Capitulo 2: El Misterioso Mallow:
Un nuevo día había llegado y Red, el joven aventurero que había entrado al misterioso Desierto del Kao hace menos de una semana, dormía encima de un montículo de arena formado por el viento, usando su mochila como una almohada. No sería lo más cómodo... Pero era mucho mejor que dejar que el viento empujara la arena hasta su nariz... O hasta sus oídos. Él roncaba un poco, pero una pequeña sonrisa se asomaba en su cara. El descanso era perfecto, y por un minuto sentía que el peso de su estúpida decisión de entrar al desierto sin una razón no sería un tormento... Pero en el fondo sabía que eventualmente tendría que despertar, afrontar las consecuencias de sus actos y sobrevivir al ambiente hostil donde se encontraba. Aunque la idea de Red era simplemente dormir hasta que el sol se alzará nuevamente... Él no contaba con un problema inminente: Los buitres. Un sonido áspero sonó varias veces, molesto y claramente a un volumen alto –Ugh... Déjenme dormir...– murmuró Red, medio dormido, siendo obvio que por un instante había olvidado que ya no estaba en su casa, sino en medio de la nada. El gruñido regreso... Seguido de una sensación de dolor en la pierna, como si algo lo estuviera golpeando. Red abrió los ojos y lo primero que vió fue a un buitre tratando de comerse su pierna, ya habiendo hecho un poco de daño al tejido de su pantalón –¡Ah! ¡Quítate...! Eh, ¿¡Ave estúpida!?– le dió unas patadas al aire para espantar al animal mientras se levantaba con un salto y agarraba su espada –Wow, Red, "ave estúpida"... Tus insultos son cada vez más creativos, ¿eh?.– el ave retrocedió, claramente sorprendida de que su presa siguiera respirando. –... Creo que ya sé cuál será mi almuerzo...– le dió un espadazo, pero el buitre esquivó, empezando a volar en la dirección opuesta para escapar –¡Así me gusta, pajarraco! Déjame en paz y no regreses...– hubo un silencio claramente incómodo –¿Por qué amenazó a aves? ¿Que me pasa hoy?... ¿¡Y por qué estoy hablando solo!?.– Red negó con la cabeza, sin poder evitar una risa nerviosa –... Definitivamente la soledad me está afectando.– Las palabras de Red flotaron en el aire unos segundos, con un eco que se iba lentamente como recordatorio de que en este momento no tenía compañía alguna. Mientras el momento casi melancólico seguía, una risa casi infantil sonó desde detrás de una roca cercana, interrumpiendo todo y haciendo que Red se tensará al instante–... Dios, por favor dime que tengo la razón y me estoy volviendo loco.– tomó su espada nuevamente –Ok, creo que no estoy solo en este desierto... y empiezo a creer que eso es malo y que no hay voces raras.– De pronto la risa cesó, como si la cosa que espiaba a Red se hubiera dado cuenta de que fue detectado –... Diablos.– soltó la voz, que claramente era como la de un niño pequeño –... Red, ¿cierto? Claro que sí...– finalmente, con pasos lentos, la criatura salió de su escondite, revelando su extraña apariencia: Un ser de muy baja estatura con una abrigo gris encima. Sus ojos dorados brillaban como lámparas, una capucha cubria su cabeza, y un pequeño broche en forma de una estrella azul era lo que mantenía su ropa ajustada. El ser habló con un tono juguetón, como si quisiera romper la creciente tensión –¿Que sucede, Wiliams? ¿Es la primera vez que ves a un enano?... ¿O acaso te gusta mi estilo?– soltó una risa al ver a Red entrecerrar los ojos –¿En estado de shock eres peligroso y vas a golpearme con esa espada... O vas a hablar conmigo? Dependiendo de tu respuesta, me voy corriendo a la velocidad del sonido o me acercó un pasito más.– Red lo miró durante seis segundos exactos, como si estuviera procesando lo imposible –... De acuerdo... Me parece que sí me volví loco...– la criatura negó con la cabeza, acercándose con una sonrisa apenas visible bajo su atuendo –Mallow Discather, a tu servicio.– estrechó la mano de Red sin pedir permiso –... Y sí, sí soy real. No soy una alucinación rara ni consecuencia de hipotéticamente drogarte al inhalar arena al dormir.