Milagro De Vida

MILAGRO DE VIDA

Milagro  De Vida

Aura Reyes, creció con su padre, a los doce años fue enviada a trabajar como empleada domestica en una casa de señores de la alta casta, después de quince años de trabajo, a su pueblo natal volvió siendo una hermosa mujer de veintisiete años.

— “La vida, don de Dios, compromiso vocacional”. — rumoreaba un pensamiento en el viento, era esa la voz de Aura.

Un autobús transitaba una primitiva carretera, entre los tantos pasajeros, en el último asiento del autobús, una triste joven viajaba, acarreaba una dolencia en lo más recóndito de su alma, te lo digo yo; porque se podía reconocer en sus ojos, siempre me habían dicho que los ojos eran la ventana del alma, y en esta ocasión esa afligida ventana me contaba que algo no andaba bien con la mencionada mujer (Aura); y lo digo, porque eso son los ojos, reflejo de lo que el alma siente, obre su cabeza traía una toalla cubriéndole el cabello, quizás envolviendo sus pesares llenos de vergüenza o quizás de temores; recostada a las ventas y con su vista perdida entre los árboles que veía mientras transitaba su mente susurraba pensamientos.

— ¡La vida! —Suspiraba afligida mientras se expresaba entre sus apenados pensamientos, el transporte hacia diferentes paradas; pero su viaje aun era largo y expectante—. ¡La vida es una canción! La vida es como una escuela de enseñanza, los golpes te enseñan y te endurecen. La vida, ¡Ay la vida! La vida puede cambiar en un solo instante.

Seguramente algo sumamente estremecedor habría causado que Aura se expresase con gran congoja.

Después de algunas horas, Aura ya estaba a las fueras de la capital salvadoreña, su padre había ido por ella hasta la terminal de autobuses, la había recibido muy felizmente; pero sentía que a su hija algo le había sacudido la esencia.

— ¡Papi! ¡Qué alegría verte después de tantos años!

Le decía Aura a su padre, fingiendo gran alegría, y no es que no amare a su padre, sino que su sufrimiento tenía su alma enclaustrada, don Roque la abrazó.  — ¡Bienvenida a tu hermosa tierra! La comadre estaba preguntando justo ayer cuando vendrías de paseo y mira, me llamaste hoy al amanecer para sorprenderme.

Dibujando una sonrisa ella replicaba:

 — ¡Suerte la de ustedes! Pidieron y se les concedió, Dios es maravilloso.

 El Señor Roque le respondió a su hija Aura.

— ¿Por cuánto tiempo vienes? —La cuestionaba repetitivamente y ella nerviosamente ocultaba la respuesta—. ¿Te dieron muchas vacaciones?

— Es una larga historia, vamos a casa y platicamos papi.

Le dijo Aura, seguidamente el tomó el equipaje de la muchacha y juntos caminaron poniéndose al día de todo lo que aconteciere en su pueblo.

Desde que su padre trató de saber cuanto tiempo le habían dado de vacaciones a su hija, ella no respondió nada, la comadre le decía que a su hija le sucedía algo, que tenía una pena muy insondable, él decía que tal vez a la joven le hacía falta la mala madre que la abandonó por irse con otro hombre; pero eso no conformaba a la comadre, pues ella era de las metiches y típicas chismosas de vecindad, que no dudó en indagar lo que estaba pasando con Aura, sin importarle quizás el daño que le podría causar. Aquella entrometida comadre, fue a casa de su compadre, aprovechando que este había salido a trabajar en su puesto del mercadito, con artimañas ofreció su amistad a la confiada joven, quien vio en su madrina a la madre que nunca tuvo, le contó parte de sus problemas y le dijo que el motivo de su tristeza era el estar embarazada sin tener un padre que ofrecerle a su bebé.

 

La madrina falló, rompió la confianza de la joven, y no le contó al compadre si no al vecindario entero. Por la tarde Aura fue a ver a su padre al mercadito, le llevaba algo para comer; de pronto vio como la gente la veía, hablaban mal de ella, algunos en voz baja y otros con mucha claridad; comentaban que era una sinvergüenza, inmoral, impura y tantos calificativos denigrante hacia su persona, le hacían juicios sin conocer trasfondos, sin saber si ese hijo fuera fruto del amor o de la desgracia, decían que había vuelto preñada, que no sabía de quien era el hijo que en las entrañas llevaba.

 

Dijeron una y tantas cosas que provocaron lágrimas en la joven, y lo peor fue que su padre le exigiera la verdad delante de todos, él confiaba que su hija era honesta y pura como siempre lo había dicho y se jactaba de esa moral intachable, decía que su niña no podía llegar con mancha a los brazos de aquel que la tomara como su esposa, una de las vendedoras se acercó a la joven y la obligó a quitarse aquella faja que le ayudaba a esconder la panza, y entonces su padre supo que la niña, había dejado de ser niña y que estaba embarazada, la abofeteó y la corrió de su casa. El  peor error de nuestra  vida, es confiar o dar la confianza a gente que no la merece; sin embargo hasta hoy, el sufrimiento que atenuaba la vida de aquella mujer, nadie lo conocía. Al llegar a casa, por la noche, don Roque, encontró a su hija tomando unas cuantas pertenencias, y este aprovechando la privacidad y la oportunidad, no dudo en volverle a exigir verdad.

— Dímelo Aura, ¿Quién es el padre?

Le preguntaba a su hija, con su déspota actitud, ella afligida y sumisamente decía su respuesta, siempre caracterizando por el grado de educación que poseía pese a eso que llamaban; su desliz sin conocimiento. ´

— ¡No importa ya! Ya tú y la gente hizo su juicio, no se tomaron la oportunidad de preguntarme, solo de apuntarme con sus dedos y condenarme con sus lenguas.

Exaltado don Roque respondía:

—  Si importa; quien sea ese, debe responderte.

Aura segura de su contestación le dijo:

— No lo merece y no lo necesito. Si lo necesitara y lo mereciera, no estaría aquí en estas condiciones, siendo denigrada injustamente.



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En el texto hay: drama familiar, drama de la vida, aborto

Editado: 21.07.2020

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