se trata de que anoche cuando no viniste, decidí ir yo a tu casa

Su expresión cambia de inmediato y juro que puedo oír como las piezas del puzle encajan en su mente.

—Blaire —dice sin más.

—Sí, Blaire —afirmo—. Fue muy gentil en notificarme lo que estaban a punto de hacer cuando los interrumpí, y permíteme decirte que lamento mucho haberlo hecho, porque lo menos que quiero es meterme entre ustedes dos




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