Milagro antes de las doce

Un bulto en mi puerta y un deseo entregado

—Lo sentimos, señorita, no ahí lugar, estamos sobre poblados— dijo el hombre ya era el tercer lugar que le decía lo mismo con su cuerpo adolorido camino hacia una cafetería y pidió dos chocolates calientes, ya estaba anocheciendo y aún no tenía dónde pasar la noche y si lo hacía en la calle era probable que los niños mueran de hipotermia.

A lo que estaba listo su pedido entro al baño y se sentó en la taza destapo al pequeño recién nacido y lo pego a su pecho el niño succionó aún con sus ojos cerrados estaba hambriento, pero el calor que le proporcionaba su madre lo mantenía tranquilo, por un momento pensó en llamar a su amiga, pero esta vivía con su novio en la casa de los padres de este último donde había como cinco hijos así que dudaba que hubiera espacio además su padre pasaría por ahí a pedirle dinero de eso no le cabrían duda, era mejor rogar por conseguir un lugar lejos de ese desgraciado regresaron a la mesa recibiendo unos minutos después su chocolate caliente el cual tenía algunos malvaviscos flotando en cima de este, la pequeña Kaia sonríe inocente de la situación mirando la taza frente a ella con cuidado fue ayudada por su hermana la cual feliz lo hacía justo hasta ese día Kaia era todo para ella, pero ahora era su pequeño Arturth, decidió nombrarlo así en honor al padre que nunca sabrá de su existencia, ese hombre enigmático a lo mejor tiene una esposa, familia, novia o algo similar y en estos momentos está sonriendo mientras come de su cena de noche buena pensó suspirando.

No obstante, no estaba más lejos de la realidad, Arturo estaba cenando claro que sí, pero solo y no una cena ostentosa, sino una porción de lasaña con ensalada y una copa de vino eran casi la siete cuando el hambre le pico. Pensaba ver alguna película, tomar un poco más de vino y luego irse a la cama a esperar un nuevo día para hacer todo otra vez.

—Es cierto que el dinero no compra la felicidad —se dijo así mismo mientras miraba su sala de estar, todo era lujoso y minimalista, su casa tenía tantas habitaciones que podrían llegar 6 personas de improvisto y no tendría problemas en que cada una dormirá cómodamente tenía dos habitaciones vacías en las cuales por algunos años soñó con decorarlas con temas infantiles, pero ese deseo jamás se cumpliría ya era mayor jamás había vuelto a tener novia y qué mujer quería a un hombre con el cuerpo marcado por la desgracia y el fuego.

—Ninguna—se dijo así mismo mientras salía de la cocina.

—Dios, ayúdame, haz un milagro que antes de las doce estemos en una cama caliente y seguros de morir por la nevada, permite que estemos bien con alguien que nos cuide y nos ame— dijo en voz baja Beatriz con sus ojos cerrados, una lágrima tras otra se deslizaron por su mejilla sintió una mano limpiarla y al abrir los ojos se encontró con una hermosa niña de ojos claros que la miraba con ternura.

—Deseo cumplido —le dijo la pequeña extendiéndole un trébol de cuatro hojas, Bea le sonrió, la pequeña era muy tierna y en verdad deseaba que sus palabras fueran ciertas.

—¿Deseas un aventón? Vamos al norte—dijo una chica muy parecida a la pequeña que se acercó a tomar su mano.

Beatriz mira a ambas y luego su regazo para finalizar en su hermana, aquí no había nada para ella, anunciaron que la cafetería cerraría a las 09:00 y solo faltaban 10 minutos a lo mejor, allí encontraría posada y si no al menos estarían seguros y calientes dentro del auto, miro de nuevo a ambas ojos claros antes de asentir.

—Pues vamos, esperemos a mi hermano que está comprando unas cosas—dijo la mayor, todas se dirigieron hacia el auto, el cual estaba a solo unas cuadras, subieron esperando al chico.

—Soy Beatriz, ella es Kaia y él es Arturth—dijo mirando a este último haciendo un tierno morritos con sus pequeños labios.

—Mi nombre es Bellangel y ella es Liangel—dijo la mayor dándole la mano, hablaron del clima y la navidad antes de que su hermano llegara.

—Beatriz, él es Luisangel el mayor—dijo la pequeña de ojos claros.

—Mucho gusto y gracias por el aventón, espero tener suerte por haya—dijo rápidamente.

—Estamos seguro de que la tendrás —dijo la pequeña con una gran sonrisa.

Beatriz miraba la carretera, se habían detenido en varios sitios, ya era bastante tarde y aún seguían en su ciudad, aun así, se mantuvo en silencio, observaba a los hermanos entrar y salir de diferentes lugares y dejar algo en ellos, a veces grande, otras pequeñas y muy pocas no dejaban nada, sin embargo, no les tenía miedo sino confianza y hasta se sentía protegida, su hermana se quedó dormida en su regazo tenía a su hijo en una pierna y la pequeña en otra y sin darse cuenta se quedó dormida.

 

Los tres hermanos miraron la chica y luego el reloj ya casi era la hora, así que se dispusieron a conducir hacia el lugar, miraron todas la luces apagadas, suspiraron para luego reír y sin mediar palabras sacaron a los tres integrantes con delicadeza los pusieron en la puerta la pequeña niña río a la cámara dejando salir una hermosa luz brillante y desapareció.

...

Arturo daba vueltas en la cama sin poder pegar un ojo miraba el reloj que parecía no avanzar sentía una opresión incomparable en el pecho y no podía más, justo cuando decidió ponerse de pie para prepararse una taza de leche caliente esperando esto lo ayude a descansar escucho el timbre asustado por la hora fue a su oficina y conecto la pantalla que daba a la entrada observo un bulto en su puerto decidió ver desde cuando estaba allí así que empezó a reproducir el video unos minutos atrás y ahí estaba la niña del día del parque mostrándole un trébol de cuatro hojas y en su boca decir "deseo entregado" sin ver más se puso de pie analizando deseo entregado y entonces reacciono.

Corrió hacia la puerta para encontrarse con una escena desgarradora...

 

 

 




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