—No voy a irme Alice —afirma Sebastian.
Resoplo con frustración.
—¿Por qué? ¿Por qué insistes en algo que no da para más Sebastian?
No entiendo que es lo que quiere de mí.
No quiere mis sentimientos, no quiere que lo quiera, ¿entonces qué demonios es lo que quiere?
—¿En serio te crees eso? —me cuestiona—. ¿De verdad crees que lo nuestro no da para más?
—¡Es así! —exclamo alzando mis brazos—. No puedo seguir tus cambios de humor, un día eres caliente como el infierno, otro día eres frío como la Antártida. Cuando creo que te entiendo, cambias de nuevo completamente
—No eres la única confundida aquí
—No, aquí yo no estoy confundida. Sé perfectamente lo que siento por ti —lo señalo—, pero el que te quiera no significa que tenga que soportar todo lo que acabo de mencionar, así como tampoco tengo que soportar que un día estés conmigo y otro con otras chicas
—No quiero estar con otras chicas —sentencia con firmeza.
—Besaste a Blaire —le recuerdo sintiendo mi corazón oprimirse en mi pecho de solo pensarlo.
—Eso no significa que quiera estar con ella Alice, por favor deja de hacer un drama de esto. Nunca dijimos nada sobre exclusividad... —Sebastian se detiene.
No sé si porque se ha dado cuenta que no ha elegido las mejores palabras o porque mi rostro refleja en este momento todo lo que estoy sintiendo.
Dolor.
Ira.
Tristeza.
Decepción.
Niego con mi cabeza y mis manos se vuelven puños para intentar no arremeter contra él y golpearlo, porque es lo que más quiero en este momento, golpearlo y llorar.
—Alice... —oigo como intenta acercarse y cuando está lo suficientemente cerca, muevo mi mano y la impacto contra su mejilla.
—Eres un idiota —espeto enojada.
Sebastian suspira con su rostro volteado gracias a mi bofetada. Puedo ver mi mano marcada en su mejilla y también puedo sentir como mi mano duele, porque lo he golpeado sin detenerme a pensar en las pequeñas heridas que aún no sanan del todo.
—Creo que no fue lo correcto para decir —musito Sebastian finalmente, volteándose para mirarme.
—¿Tú crees? —ironizo con amargura—. Si viniste a decirme que puedes andar con quien se te antoje, ahórratelo. Una vez te dije que no iba a ser un simple ligue, ahora te digo que no quiero ser absolutamente nada de ti
—Me esforcé muchísimo por hacerte sentir especial —se defiende él sin dejar de mirarme.
—¿Y eso qué? En cuanto te dije que te quería pero que no tendría sexo contigo saliste huyendo —al término de mis palabras, algo hace clic en mi interior—. Es por eso ¿cierto? Es porque no quiero tener sexo contigo
—Alice...
—Claro —continúo sin permitirle hablar—. La noche que te dije que no estaba lista para hacerlo y que no cambiaría mi decisión, me dijiste que no terminarías con esto porque no tendrías necesidad de hacerlo. Ahora entiendo a qué te referías en ese momento
Una risa amarga brota de mi garganta al tiempo que las lágrimas vuelven a salir con libertad.
—Realmente debes creer que soy estúpida
—No es así Alice
—¡Por supuesto que sí! —lo contradigo—. Todo este tiempo fui realmente estúpida al enamorarme de ti, cuando tu solo querías algo físico y carnal, y en bandeja de plata como Blaire te lo sabe dar
Sebastian abre sus ojos en demasía y muy tarde me doy cuenta de lo que he dejado salir.
—¿Qué has dicho?
—Nada
Esa sonrisa que he llegado a querer y odiar por partes igual se forma en sus labios a medida que se acerca.
—Repítelo —me pide mientras yo retrocedo.
—No...
—Vamos Alice, vuelve a decirme eso —insiste alcanzándome.
De nuevo, forcejeo y de nuevo, Sebastian me controla con una facilidad que me molesta en gran medida.
—Suéltame —le pido mirándolo a los ojos
Él sacude su cabeza.
—No hasta que me digas lo que quiero oír
—¿Qué caso tiene Sebastian? Eso no cambiará nada de lo que ha pasado
—¿Por qué tan segura de eso? —susurra contra mis labios.
—Porque no estoy dispuesta a dejar que juegues conmigo
—¿Ni siquiera si te digo que te quiero?
El aire abandona mis pulmones, mi garganta se seca, mi mente se queda en blanco impidiéndome pensar en algo que decir al respecto. Sebastian se aprovecha de mi pequeño letargo y se inclina, uniendo nuestros labios. Me gustaría poder resistirme a él, pero en cuanto su lengua se mueve dentro de mi boca, buscando la mía, le permito besarme de esa manera que me hace olvidar todo.
Un leve gemido se escapa de mis labios cuando Sebastian profundiza el beso al ver que no estoy dispuesta a rechazarlo. Me sostiene con más fuerza contra su cuerpo y muy a mi pesar, el mío actúa por voluntad propia al moverme hasta rodear su cuello con mis brazos y enredar mis dedos en su cabello. Tiro de éste al tiempo que hundo mis dientes en su labio inferior, ocasionando que Sebastian gruña, alejándose.