Milagro antes de las doce

El trébol de cuatro hojas

Arturo llegó a su casa-mansión mirando la pequeña hoja en sus manos pensado en lo extraño que fue aquel momento suspiro lánguido cuando alcanzo a escuchar el silencio al abrir la puerta se dirigió a la cocina abrió la nevera y organizadas en diferentes envases estaban sus comidas para los días que estaría solo fue directo a la de emparedados y tomo uno de pollo abrió el pan y agrego lechuga y tomate que estaba en otro envase su cocinera era extremadamente ordenada y no era para menos con el jefe tan estricto que se gasta lo mínimo era llevar la fiesta en paz desde las frutas hasta la lasaña todo estaba empaquetado marcado con fecha de preparación y nombre del mismo, la organización era tal que hasta un desconocido podría encontrar lo que sea en esa cocina, Arturo término su elaboración tomo un vaso de jugo para sentarse en la meseta de la misma cocina mientras mordisqueaba no se pudo sacar de la cabeza esa niña y sus palabras "Deseo cumplido" sería posible que... no que va como obtendría una familia ya formada de un día para otro y menos de su sangre sería sorprendente saberse padre imaginaba un pequeño de ojos oscuro y cabello rubio como él o una niña de cabellera castaña como su hermanita aquella que murió sin conocer nada de la vida.

Lavo lo que utilizo y fue a su habitación, tomo una ducha caliente y se dispuso a dormir, pero unos ojos marones y aquella pequeña niña de mejillas regordetas se colaron en sus sueños perturbándolo por completo.

...

Arturo miraba la nieve caer era noche buena y no estaría acompañado eso no le molestaba en lo más mínimo, ya que amaba el silencio, pero ese día se sentía muy extraño no entendía qué le sucedía, pero tenía la necesidad de estar con alguien, adelanto un poco de trabajo el cual debería entregar en enero, pero estar sin hacer nada no era algo que le gustara, después de unas horas frente al computador digitando contratos se dispuso a almorzar le pareció extraño ver una pequeña cajita en la mesa de la cocina al parecer Harold la había dejado ahí no le dio importancia y siguió su camino, comió y luego tomo una siesta ya en la noche la voz de su amigo y jardinero lo sacó de sus pensamientos furtivos.

—Arturo saldré a cenar en casa de un amigo, la caja de la mesa de la cocina es un presente que te dejaron tus empleados—dijo el mayor retirándose hacia su cena.

—Gracias —murmuró más para sí mismo una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios la cual desecho de inmediato luego de unos minutos sin saber si bajar a ver el contenido o no hacerlo, decidió que eso era lo mejor así que sin pensar nada más fue hacia la cocina miro la cajita por varios minutos sopesando si miraba su contenido o no hasta que al fin lo hizo sus ojos se abrieron con demasía al ver una esclava color plata con una espada y en el mango de esta un trébol de cuatro hojas era la segunda vez en menos de dos días que este símbolo aparecía en su vida la tomo ajustándola a su muñeca no era de accesorios, pero por alguna razón esa le gustaba.

—A lo mejor no tenga una familia sanguínea con esposa e hijos que me amen, pero si al menos empleados que me estiman—se dijo a sí mismo dándose ánimos antes de ir a trabajar un poco más para luego ir a la cama.

...

Beatriz estaba en su habitación acaba de llegar de la casa de su vecina con un pequeño bulto en brazos coloco el bebe en el closet, ya que temía que su padre lo dañara si lo viera se fue a preparar el almuerzo su padre aún dormía solo habían pasado ocho horas desde que dio a luz a su bebe y aunque estaba adolorida la criatura era tan pequeño que no sufrió tanto la salida del mismo según doña Luchi no llegaba ni siquiera a los dos kilos completos y sin tomar en cuentas que según la joven apenas estaba en el octavo mes, pero por algo inexplicable el bebe respiraba de manera tranquila y hasta comió del pecho de su madre cosa que ellas consideraron positivas ahora estaba la encrucijada de que haría con el pequeño bulto en su closet tenía miedo y mucho temor estaban en pleno invierno y temía verse en vuelta en una disputa con su padre.

—Ya está listo el almuerzo— dijo el susodicho haciendo a la adolorida joven temblar, está solo se giró entregándole un arroz blanco con una pieza de pollo y un poco de ensalada gracias a su vecina que fue a hacerle el mercado para que no saliera en plena ventisca, pero sus planes se fueron al caño cuando el llanto del bebe los hizo voltear a ambos.

Ella corrió a verificar a su hijo sin imaginar que él la siguió, tomo a su bebe en brazos y lo arrullo, pero al sentir esa presencia tras de ella se giró.

—Sabía yo que tan santa no eras por eso, de repente esas ropas grandes eres estúpida— dijo cacheteándola haciéndola caer con todo y bebe en mano, Beatriz abrazo al pequeño tratando de protegerlo cuando sintió otro golpe en su espalda.

—Ahora como comeremos mejor con otra boca y tú ni siquiera te ganas lo suficiente para mis gastos—dijo el padre mirándola con desprecio, la pequeña rubia de dos años apareció acercándose a su hermana mayor, la cual veía como una madre.

—Ya mami, ya shhh —decía la pequeña con su voz infantil era una de las pocas palabras que decía las cuales fueron enseñadas por la vecina.

—Ve por la vecina mi amor corre—le dijo al oído mientras veía a su padre dar vueltas con el cinturón en las manos, sabía que la seguiría golpeándola, así que acomodo el bebe en el lugar de antes y se aferró a la puerta para impedirle dañarlo.

—Eres igual de fácil que tu madre o porque crees que te odio tú eres hija de cualquier fulano y, ya que te mantuve los primeros años de tu vida al menos debías retribuirme así que si eres tan facilona con cualquiera harás lo mismo por mí o desaparezco al escuincle ese, serás mi mujer al menos que no quieras que la dulce Kaia se convierta en mi mujer— dijo el hombre carcajeándose antes de tirarle el primer azote luego otro, pero el tercero jamás llego cuando levanto el rostro pudo ver a su vecina que golpeo a su padre el cual yacía en el suelo inconsciente.




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