Millonaria por sorpresa

CAPITULO 1

Renata

 

—¡Eres un insensible hijo de…!

—¿Yo, insensible? ¡Ja! ¡Evidentemente se te olvida que la que se quiso levantar a mi mejor amigo fuiste tú!

—¡Yo no intenté nada! ¡No sé de dónde sacas esas ideas!

—¡Vi la manera en la que se miraban durante la fiesta!

—¡Me ofreció un trago y le diste un puñetazo!

—Porque no puedes ofrecerle un trago a la chica de tu amigo, eso no se hace, es inaudito, ¡para colmo le aceptaste!

—¡Tú te has estado acostando con otra tipa!

—Si le aceptaste ese trago, es porque claramente ibas a hacer eso luego, ¿verdad? De hecho, te peleas conmigo para luego tirarte al tipo.

—¡Al demonio, te lo di todo! ¡Viniste a casa, a mí casa, te quedaste a dormir tantas veces como te vino en gana, comías de lo que yo te daba…!

—¿Me vas a cobrar la comida?

—¿Crees que sería suficiente incluir también el desayuno a lo largo de todos estos años que estuvimos juntos?

—¿Todos? Apenas fueron cinco.

—¡CINCO AÑOS! ¡LOS MÁS IMPORTANTES DE MI VIDA, EGOÍSTA!

Me acerco a él y le sacudo puñetazos en el pecho. Cinco importantes años en mi vida como para que llegue finalmente el momento de descubrir que recibe un mensaje cuando se va a duchar. Ya sé cuál es la contraseña de su celular, algo que no es muy difícil cuando compartes tanto tiempo y tantas cosas con una misma persona.

Las personas revisamos el móvil unas mil quinientas veces por día. Cuando estás con una persona en tu casa, es posible que en algún momento le mires desbloqueando la pantalla.

En el último tiempo, ya tuvimos muchas peleas, discusiones, por cualquier cosa, una relación sumamente enfermiza y tóxica al punto de que mi novio se va a duchar en la mañana, le suena el móvil, reviso y es una seguidilla de mensajes de evidentes intentos de ligue hasta que descubro en uno de ellos, algo que me deja de piedra. Esa mujer le preguntó si al llegar a casa se había duchado y le dijo que sí. Eso solo podría significar una cosa, que por más que intentara cubrirme los ojos con ambas manos, solo habría una única manera de saber su significado.

Cinco.

Cinco años.

Cinco benditos años al lado de este sujeto para que termine haciéndome esto.

—Renata, por favor. Podemos conversarlo, mantén la calma.

—¿La calma? Hombre, te estás tirando a esa tipa. Es compañera de trabajo, ¿verdad? Por lo que ahí dice. Qué hijo de… ¡Aassshhh!

Suelto un llanto desconsolado de bronca, de furia, que me hacer hervir tanto la sangre que no lo puedo tolerar más.

Él se sujeta la cabeza mientras me escucha, cargado de odio por lo que acabo de decirle también, seguramente se está lamentando por lo que me está haciendo, se está lamentando que, al parecer, acaba de mandar al garete nuestra relación, se está dando cuenta de que algo se ha roto definitivamente entre los dos y va a ser imposible recuperarlo. Puedo notarlo en su rostro cargado de preocupación.

Él se acerca a mí.

Soy capaz de figurarme ya la escena: se pondrá de rodillas, hablará de todos nuestros proyectos, me dirá que eso con la chica no significó nada y que no quiere que terminemos. Para entonces, estaré tan deshecha y devastada por dentro que me servirá de consuelo, me hará retornar algo de amor propio por lo que está pasando, lo cual me ha dejado demasiado herida en la autoestima y eso será al menos un ligero consuelo para lo que está haciéndome vivir esta actual condición.

—Renata—me dice con la voz ronca, parece ser que intenta traer un poco de paz, algo más tranquilo—. Quiero decirte una cosa, solo una antes de agarrar las cosas e irme. Necesito que lo sepas.

Aún con lágrimas en los ojos, levanto un poco la mirada y cruzo con él. Tiene todas sus cosas acá, su familia es un desastre, será imposible que lo reciban allá, su vida será un suplicio de ahora en más.

¿Le dejaría tirado? Desde que empecé la universidad a los dieciocho años que él está conmigo, desde entonces se ha enraizado tanto en mi vida que no consigo deshacerme de un intenso dolor que me invade al tratarse de los dos.

—Dime… Te escucho—me saco las lágrimas y el maquillaje corrido de los ojos mientras le escucho con atención.

—Yo… En todo este tiempo que hemos estado juntos… No estuve precisamente una vez con Frida, pese a lo que viste en los mensajes.

“Frida”. Sí. Así decía en el contacto que llevaba agendado en su cuenta cuando le vi los mensajes.

—¿N…no? No te creo… Deja ya de mentirme.

—Por favor, escúchame.

—No quiero escuchar tus mentiras.

—Es que no son mentiras. No llegué a estar una vez… Ella tiene novio, de hecho, es mayor que yo. También tiene un niño pequeño.

—¿Q…qué? ¿No estuviste con ella entonces porque tiene un hijo?

—No es eso. —Él se pone de cuclillas delante de mí.

—Al menos podrías haber tenido la piedad de no estar con ella porque YA TIENES NOVIA. ¡O tenías! ¡Porque olvídate que luego de esto, las cosas seguirán siendo lo mismo!

—No sé cuál sea tu decisión, pero yo quiero seguir contigo. Con la verdad, porque nos lo merecemos ambos.

—Entonces admítelo. Dime todo de una vez, necesito conocerte, podré saber si te elijo realmente…o no.

Él asiente.

Agacha la cabeza y luego vuelve la mirada a mí, no se le mueve un pelo, no le tirita ni siquiera una pestaña en cuanto admite:

—Yo no estuve una vez con Frida, sino varias. En estos cinco años nunca dejé de acostarme con otras chicas porque…

—¡¿Qué…diantres…dices?!—la voz parece raspar en mi garganta mientras sale arrastrando todo consigo.

—Creía que tu estabas con otros.

No sé si me decepciona más que piense eso de mí luego de tanto tiempo que llevamos de conocernos o si me está cargando y no debo creerle ni una sola palabra. ¿Cómo lo interpretaría yo si fuese mi mejor amiga a quien le está pasando esto mismo? Mmm, dudo que a ella le pase eso. Se ama más a sí misma de lo que yo hago conmigo, por lo que eso no sucedería bajo ningún concepto en su historia.



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En el texto hay: deseo, millonario, lujuria

Editado: 16.05.2022

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