– lo miró fijamente a los ojos, su sonrisa más evidente ahora –... ¿Te gusta el azul, no?– Red dió un paso atrás, tenso –¿En serio eso es lo que vas a decirme, "Mallow"? – Mallow rodó los ojos, riéndose cómo si se acordará de algo increíblemente cómico –Ellos siempre se quejan de la pregunta sobre el azul.– Red se cruzó de brazos –... Fantástico, no solo estoy hablando con un ser extraño, si no que encima ya me guarda secretos. ¿Cuándo me convertí en un personaje de anime?...– Mallow no tardó en responder con un dejo de burla –¿Te asusta no entender qué está pasando exactamente... O te asusta saber que tienes delante a algo mágico que puede ganarle a tu espadita?.– Red lo miró de arriba hacia abajo –Ajá... Sobrenatural. Por supuesto...– tomó la mochila y empezó a caminar hacia atrás, sin darle la espalda a Mallow –No sé si eres real o si simplemente estoy alucinando... Pero ya no me importa. Con tu permiso, voy a irme de este desierto y continuar mi viaje. Hasta luego, encapuchado... Aunque, honestamente, ojalá no volvamos a vernos.– y... Se giró, para irse corriendo en la dirección opuesta. Mallow vió con sorpresa como Red se alejaba a varios metros de distancia, pero simplemente suspiro, entre resignado y divertido –¿Tanto miedo me tienes que vas a correr de mí, rojito?– sonrió apenas –Bueno... Uno nunca podrá librarse tan fácilmente de su destino.– su cuerpo se envolvió en luz dorada y salió corriendo a una velocidad inhumana. Red, que ya se había alejado demasiado, vió que Mallow ya casi lo alcanzaba –¿¡CÓMO ME ALCANZASTE EN SEGUNDOS!?– Mallow, de la nada, apareció delante de Red, como si se hubiera teletransportado –Supervelocidad, ese es mi poder. ¿Es genial, no?– Red se detuvo en seco, ahora más asustado que antes –....¿Cómo te teletransportaste, eh?– Mallow hizo un gesto de negación con el dedo –No es teletransportación: es supervelocidad. Acabo de decirlo.– Red empezó a tener un tic en el ojo –¿Te molesta si te hago una pregunta?– Mallow negó con la cabeza, curioso. Red murmuró –Vale... Lo diré con toda la calma que pueda...– inhaló profundamente –¿¡CUÁL ES TU RAZÓN PARA ACOSARME, NIÑO EXTRAÑO!?– Mallow levantó una ceja, aunque el gesto no se notó por la capucha –¿Niño? Tengo como doscientos años, genio.– Red se quedó mirando a Mallow como si fuera la cosa más extraña y perturbadora del planeta –... Supervelocidad... Voz y altura de niño pequeño... Dos siglos de vida... Ropa ridículamente abrigada para un desierto... Sabes todo de mí incluso antes de este primer encuentro... Tus ojos brillan como linternas... Estrechaste mi mano y te sentí, así que queda claro que eres algo de carne y hueso...– cayó al suelo, aturdido por sus propios pensamientos –... Esto no está pasando... Esto no está pasando... Es imposible que esto esté pasando...– su voz bajo –... Pero sí está pasando... Y sin embargo no debería estar pasando...– Mallow lo miro con una sonrisa –¿Finalmente aceptas que lo sobrenatural existe, cierto?– Red cerró los ojos –... Necesito un psicólogo... Y necesito ayuda. Ahora.– Mallow frunció el ceño –¿Perdón?–. Red fue incapaz de responder... Ya que literalmente se desmayó. Un "Plop" seco sonó cuando el cuerpo del aventurero se chocó contra el suelo al colapsar. Mallow suspiro, se acercó, y habló con un tono sorprendentemente empático –Debes estar agotado... Disculpa. A veces olvido algo tan básico como la paciencia. Me es difícil quedarme quieto, ¿sabes?...– lo tomó en brazos, sonriendo una vez más, pero ahora de forma más leve –Voy a llevarte a un lugar más cómodo para explicarte todo, ¿De acuerdo?. Tú descansa, rojito. Que me toca compensar haber destrozado tu lógica.– soltó una risita algo nerviosa, arrepentido de haber empujado a Red a ese punto –... Al despertar, créeme, todo va a tener sentido... Aunque sea un poquito.– empezó a correr a un ritmo calmado, llendo rápido, pero no tanto como para despertarlo. Red había sido prácticamente raptado, pero por lo menos estaba a salvo. Si Mallow cumplía su promesa, todo cobraría algo de sentido en porco tiempo. Por ahora... Solo quedaba descansar.