A través de la ciudad destruida, Linda Johnson corría velozmente, pues ella era perseguida por cientos de zombis, los cuales tenían los ojos totalmente blancos y la cara desfigurada, tan desfigurada que se podía ver sus huesos y tendones, Linda de tanto buscar halló por fin un almacén de autos, ahí encontró entre los muchos vehículos a una camioneta con sus llaves, la encendió y aceleró con toda fuerza, atropelló, destripó y levantó por los aires a todo zombi que se cruzó por su camino, incluyendo a niños y ancianas, ella solo pensaba en salir de la enorme ciudad.
Pasaron los minutos y la noche llegó, cuando ya casi llegaba a la salida de la ciudad, el auto se detuvo, algo del motor estaba malo, Linda quiso encenderlo varias veces pero fue inútil, de repente escuchó los horribles gritos de los zombis que se hallaban en las calles de alrededor, Linda se bajó y corrió con todas sus fuerzas, justo antes de ser alcanzada se metió en una fábrica de acero, cerró las fuertes compuertas metálicas, y antes de que su celular se apagase mandó un mensaje.
En aquella noche tan oscura, una fuerte lluvia caía acompañada con rayos y un poderoso viento, ni todo eso detuvo a los zombis, los cuales golpeaban sin cesar las compuertas del lugar, Linda temblando de miedo y frio no durmió en toda la noche, acurrucada y con sus ojos exaltados, se tapó los oídos para no escuchar a los hambrientos zombis.
llegó la mañana y los zombis seguían con sus intentos, Linda muy débil, lloraba muy nerviosa, no aguantaba tanto sufrimiento, desesperada ya no hallaba que hacer, de pronto unas ráfagas de disparos se oyeron, la tremenda balacera duró largos minutos, las compuertas se abrieron... ¡eran los escuadrones militares!, el alivio por fin llegó para Linda; aunque casi de arrastra se la llevaron al helicóptero de rescate, miles de zombis quedaron tendidos sobre el suelo, mientras Linda veía con mucha calma el radiante sol, las nubes inmaculadas y un bello arco iris, era la mañana más brillante y hermosa que jamás había visto, pues fue la única sobreviviente de aquella ciudad.
A través de la ciudad destruida, Linda Johnson corría velozmente, pues ella era perseguida por cientos de zombis, los cuales tenían los ojos totalmente blancos y la cara desfigurada, tan desfigurada que se podía ver sus huesos y tendones, Linda de tanto buscar halló por fin un almacén de autos, ahí encontró entre los muchos vehículos a una camioneta con sus llaves, la encendió y aceleró con toda fuerza, atropelló, destripó y levantó por los aires a todo zombi que se cruzó por su camino, incluyendo a niños y ancianas, ella solo pensaba en salir de la enorme ciudad.
Pasaron los minutos y la noche llegó, cuando ya casi llegaba a la salida de la ciudad, el auto se detuvo, algo del motor estaba malo, Linda quiso encenderlo varias veces pero fue inútil, de repente escuchó los horribles gritos de los zombis que se hallaban en las calles de alrededor, Linda se bajó y corrió con todas sus fuerzas, justo antes de ser alcanzada se metió en una fábrica de acero, cerró las fuertes compuertas metálicas, y antes de que su celular se apagase mandó un mensaje.
En aquella noche tan oscura, una fuerte lluvia caía acompañada con rayos y un poderoso viento, ni todo eso detuvo a los zombis, los cuales golpeaban sin cesar las compuertas del lugar, Linda temblando de miedo y frio no durmió en toda la noche, acurrucada y con sus ojos exaltados, se tapó los oídos para no escuchar a los hambrientos zombis.
llegó la mañana y los zombis seguían con sus intentos, Linda muy débil, lloraba muy nerviosa, no aguantaba tanto sufrimiento, desesperada ya no hallaba que hacer, de pronto unas ráfagas de disparos se oyeron, la tremenda balacera duró largos minutos, las compuertas se abrieron... ¡eran los escuadrones militares!, el alivio por fin llegó para Linda; aunque casi de arrastra se la llevaron al helicóptero de rescate, miles de zombis quedaron tendidos sobre el suelo, mientras Linda veía con mucha calma el radiante sol, las nubes inmaculadas y un bello arco iris, era la mañana más brillante y hermosa que jamás había visto, pues fue la única sobreviviente de aquella ciudad.