Lilieth
Decidimos celebrar ese mismo fin de semana, aprovechando los últimos días de «vacaciones» que tendría. Al fin y al cabo, empezaría a trabaja ese mismo lunes. Iríamos, por exigencias de Karin, a una discoteca el sábado en la noche, ella llevaría a mi primo Josué, su eterno crush y yo invité a Jordan por supuesto. La verdad es que todos esos días habíamos estado hablando por mensajes, y siendo sincera no me arrepentía de nada en lo absoluto. Era divertido charlar con él, teníamos gustos en común y nos entendíamos de maravilla.
(L) ¡Jordin! ¡Tierra llamando a Jordin!
(J) No sé quién es ese tal Jordin.
(L) Lástima, pensaba hacerle una súper propuesta.
(J) Aquí Jordin, ¿para qué soy bueno?
(L) ¡Interesado! ¿Ya te he dicho que me caes mal?
(J) El amor es mutuo, bebé.
(L) Cretino, en fin. En la noche vamos a una discoteca a celebrar mi nuevo trabajo, ¿quieres ir?
(J) Genial, una excusa para poder verte…
(L) ¡Ya! No tengo plata, no vendo ni compro, solo por si acaso.
(J) Me pongo romántico y tú te pones mamona.jpg
(L) Hazte el gracioso.
(J) Bueno ya… ¿Cuántas personas van?
(L) Hasta el momento, mi mejor amiga, un primo y nosotros dos.
(J) ¿Y piensas celebrar solo con tres personas? ¡Qué aburrida eres! Llevaré unos amigos.
(L) Genial, pero ya veremos si me dices lo mismo cuando me tengas en frente Jajaja.
(J) ¿Quién dijo miedo?
A las cinco nos empezamos a alistar para salir, y sabiendo que lo iba a ver de nuevo puse todo mi empeño en ello. Elegí, o más bien Karin eligió por mí, un vestido corto hasta los muslos y por encima de las rodillas, bastante ajustado a mi cintura, de color azul celeste, sandalias de tacón corto, un poco de maquillaje y mi cabello suelto. Llegamos a las diez para ser precisos, encontrándonos con Jordan y cuatro personas más en la entrada de la discoteca.
—Hola, Jordan, gracias por venir. —Lo saludé con un beso en la mejilla—. Ella es Karin, mi mejor amiga y mi primo Josué.
Se saludaron con un apretón de manos, mientras los demás se acercaban a nuestro lado. Todos eran en apariencia de nuestra edad, compañeros de trabajo de Jordan y sus mejores amigos.
—Ellos son mis amigos. —Jordan señaló a los dos chichos y dos chicas que se acercaron—. Camilo, Brandon, Diana y Mia.
Nos presentamos con formalidad y entramos para empezar con la fiesta, ubicándonos en una mesa no muy lejos de la pista de baile. Jordan y yo nos acercamos a la barra para pedir las bebidas, mientras los demás se quedaban hablando para romper el hielo.
—Te ves hermosa —susurró a mi oído para hacerse escuchar por sobre el ruido.
—Gracias, también te ves guapo —contesté entre risas nerviosas.
—Lo sé, soy muy atractivo —exclamó con dramatismo.
—Que presumido eres.
Nos dieron una botella de wiski y ocho vasos de shots, asegurándonos que dentro de un rato llevarían hielo, limón y otros aperitivos a la mesa. Acomodamos todo en el centro de la misma, rodeada por cuatro sillones de dos puestos donde ya estaban muy bien acomodados los demás. Jordan y yo nos sentamos en los asientos libres que quedaban. Uno era al lado de Mia, quien, al llegar, no sé si fue solo idea mía, me lanzó una mirada no muy amable; y el otro era al lado de Camilo. Jordan se me adelantó, se acercó a este y le susurró algo al oído a lo que este respondió con una carcajada, se levantó mirándome con complicidad y se sentó al lado de Mia.
—Señorita, después de usted —susurró a mi oído, muy cerca de mí.
—Gracias, señorito.
Hablamos un buen rato mientras reíamos a todo pulmón, tomando y comiendo algunos de los aperitivos. El ambiente era esplendido, bromeábamos mutuamente como si nos conociéramos de toda la vida. De verdad eran personas muy agradables y divertidas, excepto, claro, por Mia, quien no me quitaba los ojos de encima y fruncía el ceño cada que nuestros ojos se cruzaban.
En ese momento empezó a sonar una canción un tanto particular, «Living la vida loca» de Ricky Martin, encendiendo aún más el ambiente.
—Genial, llegó la hora de bailar —exclamó Karin levantándose de su asiento y ofreciéndole su mano a Josué—. ¿Bailamos?
—Con mucho gusto.
Y como contagiados por su entusiasmo, todo se fueron levantando de a dos para ir a la pista de baila.
—¿Bailamos, preciosa? —Jordan susurró a mi oído con voz gruesa y seductora, ofreciéndome su mano.
—Claro, será todo un placer —la acepté encantada.
Llegamos el centro de la pista donde nuestros amigos ya estaban divirtiéndose. No nos quedamos atrás, Jordan me tomó por la cintura y empezó a guiar mi cuerpo al son de la música. Cantábamos y reíamos como locos mientras movía mis caderas con sensualidad, revoloteando mi cabello suelto atrayendo su completa atención en mí. Sí, le estaba coqueteando y era algo que estaba disfrutando al máximo.
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Editado: 11.07.2025