Jonatan
—¡Ja, ja, ja! ¡Es gay!
—Yo sabía que lo eras, amigo. Bah, lo sospechaba, pero no quería que te sintieras juzgado o preocupado si te lo preguntaba.
—Ahora entiendo todo. Jonny, no te sientas mal, por favor, pero podrías haberlo contado antes. ¡Somos tus amigos!
—Eso mismo, ahora me siento traicionado.
—Porque de haber sabido antes que te gustaba el pingo, te hubiera pedido mucho antes que me lustres el ganso.
—¿Lustrar el ganso? Amigo, qué raro ha sonado eso. Preferiría más “salivar este chupetín” o “lamer la paleta de helado”.
—Basta, me empiezo a calentar y les tendré que pedir a ambos que me laman la paleta del helado.
—Oye, tranquilo, viejo. Solo a Jonatan le gustan los hombres, yo sigo bien besando sapos. Ya sabes, los “sapos” de las mujeres.
—Bueno, pero si me insisten, tendré que ponerlos a ambos con las rodillas sobre el colchón y romperles el budín a ambos.
—JA, JA, JA. Me hice esa imagen mental y casi vomito. Fue muy gracioso.
Les escucho a mis amigos mientras hablan mientras estoy en silencio, bebiendo de mi Bourbon mientras aguardo a que las chicas lleguen del baño. Giselle y Renata están al otro lado mientras aguardo a que lleguen.
Me agradan, así que preferiría que los chistes de pésimo gusto de mis amigos no les vayan a espantar, sobre todo porque la mentira de mi elección de objeto ha sido la excusa perfecta para mantenerla cerca a Renata.
Dios santo, es hermosa esa mujer. Necesito tener una oportunidad con ella, que me de este espacio, no perder de vista la importancia que lleva que el destino haya decidido cruzarla conmigo.
Me acostaré con ella bajo todo concepto.
Al fin y al cabo, estamos acá por motivo laboral y mi mujer, mi futura esposa, nada sospecharía en absoluto. Como siempre.
Renata
Es un espacio de lujo, los bebederos perciben tus manos bajo los picos, hay enormes paredes espejadas donde percibes tu reflejo desde dondequiera que decidas observar, es todo tan maravilloso…
Mientras estamos en el baño retocándonos el maquillaje, mi amiga está sumamente extasiada con la situación.
Me observa atentamente a través del cristal al tiempo que exclama con sus carnosos labios pintándose de color escarlata:
—¡Uno más bombón que el otro!
—Son atractivos, sí.
—¿Dónde me dijiste que le habías conocido?
—Hoy por la mañana. Mi terapeuta me dio un turno extraordinario, lo necesitaba, no podía esperar una semana más hasta poder evacuar mi angustia, sino terminaría dándole una oportunidad a Kevin, me dejó muy mal eso, a veces pienso que…
—Blaaaaa, no bromees, ¿quieres? ¡Ni se te ocurra hablar de él ahora!
Sus ojos parecen arrojar cuchillos a través del cristal desde donde me observa al tiempo que le hablo con preocupación.
Ni siquiera yo me he dado cuenta de que me he puesto a hablar de Kevin, es un hecho significativo, compartí los últimos cinco años de mi corta vida junto a él. No es fácil terminar con esto.
Mucho menos dejar de hablar, no paro de pensar en él ni por un segundo.
—Sé que no debo hacerlo, lo siento—murmuro, decidiendo guardarme para mí misma mis pensamientos ofuscados con la situación.
Mi amiga levanta su labial como si fuese un arma letal y me advierte, centrando su mirada en la mía:
—¡No lo voy a permitir! ¡Tienes a tres hermosos hombres que nos están acompañando ahora mismo, no pienses que voy a dejar que te arruines la noche pensando o hablando acerca de ese tipo que no vale la pena!
—P…pero…
—¡Chitón, muchachita!
Suelto un suspiro de derrota.
—Está bien—convengo.
—Ahora, si me permites—añade, señalando en dirección arriba—, si decides no tirarte a ninguno de esos bombones que nos acompañan, espero que al menos deleites los sentidos con esos hombrezotes listos para mostrarnos cosas bellas de sí mismos. Además de los movimientos, claro.
—Nuestros amigos son gays, cielo. Lamento romper con tus expectativas.
—Solo Jonatan lo dijo. Los otros no lo sabemos, pero lo más probable es que sí. Caso contrario, ¿cómo explicas que estén ahora en un club de bailarines gogo?
Jonatan
—¿Cómo le vas a explicar acerca del lugar en el que estamos cuando se dé cuenta de que te gustan las almejas, amigo?—me pregunta Ronnie.
Inspiro, pensando las posibilidades.
Ya puedo imaginarla en mis brazos.
Ya puedo imaginarla en una cama a mi lado.
Puedo hacerme una idea de lo que significaría su rostro inocente y su cuerpo menudo retorciéndose encima del mío.
Claro que eso sería maravilloso.
Tras un nuevo trago de mi bebida, siento que pasa por mi garganta dándome el coraje que necesito.
—Algo que se me va a ocurrir.
La clave existe en que no sepa que no soy gay hasta dentro de un momento, cuando entrada la noche, termine por descubrir la realidad.
Renata
—¿Podrían haber acompañado a su amigo que sí es gay? Pueden estarlo haciendo solo de buena onda.
No lo sé.
Luego de terminar con mi maquillaje, guardo mi labial. Ella también lo hace con el suyo y se vuelve a mí:
—Sea lo que sea que esté sucediendo con nuestros amigos de allá arriba, nada nos impedirá terminar disfrutando esta noche y, será un éxito, si resultamos luego despertando en camas que no tendríamos ni la menor idea de quién o quiénes podrían ser.
Abro grandes los ojos.
Ella levanta su dedo meñique.
¿Entonces el objetivo de esta noche es acostarnos con algún hombre? Bueno, según ella, la mejor manera de sanar un corazón roto y más eficiente, es acostarse con un hombre lo suficientemente talentoso como para hacer olvidar cada huella que haya sobre la piel de una…