Me reuní con el departamento de operaciones, consciente de que el día no mejoraría en lo absoluto. Uno de nuestros clientes más importantes tenía una exigencia: el juguete de temporada estaba retrasado y no habíamos cumplido con la fecha estipulada en el contrato.
La discusión entre ambas partes se volvió acalorada rápidamente. Intenté mantener la compostura, pero la presión era intensa.
—Como ya sabrá, señor Wallace, la empresa ha sufrido algunos retrasos después del repentino colapso de mi padre —expliqué, sintiendo la sangre bullendo en mis venas ante su falta de consideración—. Estamos tratando de retomar las actividades, pero nos tomará por lo menos dos semanas más poder cumplir con la entrega estipulada. Como compensación le puedo ofrecer un generoso descuento en la mercancía. Espero contar con su comprensión.
—Mira, chico —dijo despectivamente—, Almacenes Wallace ha sido uno de los principales clientes de Uncle Sinclair desde sus inicios. Respeto a tu padre y, solo por eso, aceptaré esta prórroga. Pero ahora que estás al frente, debo aconsejarte que procures cumplir con los plazos a tiempo. Si se retrasan ustedes, nos retrasamos todos. Para estas fechas, ya deberíamos haber vendido el treinta por ciento de la mercancía. Es temporada alta para el negocio. No necesito recordártelo.
—No, por supuesto que no necesita recordármelo —espeté, luchando con todas mis fuerzas por mantener bajo control mi carácter—. Agradezco su paciencia. Le aseguro que no volverá a suceder una situación como esta.
Finalmente, después de acordar una nueva fecha de entrega, salí de la sala de reuniones con un humor de los mil demonios.
Volví a mi oficina después de una hora, aun sintiendo la tensión de la reunión. Para mi sorpresa, Alice había retirado todas las decoraciones navideñas, tal y como le había pedido. No pude evitar sentirme culpable por la forma en que la había tratado. Decidí buscarla para disculparme, pero la molestia no hizo más que incrementar al encontrarla en la cocina de la empresa, repartiendo a los empleados las galletas y golosinas que había traído para mí.
Un pinchazo de enojo me recorrió el cuerpo, el cual solo se amplificó al escucharla decir:
—Anden, coman, las preparé para el Grinch, pero las rechazó. Siéntanse libres de tomarlas todas.
—¡Señorita Bennett! —bramé—. ¿Acaso está hablando de mí?
—¡¿Qué?! —cuestionó sorprendida—. No… estaba hablando de otro Grinch. Quiero decir, de otro jefe… ¡No es lo que quise de…!
—Si ya terminó de parlotear, el Grinch la espera en la oficina.
Me retiré de la cocina, sintiendo el inicio de lo que sabía sería el dolor de cabeza más grande de mi vida. Nunca, ni siquiera cuando me independicé y conseguí abrir mi empresa de innovación tecnológica, había sentido tanta presión como ahora.
Llegué a mi oficina y esperé por Alice, decidido a convocar una reunión de emergencia. La joven no tardó en alcanzarme y, en contra de lo que pensé, que se sentiría avergonzada porque había escuchado lo que dijo, Bennett entró por la puerta con la cabeza en alto, como quien acaba de realizar una gran hazaña.
—¿Necesita algo, señor Sinclair?
—¿Vuelvo a ser el señor Sinclair?
—Escuche —dijo, dejando caer los hombros—. Lo siento, ¿está bien?
—¿Qué es lo que le afecta más, señorita Bennett? ¿Lo que dijo o el hecho de que la sorprendiera al hacerlo?
—Bueno…
—Olvídelo. No tengo tiempo para tonterías —exclamé sin querer escuchar su respuesta, pues en el fondo sabía cuál sería—. Necesito que organice una reunión de carácter urgente con los departamentos de Producción, Logística y Control de inventarios.
—Pero, señor, la reunión está programada para el día de mañana…
—Es por eso que es de carácter URGENTE —grité, haciendo saltar a Alice—. Perdón. No estoy de humor para preguntas incoherentes. Si le digo que llame a los departamentos, no pregunte y hágalo.
Masajeé mis sienes, el dolor palpitando detrás de mis ojos.
—¿Necesita algo para el dolor? —preguntó Alice con calidez, haciéndome sentir un imbécil por haberle gritado.
—Se lo agradecería —dije tratando de sonar más tranquilo—. Necesitaré un analgésico antes de esa reunión. Lo más probable es que pasemos el resto de la tarde ultimando los detalles sobre el lanzamiento del Bolt. Así que le pido que trate de mantenerse atenta a mis órdenes.
—¿El resto de la tarde? Pero… hoy es la cena de Acción de Gracias de la compañía, pensé que tendríamos la tarde libre.
—Pues eso ha cambiado —increpé—. ¿Y qué dije sobre hacer preguntas tontas? Los departamentos que mencioné no se irán hasta que resolvamos el problema con la entrega.
La energía de Alice, antes vibrante y colorida, se apagó al escuchar mi orden. Estuve a punto de reconsiderar mi decisión al ver la tristeza evidente en sus ojos. Pero ¿qué sabía ella sobre el peso que cargaba en mis hombros? Si no actuaba de inmediato, corríamos el riesgo de cerrar la compañía para siempre, y eso la entristecería aún más.
—Entiendo, señor, le informaré a los departamentos correspondientes y pediré al personal de cocina que preparen bocadillos para todos ya que será una laaarga tarde —alargó la palabra intencionalmente, lanzando un suspiro de derrota.
Editado: 09.01.2025