Milagro antes de las doce

Un tiempo atrás

 

La joven miró al hombre mayor a la distancia tenía unos ojos tan profundos que sintió un calor recorrer sus mejillas era su primera noche en un bar después haber recibido una golpiza por su padre alcohólico se escapó para poder sentir libertad al menos una vez en su vida era duro saber que siempre que llegaban los días de cobros su padre la golpeaba hasta que ella le entregaba todo lo cobrado a veces se pasaba días en los cuales solo comía lo que dejaban los clientes en la cafetería, al menos hacía unos meses escondía en su casillero su aumento al igual que sus propinas, estaba ahorrando para poder escapar en cuanto tuviera la oportunidad si no fuera por su pequeña hermanita la cual tenía casi dos añitos hace tiempo que hubiera huido lejos del desgraciando que se hacía llamar padre, pero ella no dejaría a su hermanita en manos de ese bastardo el cual más de una vez intento abusar de ella, su madre eran una drogadicta que murió al dar a luz a su hermanita, pero que jamás se preocupó por nadie más que ella misma.

Beatriz sonrió hacia el hombre, el cual le sonrió devuelta, esto le dio valor para acercarse, miro algunas cicatrices algo difuminadas, al parecer por cirugías antiguas, esto no la asusto, solo pensó que las de ella estaban bajo su ropa.

—Hola, soy Beatriz, pero me gusta que me digan Bea—dijo la castaña sonriendo coqueta, el hombre la miro con una sonrisa de lado, la chica era hermosa y tierna ante sus ojos.

—Soy Arturo y me gustan que me digan Arturo—respondió el mayor intentando ser gracioso, la chica rio, pues estaba subido de tragos, ambos charlaron alegremente hasta que su primer beso fue recibido el hombre la trato con delicadeza y ella se entregó a él en aquel hotel cercano al bar la trato tan delicadamente que no se arrepentía de nada, pero se entristeció al despertar y no ver a quien le regalo su mayor tesoro, decepcionada se acomodó lo mejor que pudo y fue a su casa subió por el árbol como cada vez que salía su hermanita dormía en su camita ella se recostó en las colchas dispuestas en el suelo y suspiro triste mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

...

Bea miraba aquel papel que confirmaba su embarazo, dos meses habían pasado desde su encuentro con el hombre que tomo su virginidad, solo sabe su nombre, pues fue lo único que compartió con ella, jamás le dijo su lugar de trabajo donde vivía.

—¿Por qué lloras Bea? —pregunto Liz, su amiga y compañera de trabajo, ella le extendió el papel con la prueba de sangre, esta abrió los ojos asombrada, pensaba que Bea era virgen, solo pedía internamente que su padre no haya logrado su cometido de abusar de ella como trataba cada que podía.

—No me digas que ese bastardo abu...

—Ni Dios lo quiera, ven, te contaré todo—dijo la chica sentándose ambas amiga se tomaron las manos y Bea le relato esa maravillosa y triste noche donde se sintió especial y rechazada al mismo tiempo.

—Debemos buscarlo si es mayor como dices se hará responsable—dijo su amiga y así ambas jóvenes buscaron un Arturo desconocido por toda la ciudad.

Meses después

Bea miraba cómo su padre tomaba de nuevo su dinero para irse al primer bar a gastárselo en bebidas, miro su hermanita la abrazo tenía siete meses de embarazo y lo ocultaba bastante bien, nadie lo había notado, su bebe sabía que debía esconderse y poco había subido de peso empezó a colocarse ropas grandes haciéndolo menos visible.

...

—Beatriz, tengo hambre, tráeme un guiso con pan fresco —dijo el hombre mayor, el cual estaba bastante ebrio.

Bea tembló cuando escucho al mayor, rápidamente se colocó un abrigo, pues ya nevaba y hacía mucho frío, arropo a su pequeña hermana y salió a buscar qué darle a su padre de cenar, era casi media noche, ya estaban próximo a navidad y como cada año no habría nada para comer que quizás un pan viejo y algún guiso de vegetales sin nada de carne o ni siquiera pollo.

Beatriz se acercó a la mesa como un plato de guisantes y un trozo de pan, su padre miro el contenido con desagrado, la buena para nada de su hija no le había podio guardar un plato decente.

—¿Y esta porquería que es? —dijo con molestia mientras golpeaba la mesa con frustración, la chica dio un saltito de susto y sintió su bebe moverse asustado, espera que la criatura estuviera bien, pues hasta el momento no había podido hacerse un chequeo por la falta de dinero.

—Papá es lo único que ahí lo que cobre me lo quitaste y te fuiste a beber al bar ni tenemos para comida eso era lo único que había en la nevera—dijo la chica temerosa de su actitud ella tenía mucho miedo de ser golpeada y que eso dañara a su bebe aún no se lo había dicho solo Liz lo sabía y estaba feliz con el regalo que ella y su novio le había dado ese mismo día dos conjuntitos enterizos uno blanco y otro amarillo con una frazadita muy acogedora con ositos y un paquete de pañales desechables.

Abrazo su vientre cuando sintió el primer golpe en su mejilla, su padre volvió a arremeter contra ella por la espalda, Beatriz cayó al suelo adolorida después de unos minutos de llanto y sintiendo un profundo dolor vio a su padre tirado en el piso más desmayado que dormido se consoló imaginando que así estaría al menos hasta al día siguiente por la tarde, despacio se puso de pie sollozando de dolor, se dio un baño con agua que calentó en la estufa y se echó en la cama.

...

Beatriz despertó por un fuerte dolor, apenas eran las 05:00 de la mañana encendió la luz y vio una mancha de sangre que la hizo temblar, apenas tenía ocho meses y estaba ahorrando dinero para pagar el parto en el hospital, pero este estaba guardado en su casillero del café donde trabajaba y no tenía manera de buscarlo sin contar que era 24 de diciembre y no tenía manera de esperar hasta las 09:00 que este abriera, su turno era el de la tarde, pero al parecer no iría.

Con un fuerte dolor se dirigió donde la única que podía ayudarla la vecina de abajo era la que cuidaba a su hermanita a cambio de comprarle sus medicinas, ella era mayor y sabia algo de enfermería era su única opción o tendría a su bebe ella sola.




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