Lilieth
Dos semanas después de aquel suceso, un viernes al llegar a mi casa, sentí el peso de la soledad. Por lo general esos días los aprovechábamos para dormir juntos, aquí o en su casa. Además, recordar que tan solo el día siguiente hubiese sido nuestro primer aniversario, me oprimía el corazón hasta casi asfixiarme. Y una vez más, lloré desconsoladamente.
—Lilieth… —La voz de Camilo del otro lado de la puerta me sacó de mis cavilaciones—. Sé que estás ahí, déjame hablar contigo solo un momento, por favor.
El silencio reinó, no quería hablar con nadie mucho menos con ellos.
—Si no quieres hablar está bien, te entiendo —continuó—, pero por favor, escúchame. Sé que te lastimamos, lo acepto, todos fuimos unos imbéciles y de verdad lo lamento. No merecías que te ocultáramos la verdad de esa manera, eres una gran persona y de verdad eres nuestra amiga. Te juro que nunca quisimos que esto se fuese tan lejos, pero eso es algo que él mismo debía explicarte, por eso no te lo contamos.
» Habla con él, de verdad te ama y está muy mal. Me preocupa su salud, es mi mejor amigo casi como un hermano. Desde ese día no sale de su casa, no come ni duerme pensando en ti. Toma demasiado, como si quisiera morirse, está hecho una mierda. Solo escúchalo, y si después de eso no quieres saber más nada de nosotros, lo entenderá, pero por lo menos debes saber lo que pasó en realidad. Piénsalo, ¿sí?
Escuché los pasos alejándose de mi puerta, reteniendo la fuerte tentación de correr tras él y que me llevara directo a la casa de Jordan. A pesar de todo, seguía amándolo con todo mi corazón y lo extrañaba con locura. Pero estaba demasiado cansada para hacer algo al respecto, mis energías habían disminuido después de tanto llorar. En la mañana siguiente, decidí leer los mensajes que me había enviado. Eran demasiados, pero aun así los leí todos.
(J) Lili, mi amor por favor, te lo ruego, déjame explicarte las cosas. No me dejes así, yo te amo.
(J) Lili escúchame, ¿sí? No puedes ignorarme toda la vida, solo quiero decirte como son las cosas realmente, no es como lo imaginas.
(J) Mi amor, por favor, te extraño demasiado.
(J) Lilieth Martínez, ¡Te amo! Y eso no va a cambiar por más que me ignores.
Lo más preocupante eran las notas de voz, todas en un claro estado de ebriedad, pero con una suave tonalidad como si cantara.
—Sé que debería desaparecer, que no debo llamarte, fingir que estoy bien que pude olvidarte. Igual el alejarte fue tu decisión y tenía que respetarla, reprimiendo toda esperanza de volver a amarte. —Sollozos interrumpieron sus palabras—. Pero, si continuo, si lo hago bien quizás logre que un día me llores, y no es porque quiera verte sufrir, es porque no quiero que me ignores.
» Que, aunque lo hice sin culpa, me ganaron mis temores y si lo hago bien tal vez algún día vuelvas y te enamores. Hacerlo todo sin errores para ver si te cautivo, buscar la excusa perfecta para que sepas que aún vivo, y el hacer esa llamada que demuestre que aun existo, la estrategia es lo de menos, solo quiero oír tu voz una vez más.
—Lili —sollozo—, sé que me odias por todo esto, ¿pero sabes una cosa? Igual te amo, y aunque no me creas nunca te mentí… —Llanto por veinte segundos—. Por favor hablemos, no sé qué más hacer para que me escuches, perdóname…
Escucharlo llorar de esa manera fue lo único que necesitaba para salir, me bañé, vestí y fui a su casa. Al llegar encontré un desastre mayor al que me imaginé, había polvo por todas partes, estaba en penumbras, basura regada en algunos rincones, botellas de cerveza esparcidas por toda la sala. Demasiadas botellas.
—Por Dios… —exclamé horrorizada—. Jordan.
Sentí pasos apresurados y torpes acercarse, un muy maltratado Jordan salía de la habitación dando traspiés. Estaba ojeroso, pálido y más delgado de lo usual.
—Lili… —susurró con lágrimas en los ojos—. Déjame explicarte bien las cosas, te juro que todo no es como te lo imaginas.
—Con una condición —exigí.
—La que sea.
—Arregla este desastre.
Dejé mi bolso y mis zapatos a un lado, busqué escoba y demás utensilios de aseo y lo obligué a limpiar. Abrí las cortinas y ventanas para dejar entrar la luz y despejar el aire, y en dos horas la casa relucía de limpia. Solo faltaba ordenar la cocina, pero de eso se encargaría Jordan.
—Tomaré una ducha, tú termina con eso —dije sin mirarlo a la cara.
Me fui a su cuarto, tomé una toalla y me encerré en el baño. El agua fresca me relajó sobremanera porque, a decir verdad, el ambiente estaba muy tenso entre nosotros. Ni siquiera me atreví a mirarlo a la cara, y cada vez que hacia el intento de decir algo le interrumpía.
Metí mi ropa sudada en la lavadora, tomé un bóxer de Jordan y un camisón para vestirme mientras tanto. Me recosté a medio lado en su cama, sintiendo el peso del cansancio oprimirme. Lo escuché entrar a la habitación y sin abrir los ojos, le dije.
—Ve a bañarte. —Señalé el cuarto de baño—. Y te lavas el cabello.
Mientras escuchaba el agua correr, la somnolencia me abrigó. El sueño y el cansancio me fueron ganando, mientras por mis fosas nasales entraba el aroma que tanto extrañé: la fragancia de Jordan. Inconscientemente, un sollozo se escapó de mi garganta aun medio dormida. Una suave caricia en mi mejilla me trajo de vuelta a la consciencia, y lentamente abrí mis ojos.
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Editado: 11.07.2025